lunes, 15 de febrero de 2010

Anécdotas en el Hospital



Una refrescante lluvia de verano está dejando oír su melodía como música de fondo e incentiva a escribirles y acercarles algunas las simples cosas vividas estos días, que van formando la vida de quien les escribe: simple y sin grandes historias por contar; son sólo vivencias hilvanadas en un etéreo y frágil collar de caracolitas que deseo compartir con ustedes en rueda de amigos, sin distancias ni fronteras.

Justo la semana en que me internaron, nos entregaron la cama ortopédica. Ya llevaba unos meses durmiendo en la silla de ruedas – camita por la dificultad para respirar. Intentaba dormir en la cama común, llena de grandes almohadones para sostenerme, pero siempre me despertaba sin aire, a pesar del respirador, porque en dormida resbalaba y no podía mantenerme sentada para respirar mejor.
Ahora estoy más cómoda…bueno, dentro de lo que se puede: a estas alturas ya he tenido que acostumbrarme a dormir sentada, respiro mejor, pero nunca descansa la espalda y el cuerpo, y el dolor siempre aumenta…en fin…es otra cosa que no podemos cambiar por ahora, sólo aceptarla y adaptarse.
Pero estoy muy agradecida por mi camita. Ya esta habitación ha sufrido tantas modificaciones que parece una de hospital: 2 sillas de ruedas, respirador y cama ortopédica. Pero también está llena de adornos y detalles que le dan un toque de calidez y ternura: posters con paisajes, peluches y muchos recuerditos que enviaron algunos de ustedes desde lugares muy lejanos: son mis pequeños tesoros, no tienen precio en los afectos.
La foto adjunta muestra cómo quedó ahora el rincón desde donde les escribo.

La estadía en el hospital dejó un saldo muy positivo en lo que a dar un buen testimonio se refiere: el amor en acción por parte de los hermanos locales dejó una impresión muy profunda en quienes nos rodeaban y miraban asombrados.Por lo general me internan en una sala de cuidados intensivos y allí no hacen falta cuidadores, estoy aislada. Pero esta vez estuve en una sala compartida con 6 camas, cada una con su cuidadora. Así es que hubo muchas oportunidades para compartir, en sentido físico y espiritual.

Me daba mucha pena ver cómo se quedaban al lado de su ser amado, cuidándolas noche y día sin que nadie les releve, a veces por varios días seguidos. La mayoría venía desde lejos, algunos a más de 200 km de aquí y sus familiares no podían hacer el recorrido diario para turnarse.Al lado de mi cama, primero había una abuelita muy delicada. Sus 3 hijos hacían turnos de 4 días seguidos pues viven a unos 90 km de aquí. Fue muy triste y doloroso verla sufrir, tanto a ella como a sus hijos, y a pesar de todos los esfuerzos, la derivaron a terapia intensiva y lamentablemente falleció.
¡Cuánto necesitamos el Reino! Duele tanto el dolor ajeno y es tan grande la impotencia para ayudar…sólo Jehová puede hacerlo y lo hará, a su debido tiempo…

Luego, a esa cama vino Karen, una jovencita de 14 años, diabética. Su abuela no se separó de ella toda la semana que estuvo allí. Ellas también venían desde un pueblito a casi dos horas de viaje de la ciudad.
Y enfrente de mi cama, estaba una dulzura de abuelita: Nely, con un poco de Alzehimer, llevaba 3 meses internada esperando que la operen para sacarle una prótesis de cadera que se le infectó. Su única hija: Daniela, llevaba todo ese tiempo cuidándola, ella solita, no tenía a nadie más que la ayude. Todo ese tiempo ha estado dividida entre cuidar a su mamita y el no poder atender a sus 5 hijos y esposo que viven en otra ciudad.Me dolía mucho verla dormir dobladita en una silla, o a veces, cuando no daba más, acostarse un rato en el suelo para estirarse un poco. Es una joven muy sacrificada y abnegada. Me encariñé mucho con ella y nos ayudó cuando nos fuimos, hasta hizo parar el taxi. Lloramos al abrazarnos y despedirnos.

