jueves, 24 de septiembre de 2009

Una página especialmente amada...



"Sembremos, que en algún lugar nos bendecirá la lluvia", José Narosky. Ésa es una buena premisa para aplicarla en toda faceta de la vida, pero sin duda, aplicada al ministerio cobra un brillo especial. Muchas veces los resultados aparentes de nuestra siembra espiritual no son muy deslumbrantes y todo lo efectivos que nos gustaría que fueran. Pero seguimos sembrando, mientras Jehová permita tiempo…no sabemos cuál será el resultado definitivo de lo que podamos haber sembrado en el corazón de quiénes tuvimos el privilegio en algún momento de enseñarles el Nombre del Supremo y sus propósitos.

Ése es el sentimiento cuando recuerdo a los niños que llenaban nuestra casita y jardín hace algunos años atrás. Permítanme contarles esta página especialmente dulce y amada para mi. En un mensaje anterior les comentaba del jardín que teníamos en nuestra anterior casita, en una ciudad vecina. Aunque fue un tiempo de remisión de la enfermedad, no estaba bien, solo “menos peor”. Pero podía caminar más y hacer algunas cosas, como cocinar y atender algo el jardín, entre otras cosas. Por un tiempo nos acompañó una hermanita y fue de gran ayuda, pero cuando se fue tuve nuevos ayudantes jardineros.

La casita era pequeña, y debido a mi discapacidad me permitieron escoger la ubicación, tenia que ser de fácil acceso, así es que estaba en el centro de un nuevo barrio de unas 360 viviendas. Estaba en una esquina de la plaza principal y en un principio, donde terminaba la vereda, empezaba la plaza, sin calle de por medio. Fue un tiempo bonito, porque al fin podía ver correr a Damita, para entonces de unos 7 añitos, siempre había estado en la cama al lado mío, en casa de mis padres, y ahora tenia toda una plaza de patio para jugar y correr.

El problema era que, como se llenaba de niños que iban a jugar al fútbol, la pelota solía terminar en medio de mis plantas…o de la cocina si tenia la puerta abierta. Así nunca podría tener un jardín frente a casa. Pero a la plaza no iban solo los niños del barrio, sino también de barrios circundantes donde lamentablemente, había mucha pobreza y delincuencia y se producía un marcado contraste entre unos y otros y no eran pocas las peleas que se armaban, muchas de las cuales terminaban envolviendo a los padres.

Para evitar que cuando jugasen al fútbol no hicieran el arco frente a la puerta de casa, tuve que armarme de gran paciencia, con oración e ir en medio de ellos y hablarles y pedirles por favor que se corrieran un poco. Como los trataba con cariño, les conversaba, les preguntaba sus nombres, y donde vivían y qué cosas les gustaban, de a poco fueron haciéndome más caso y ya venían a casa a visitarme luego de sus horas de escuela y juego. En poco tiempo, ya los tenía colgados, literalmente, del cuello y se me apegaron mucho. Siempre trataba de dedicarles tiempo para escucharlos, la mayoría tenía historias muy tristes con ambientes familiares marcados por la violencia, el alcohol y la pobreza.

Cada vez que salía a regar las plantas, se peleaban porque querían hacerlo ellos, así es que se turnaban para regar, todos querían participar, en todo: en podar las rosas, en sacar los yuyitos. Hasta hacerme las compras si estaba sola. Fueron una gran ayuda, y en gran parte, gracias a su cuidado, era la única casita frente a la plaza que estaba llena de flores, no dejaban que nadie se acercara a dañarlas y eran capaces de pelear si alguien cortaba una flor. Pero no tenían reparos en cortarlas de cualquier otro lado y siempre me traían flores.

Pero, lo más importante, es que mientras cuidábamos el jardín, iba sembrando en ellos otras semillas, imperecederas, las semillas de la verdad y enseñándoles a conocer y amar a Jehová. Les encantaba que les leyera el libro Historias Bíblicas y era habitual sentarse en la vereda y leer para unos 12 niños o más. Logramos establecer estudios definidos con 8 de ellos, sin contar a sus hermanitos que se sumaban. Claro, antes de formalizar un estudio ya había hablado muchas veces con sus padres, ellos estaban muy contentos, pero decían que no tenían tiempo para estudiar, pero que los chicos sí.