Cuando recién llegamos a la sala, fue una grata sorpresa verla leyendo una Biblia, una paciente evangelista se la prestaba (con esa señora también tuvimos una linda experiencia, pero será para la próxima).No se imaginan el amor con que abrazó su propia Biblia cuando se la dimos, nos pidió que le escribiéramos una dedicatoria, así es que Damita y yo le escribimos algo. A ella también le dejé el libro Enseña y algunas revistas.
Cuando Karen, la jovencita que estaba a mi lado, vio el libro, se lo pidió prestado y lo tenía todo el día. Así es que también le dimos a ella su propio ejemplar y luego un libro Los jóvenes preguntan. Era un placer verlas leer los libros y la Biblia y hasta oírlas contarles a otros sobre lo que leían, ya sean médicos, visitas u otros pacientes.¡Ya estaban predicando!

Les decía que el amor de los hermanos fue un gran testimonio, pues era la única paciente que tenía 3 turnos diarios de cuidadoras, aparte de la familia, y en los horarios en que estaba permitido, estaba siempre rodeada de visitas, incluso muchos hermanos que no conocía personalmente pero se hicieron presentes al saber que estaba internada allí. Sin contar las continuas llamadas y mensajes de textos al celular de hermanos y amigos, no solo de la ciudad, sino de ciudades distantes, como Buenos Aires, Bahía Blanca y hasta desde Guatemala (gracias querida Evelyn)
Al ver todo eso, Daniela, quien cuidaba ella solita a su mamá, dijo:

-“¡Yo me voy a hacer Testigo! ¡En mi iglesia no son así!”
En varias ocasiones mencionó lo diferentes que somos, hasta nuestros jóvenes, y el amor, respeto y cariño con que nos tratamos. Realmente, el amor distingue al pueblo de Jehová y adorna la enseñanza.

Una sorpresa muy grata, fue la visita de Sonia y Fredy, quienes viven en España y estaban de paseo por estas tierras. La emoción de poder abrazar y conocer en persona a quienes solo hemos tratado por mail, es inmensa. Ha sido un mimo extra de Jehová el contar con su compañía y feliz visita.
¡Cuántos encuentros y abrazos nos esperan en el Paraíso con cada uno de ustedes!

Mi situación física no mejora, todo este tiempo ha sido solo de estudios y estamos esperando que se apruebe el traslado al Hospital Italiano en Buenos Aires, es un trámite que normalmente demora.Mientras estoy callada y quietita en la cama, estoy relativamente bien. Pero las hermanas que me cuidaban se sorprendían al ver cómo quedo de agotada ante el más mínimo movimiento: ir al baño o subir a la cama y tratar de acomodarme, comer o conversar un rato… parece que corriera una maratón y quedo sin aliento.
Son cosas que no se ven en un mensaje escrito, solo quien está físicamente aquí lo ve. No hay palabras para describir el agotamiento extremo que supone hacer hasta lo más común y trivial para una persona sana.

Pero con la ayuda de Jehová, hemos aprendido a conservar el gozo en medio de adversidades y disfrutar de todas las dádivas buenas de cada día.
Una mañana un doctor se sentó a mi lado, me tomó la mano y preguntó cómo me sentía.

-“Físicamente muy mal, pero los ánimos están muy bien. No lloro por lo que no puedo, sino que doy gracias por lo que todavía puedo hacer”, le dije.
Se quedó pensando y me dijo:
-“Es muy sabio lo que acaba de decir, siga así, esa actitud la va a ayudar”

Otra doctora me preguntó si hacía terapia o recibía ayuda psicológica. Le respondí que no porque anímicamente estoy bien.
-“Por eso le pregunto, pensé que recibía ayuda”
Le expliqué que es la fe y confianza en Dios lo que me sostiene y tuvimos una linda conversación.

Por supuesto, no estamos libres de angustias, en realidad son cotidianas, pero a pesar de ellas, podemos conservar el gozo: “Ciertamente estaré gozoso y me regocijaré en tu bondad amorosa, puesto que has visto mi aflicción; has sabido acerca de las angustias de mi alma.” (Salmo 31:7)Sí…”Si no hubiera sido porque Jehová me dio auxilio, en poco tiempo mi alma habría residido en el silencio.” (Salmo 94:17)

Siempre al poner en la balanza lo vivido en el día, pesan más las dádivas buenas de parte de Jehová, su consuelo, ánimo y esperanza, que todo el dolor del día. Claro, no hay que dejar de esforzarse y si es preciso, obligar a los pensamientos a centrarse en esas cosas y no en todo lo que nos derriba. Y Jehová bendice esos esfuerzos con paz.¡Cuánta fortaleza y consuelo derivamos de la oración!
A diario pedimos:

Sostenme

Bendito Jehová,
hacia ti mis manos se extienden
en busca de guía y favor.
Llagadas están, como todo este cuerpo
de dolor lacerado.
Escucha, por favor, mi gemir,
Sostenme en el tierno hueco de tu mano.
No me dejes, Dios mío,
que sea tu paz la que prevalezca
sobre las oleadas de angustia
que azotan la mente.

Que sea siempre tu Nombre santo
Faro y amparo en medio de tempestad,
recordatorio eterno de que serás
todo lo que sea preciso ser para
tus propias promesas cumplir.

Amoroso Dios,
sostenme por favor,
sólo soy barro diluido
que por inmerecida bondad tuya
aún vive y anhela
servirte por la eternidad.

Nancy
15-02-10


La madrugada avanza y la lluvia no cesa, vuelvo a mi camita pero aquí les dejo algo del sentimiento vivido estos días, gracias por permitirme compartirlo…

domingo, 7 de febrero de 2010

De regreso..con canto, tejidos y palomas...





¡De nuevo en casita! ¡Al fin! Esta vez no hubo tiempo de anticiparles que estaría ausente unos días, esta internación fue inesperada y súbita y apenas nos dio tiempo a preparar un bolso y ya estaba la ambulancia en la puerta para llevarme.
Había pasado un mes en casa desde la anterior estadía en el sanatorio, estaba muy mal y no había vuelto a tener ningún control médico porque ya no podía moverme. Le pedí a mi médico de cabecera si podía él venir a casa, dijo que sí, pero a los 3 días llamó diciendo que él podía venir pero que no íbamos a solucionar nada así. Dijo: “Te pido un favor como amigo: tenés que internarte para que te vea aquí, en el Hospital y te hagan todos los estudios y ver qué pasa, pero tiene que ser YA. Ya hablé en el Hospital y te están esperando, ya está la cama lista”.
La verdad es que casi lloro, se me hizo un nudo en la garganta porque ya no quería internarme más, la pasé muy mal la última vez y ya no quería más experimentos. Pero también le había pedido a Jehová que me ayude porque me sentía muy mal físicamente y estaba sin ninguna atención médica y a esto hay que seguirlo de cerca. Así es que esta parecía ser la respuesta. Y así fue.

Me internaron el 20 de enero y regresé ayer (5 de febrero) en la tarde, luego de 16 días. Han pasado tantas cosas que no sé por dónde empezar. Sobre todo, tengo mucho, mucho que agradecer: a Jehová por su cuidado tan tierno, por sostenernos y darnos fuerzas, ánimo y la salida en todo momento; a los hermanos de varias congregaciones por la contención emocional y ayuda práctica y hacer 3 turnos diarios para cuidarme; a los médicos por la preocupación e interés que mostraron, a las enfermeras, personal hospitalario y hasta otras pacientes y sus cuidadoras con quienes compartimos la sala que tuvieron siempre buena disposición para cooperarme en cualquier cosa ya que no podía moverme y había un ambiente distendido y amable.

Es verdad, uno tiene que poner de su parte y permitir siempre lugar a una sonrisa, a tratar con bondad y gratitud a los demás e interesarse genuinamente por otros. Y todo lo que damos con cariño siempre vuelve. A tal punto que fue la primera vez que me despedí llorando al salir. Es que esta vez no estuve aislada en cuidados intensivos y pude compartir más con otros y todos fueron muy buenos conmigo y les estoy muy agradecida.