Fue un placer ver que crecían espiritualmente también y que nos acompañaran a las reuniones cada vez que podían y oírlos comentar, y un gozo inmenso verlos en la Conmemoración. Los muchachitos les pidieron camisas y corbatas a sus padres, primos, hermanos. De más está decir que varias corbatas de Waldo la heredaron ellos.

Hasta ahora me emociono cuando recuerdo cómo corrían detrás del ómnibus si veían que yo venía y estaba a una cuadra para bajar, ellos corrían por atrás y hasta llegaban primero a la parada y querían ayudarme a bajar y se colgaban a los besos y abrazos y acompañaban hasta la casa, casi sin dejarme caminar por lo abrazaditos. Recuerdo que el chofer una vez al verlos, me preguntó:
-“¿Qué les da…caramelos?”
Lo miré sonriendo y le respondí
– “No… Cariño”.
Sí, cuánta necesidad de cariño tenían. Y yo de dárselos.

Son muchísimas las anécdotas con ellos, realmente, no solo les impartimos las buenas nuevas, sino nuestras almas y llegaron a sernos amados de un modo muy especial en vista de sus circunstancias.Pero eran chicos, y no tenían el apoyo y contención espiritual de sus familias. Cuando tuvimos que regresar a casa de mis padres al empeorar mi salud, fue un duelo, más que despedida de ellos. Hice arreglos para que siguieran estudiando con otras hermanas y hermanos, pero con el tiempo descontinuaron el estudio. Era comprensible en vista de su entorno, de ser chicos y de remar solos.
Solo espero que, las semillas sembradas en el corazón, en algún momento vuelvan a germinar y busquen a Jehová nuevamente ahora que ya están grandes.
Pero el vínculo de amor que se forjó con ellos, sigue intacto. Algunos, a veces se cruzan toda la ciudad para vernos, como Clarisa, que siempre que puede viene a quedarse unos días en casa, es una hermana para Damita. Otras veces llaman por teléfono. Una de esas llamadas que me conmovió profundamente, fue la de Marquitos, quien ahora ya tiene dos hijitos aunque es muy joven aún, (cuando niño era uno de lo más rebeldes del grupo, pero llegó a apegarse mucho).
Hace poco me llamó y me dijo: “Lo que usted ha hecho por nosotros no lo ha hecho nadie, y eso nunca nos vamos a olvidar, para nosotros es nuestra madre”.
El haberlos conocido, tratado, enseñado y amado ha sido una bendición muy enriquecedora en mi vida, uno de los tesoros más valiosos que guarda el corazón.

Con todas las personas que estudié, pero especialmente con estos niños, 1 Tesalonicenses 2:7-8 es especial y particularmente cierto: “Nos hicimos amables en medio de ustedes, como cuando una madre que cría acaricia a sus propios hijos. Así, teniéndoles tierno cariño, nos fue de mucho agrado impartirles, no solo las buenas nuevas de Dios, sino también nuestras propias almas, porque ustedes llegaron a sernos amados.”

¡Qué bendito es nuestro ministerio! Que siempre recordemos que

LA SIEMBRA ESTÁ EN TUS MANOS

Guarda como un tesoro las semillas
que Dios puso en tus manos,
y busca diligente a los que han de apreciarlas.
El tiempo es muy escaso,
que no se escurra en vano.
Es urgente la siembra
y es mandato del cielo defenderla.
Hay que ayudar a muchos
que andan a ciegas sin reconocerla.
No dejes que las aves devoren la simiente
antes que eche raíz y se haga fuerte.
La están necesitando multitudes
que caminan al borde del foso de la muerte.

Se alza un canto de gozo entre los sembradores.
El surco está bendito para abrigar el grano.
Jehová lo ve de arriba y lo ayuda a crecer.
Hallarás mentes miopes que cerrarán los ojos
pues la luz les molesta y no quieren creer.
Pero hay otros orando en las densas tinieblas
esperando el mensaje que los ayude a ver.
No los pases por alto y jamás los ignores.
Extiéndeles la mano sin ningún titubear.
Los ángeles observan, deja que ellos te usen.
El tiempo de la siembra ya se está terminando,
luego vendrá el sublime premio de cosechar.
Aquellos cuyas manos se aferran a las tuyas,
buscando un rumbo cierto y sana orientación,
serán en el milenio tus amigos eternos,
bebiendo el agua pura del río de la vida,
nutridos por la misma fuente de inspiración.