Algunos médicos fueron a despedirme, me dieron sus teléfonos celulares y correo electrónico para que los mantenga informados de cómo sigo. Lo mismo hicieron algunas pacientes y sus cuidadoras que fueron muy bondadosas. Siempre trataba de compartir lo que tenía con ellas, desde comida hasta alimento espiritual: con la ayuda de Jehová y la familia que traía lo que les pedía, pude dejar dos libros Enseña, Los jóvenes preguntan, 5 revistas y una Biblia, y Damita llevará estos días un Aprendamos del gran Maestro y un libro Felicidad Familiar para una cuidadora.

No modificaron el tratamiento por ahora, estamos en una etapa solamente de estudio e investigación profunda: replanteando el diagnóstico. Hace tiempo que mi médico de cabecera dice que tal vez estemos ante una enfermedad que aún no se ha descubierto: Le dije en broma que tendrían que ponerle mi nombre ya que la habría padecido tanto tiempo sin saber. Pero luego de uno de los Ateneos que hicieron los médicos para tratar mi caso, la doctora jefa de la sala me dijo que le pondrían “Síndrome de Luna” (mi apellido de soltera).
Yo me reí y ella me dijo: -“¡En serio!”

Se están manejando varios posibles diagnósticos, descartando alguno que tenía y sugiriendo otros que no tenía ni idea que existían. Pero hasta que no terminemos con todos los estudios no hay una opinión concluyente sobre qué es exactamente lo que piensan que tengo, están investigando todo a fondo. Me vieron médicos Clínicos, neurólogos (por la debilidad muscular), neumonólogos, gastroenterólogos, oculista, cardiólogos, etc, etc. Hicieron una infinidad de estudios, todos los días me hacían algo, hasta el último día.

Quedan pendientes dos resonancias magnéticas para la otra semana y así tener todo listo para enviarme a Buenos Aires, al Hospital Italiano para completar otros que no se hacen aquí, entre ellos, otra biopsia de músculo.
Nos sorprendió el interés de los médicos, ya que el jefe de piso, un profesor muy respetado, y la jefa de la sala, fueron personalmente en taxi a la obra social que tenemos para gestionar mi traslado a Buenos Aires, a más de 1000 km de aquí. Me avisaron cuando regresaron. Prepararon una carpeta bien documentada y la presentaron ayer. Ahora tenemos que esperar pues es un trámite que puede llevar una o dos semanas.
El pedido de traslado en avión incluye a un médico y un acompañante. Esperemos a ver qué pasa.
Mientras tanto, me enviaron a casa para que no esté tan expuesta por la inmunosupresión.
Los doctores me dicen que tenga paciencia y yo les digo que no hay problema: llevo casi 17 años teniendo paciencia con esto, así es que no hay problema, que estudien tranquilos nomás. Están muy intensados en buscar una manera de mejorar mi calidad de vida y se los agradezco.

Pero me quedé pensando cómo una misma cosa puede generar sentimientos muy opuestos. Cuando les avisé por teléfono a mis padres que esa tarde me enviaban a casa, yo estaba feliz, pero ellos quedaron muy angustiados, pobrecitos. Entre sollozos, luego me explicó el por qué mi mami:
- “Es que pensamos: cómo pueden mandarla así a mi hija, sin algún tratamiento nuevo, cómo si te abandonaran porque no hay más que hacer”

Lo mismo sintió don Pedro, un vecino que nos quiere mucho, su esposa era Testigo y falleció hace poco. Me llamaba por teléfono a menudo y siempre terminaba llorando, por más animosa que estuviera para que no se ponga mal. Cuando supo que me enviaban a casa y que solo me habían hecho estudios y que faltan más, les dijo llorando a mis padres: “Cómo pueden hacerle eso a mi muñequita, cómo la van enviar así!”