Álef Guímel – Octubre 1997
(Del libro “Ramas y Nidos”)


Gracias por permitirme compartir estos recuerdos atesorados, mientras seguimos buscando maneras de sembrar, con las palabras de Eclesiastés 11:6 brillantes en la mente:

“Por la mañana siembra tu semilla, y hasta el atardecer no dejes descansar la mano; pues no sabes dónde tendrá éxito esto, aquí o allí, o si ambos a la par serán buenos.”

viernes, 18 de septiembre de 2009

Septiembre

Hay una algarabía tan grande de pájaros en el patio y el aire está tan lleno de perfume de flores….que parece que quisieran dar gracias por esta época tan linda del año. Tal vez ellos, si pudieran, escribirían un poema, así es que, haciéndome eco de su alegría, vengo a dejarles este poema a

SEPTIEMBRE

Cuando la luna de julio
tiritando atalayaba,
y agosto los verdes campos
de espesa escarcha alfombraba,
¡cuánto deseamos setiembre
poder tener tu llavero
y abrir bien anchas la puertas
por donde sale el invierno!
Mas, ¿quién podría sin ti
girar los dientes de hierro
del candado milenario
en los portales del tiempo?
¡Qué agradable es contemplarte
con ese garbo sereno
del que sabe su cartilla
del revés y del derecho!
Me parece haberte visto
pegar el oído atento
a los troncos de los árboles
escuchando el movimiento
de la savia que se afana
por nutrir los brotes nuevos;
o inclinado largamente
sobre los surcos abiertos
oyendo latir la vida
que hace fuerza desde adentro,
cuando las semillas rompen
el claustro de su aislamiento.
¡Cómo te esperan las larvas
que están forjando sus alas!
¡Cómo te esperan las novias
para pedirte guirnaldas!
¡Cómo palpita la tierra
de emoción bajo tus plantas!

Los pájaros te conocen
y se pasan la palabra,
y los insectos, que entienden
tu contraseña privada,
van despertando a la vida
y alegremente se enjambran.
Mientras tus umbrales brillan
con la rubia primavera,
vas despidiendo al invierno
por una puerta trasera.
Un sol rejuvenecido
lo ve salir encorvado;
lleva las uñas raídas,
lleva los dientes menguados.
Hay agujeros de luz
en su capa carcomida;
habla de recuerdos serios
e ideas enmohecidas.
Los viejecitos sonríen
arropados en sus capas
y se oye un coro de niños
que juegan a sus espaldas.
¡Qué bien que te enseñoreas
de todos tus privilegios,
con tus humores cambiantes
y tus vientos agoreros!
Septiembre henchido de promesas,
Septiembre lleno de sueños...
Mayordomo irreprochable,
¡cuánto rinden tus desvelos!

Álef Guímel
(Del libro “Reflexiones de un Guijarro”)

Voy a ver si me animo a estar un ratito en el patio para ver de cerca la actividad de los gorriones (creo que me están llamando), llenarme de su canto y contagiarme un poco del estallido de vida en las plantas…nuestra Primavera eterna también está por llegar…
Mientras tanto, ¿vamos al patio a tomar unos matecitos entre flores y trinos?

lunes, 7 de septiembre de 2009

Un poco de compañía


No sé en que momento se escurren los días, como agua entre los dedos. Y eso que no llevo una vida “normal”: con el ajetreo diario que supone atender un trabajo seglar, la casa, el precursorado y tantas cosas cotidianas que exigen tiempo y dedicación. Yo solo estoy quietita en mi cuarto, rara vez salgo al patio, y la mayor parte de las reuniones las escucho vía telefónica en la camita. Pero gracias a Jehová, a pesar de las limitaciones, siempre hay algo que aún podemos hacer, algo que ayude a mantener la mente y el corazón ocupados en cosas que animen y edifiquen, y dentro de lo posible, compartirlo con otros de alguna manera.

Una de esas cosas gozosas que pasaron con prontitud, fue la Escuela del Servicio de Precursor de Damita. No sé en que momento pasó el tiempo…me parece que fue ayer cuando estábamos tan emocionados porque ella había firmado la solicitud para el precursorado regular. http://paginasdenancy.blogspot.com/2008/08/uno-de-los-mejores-das-de-mi-vida.html Luego la expectativa por el nombramiento. Y después la posibilidad de ser invitada a la Escuela…y luego que ya empezarían las clases….¡y ya terminó!
Fueron dos semanas de muchos ajustes en lo familiar, pero llenas de gozo y bendiciones espirituales. Todos nos sentimos animados por ello.

Como siempre, esta salud es tan inestable, que nunca sé dónde estoy parada: un momento mejor y luego apenas viva…rogaba poder asistir al último día en que se invita a la familia al final del curso. Gracias a Jehová pudimos estar. Todo fue gozo y emoción. Yo miraba calladita, y daba gracias por estar allí y poder acompañar a nuestra hija en una ocasión tan especial. ¡Y tanto amor de los hermanos! Me esforcé por conversar un poquito, pero mi voz ya es un inaudible trino y quienes me hablan se tienen que acercar y tratan de hacer silencio para poder oírme. Sí, me agoté muchísimo, pero regresamos con el corazón lleno de gratitud y contentamiento y arropado por tanto amor y consideración de nuestros amados hermanos.

A estas alturas, cualquier esfuerzo extra, como el salir y tratar de hablar más, luego me pasa factura implacablemente, así es que estos días posteriores, he quedado demasiado debilitada físicamente y apenas hablo. ¡Pero aún puedo escribir!
No puedo dormir bien, y a la vez, estaba demasiado agotada para sentarme en la PC para leer en el CD Rom. ¡Pero cómo sostiene la oración! Eso es algo que siempre podemos hacer. Estabiliza la mente cuando se siente asaltada por inquietantes pensamientos…Jehová escucha hasta gemidos no expresados e ideas que apenas podemos coordinar para expresar coherentemente. Pero Jehová sabe. Y responde. Y arrulla con paz. Y despertamos al día siguiente sin saber en qué momento el sueño le ganó al dolor y malestar. Y estamos vivos. Y agradecidos.

Me preocupa pensar en cómo podrá este cuerpo aguantar nuestra asamblea de Distrito. Si tan solo una reunión agota tanto…pero mejor no adelantarse. Suficiente para cada día es su propio mal. No tengo grandes cosas que contarles, apenas viajé algo con la Neuronita que quería conocer algo más sobre los Faros en las costas de mares bravíos, en cuanto juntemos algo de fuerzas les contaré, si?
Pero al menos intentamos balbucear estas palabras por si precisas


Un poco de compañía

Estoy aquí, a tu lado.
Perdona que no tenga
grandes cosas que contarte.
Pero permíteme sentarme,
callada y quietita,
y acompañar tu soledad
si lo precisas.

Tal vez la inquietud y
el dolor de corazón
estén espinando tu alma.
No puedo curar tu herida,
pero puedo acompañarte
y dejar tu nombre amado
ante el trono del Excelso
que te mira con ternura
y ´salva a los que aplastados
en espíritu están.´
(Salmo 34:18)

No tengo grandes cosas que contarte,
pero déjame recordarte esta promesa
que consuelo y paz me dio:
Jehová con amor te mira
y es Él quien te dice
´yo mismo no me olvidaré de ti.
(Isaías 49:15)

Déjame quedarme,
aunque sea callada y quietita,
y traerte un poco de compañía,
y dejar en tus manos un colorido ramo
de flores de esperanza y consuelo
que sembró para nosotros
en Su Palabra, el Dios del cielo.

Dáleth
07-09-09


Bueno, este intentaba ser solo un saludo breve y al final termino pensando en voz alta…o mejor dicho…pensando por escrito.
Gracias por permitirme acompañarlos en la distancia, ojalá puedan las palabras tratar de devolver algo de todo el bien que su cariño me acerca cada día.

Uy…no sé en qué momento se escapó el día…ya la noche está dormida y el alba está alistándose para entrar en escena…me voy a acostar para que no me sorprenda enredada entre anhelos y palabras que les dejo para que les acerque el viento…