Así es que traté de explicarles a todos que en realidad los médicos hicieron mucho: están estudiando a fondo, desde cero, replanteando todo para ver qué es exactamente lo que tengo pues es muy raro todo: hay cosas típicas de varias enfermedades, un poco de cada una y quieren ver cómo manejar esto para lograr alguna mejoría.

Estoy tranquila, los dolores y el agotamiento siguen igual, pero sé que Jehová está guiando las cosas para que pueda tener algún alivio en este sistema mientras esperamos la vida que realmente lo es. Siempre se lo pedimos en oración, que guíe nuestros pasos y les dé la sabiduría a los médicos para que puedan hacer más llevaderos estos días antes del paraíso.
Así es que sólo tenemos que esperar y mientras tanto, seguir fortaleciéndonos para poder aguantar con ánimo, recordando las palabras de David: “Espera en Jehová; sé animoso, y sea fuerte tu corazón. Sí, espera en Jehová.” (Salmo 27:14)

Y tratando de hacer algo productivo en la espera, retomé el tejido del mantel que hace años quedó como sinfonía inconclusa porque se me había acabado el hilo y no encontraba el mismo. Pero le pedí a mi querido Waldo que me compre alguno lo más parecido para darle el punto final, y si es posible, me encantaría que vistiera la mesa de nuestra Conmemoración este año, sería un gran privilegio. Así es que esa es una fuerte motivación para tejer cada día a pesar del agotamiento y el dolor. Claro, tejo unos puntos y descanso dos horas, pero despacio se llega lejos. Una tía me hizo dos almohadones a medida para que pudiera apoyar los brazos y sostenerlos en la cama para poder tejer (“tejido en braille” le digo yo, jaja… tejo de memoria porque veo todo tan borroso…)
Les adjunto unas fotitos en el Hospital, con Waldo y el mantel a crochet, Jehová mediante, cuando esté terminado se los mostraré bien, si?

Una visita cotidiana que le daba un toque de ternura a los días, era la de una parejita de palomas que se acercaban al amplio ventanal de la sala. Yo estaba encantada, una de las pacientes les daba de comer, pero un doctor le dijo que no lo hiciera porque ensuciaban y promovían enfermedades…pero son tan lindas…Damita les tomó una fotito, se las comparto, como todo lo que me gusta y hace bien.

Después de tantos días sin poder oír las reuniones por teléfono, fue refrescante y fortalecedor disfrutarlas en la noche. Justo la letra de uno de los cánticos nuevos, una vez más, hizo que las lágrimas rodaran solitas e hicieron que el canto fuera solo un murmullo ahogado. En parte dice así:

2 - En la tormenta no has de perder la calma:
el nuevo mundo ya puedes divisar.
Esta esperanza es el ancla del alma
que te protege de naufragar.

Estribillo:
¡Canta feliz, pues el Reino está aquí
y Cristo nos brinda un gran porvenir!
Ya no verás más dolor ni maldad;
sé fuerte y aférrate siempre a Jehová.

Cántico 129:
Aferrémonos a nuestra esperanza
Hebreos 6:18,19

¡Bellísimo!...y tan oportuno...ahhh...son una bendición estos cánticos...

Aún no logro ponerme al día con tantos mensajes llenos de amor que enviaron, Damita los imprimía y llevaba al Hospital y no tienen idea de cuánto bien le hicieron a este corazón cansadito y a toda mi familia, y hasta fue un estímulo para las hermanas que me cuidaban que también los leyeron.Es maravilloso palpar el amor entretejido en nuestra hermandad mundial, reflejo del Dios al que servimos y amamos. Gracias por estar a nuestro lado con sus oraciones y pensamientos y llenar de lucecitas de colores nuestros días grises.

Quedan algunas cositas más por contarles, pero será en otra para no cansarlos.
Waldo, Damita y mis padres les dejan también su cariño y gratitud por todo el amor expresado en sus mensajes, y yo les dejo un abrazo muy fuerte y eterna gratitud por su amistad, amor y oraciones...por estar aquí siempre...a mi lado...donde sea que vaya...los quiero muchísimo...Jehová me los cuide siempre...ya falta un día menos...