sábado, 19 de febrero de 2011

Entre lluvia y tejidos...




Sigue muy lluvioso este verano. Los ríos de la provincia que estaban secos ahora ya casi desbordan de sus causes. Me preocupaba que los animalitos del campo y las montañas no tuvieran agüita para beber y ahora me preocupa que no vayan a ahogarse.
En fin, es sólo un ejemplo más del desequilibrio de los tiempos que vivimos.

Ya cambiaron todos los cables y postes telefónicos en cuatro manzanas a la redonda así es que ya puedo escribirles desde casa.
Gracias a Jehová la mejoría persiste y puedo asistir a todas las reuniones. A veces me animo a regresar caminando, sin la silla de ruedas, a veces puedo y otros necesito ayuda, son sólo unas cuatro cuadras desde casa al Salón.
Aunque mejoré mucho y ya camino un poco más, aún no puedo mantenerme parada, quieta en un solo lugar, por más de unos minutos, los músculos no me sostienen y se agotan. En el Salón voy saludando a todos y puedo detenerme a conversar porque hay sillas por todos lados y puedo sentarme a cada rato.
Aún persiste la pérdida de sangre digestiva baja, ya es algo crónico. Más adelante habrá que controlar de nuevo la anemia.

Estoy preparando unas tarjetitas para llevarles a los vecinos que siempre preguntaban por mí o venían a casa a verme, incluido un médico amigo que vive a una cuadra que siempre me atendió de urgencias desde niñita con las frecuentes crisis asmáticas de madrugada. Es médico clínico y cirujano, me operó varias veces, la primera vez a los ocho años de una apendicitis severa. Con el tiempo, fue él quien hizo la cesárea para que naciera Damita, él la recibió.
Y últimamente me aplicó las primeras diez inyecciones de hierro y no quiso cobrarnos. Se va a alegrar de verme mejorada.

Quiero visitar a los que viven cerca, regalarles una tarjetita de agradecimiento con algún texto (además de alguna literatura bíblica) y predicarles, como son conocidos puedo pedirles con confianza una silla para descansar mientras hablemos. Luego les contaré como va todo con la ayuda de Jehová.

Ya estoy dándole los retoques finales a otra remera tejida. Ya tendría que haberla terminado pero me entretuve viendo si me salían algunas cositas que nunca hice, unas artesanías, miniaturas en crochet. ¡Y salió! Bueno, recién estoy incursionando en ese tema y me encantó. Por ahora hice una cajita redonda y un aljibe (pozo de agua) con una enredadera con flores, todo al crochet. Les dejo fotitos del proceso. Se teje cada pieza por separado, luego se almidonan y dejan secar para endurecerlas y recién se arman. Estoy agradecida de haber podido hacerlas. En casa dicen que se venderían bien así es que espero preparar algunas. Espero les gusten:







Estos días de persistente lluvia me hicieron recordar un poema muy bello de Lira, si bien le habla a los niños en principio, nos viene muy bien a todos. Se lo pueden regalar a sus hijitos o los de su congregación o a ustedes mismos, son palabras y pensamientos que acarician el alma y elevan el pensamiento a las altas esferas celestiales, mientras conversamos en una:


Tarde lluviosa

La tarde es gris y llueve,
regaña sin cesar la voz del viento
No podrás ir al patio con tus chiches.
¿Verdad que sería lindo oír un cuento?
Pero mejor aún si es una historia
repasando las cosas que por ciertas
tienen vida y fulgor en la memoria.
Jesús amó a los niños;
en su ocupada vida de profeta
hubo lugar para ellos.
A gente que de él los apartaba
pensando que le hacían perder tiempo,
Jesús amablemente le decía:
“Dejen venir a mi a los pequeñuelos,
e imítenlos también si ustedes quieren
pertenecer al Reino de los cielos.”

Hubo niños, testigos oculares,
en las horas dramáticas, brillantes,
de todo su glorioso ministerio.
Se sintieron rodeados por sus brazos,
se apoyaron confiados en su pecho;
callaron para oír sus oraciones
y con sus padres el amén dijeron.
Hubo niños atentos escuchando
aquél Sermón del Monte que aún perdura
sentados frente a él en la ladera.
Su voz se amplificó en la hondura
entre una muchedumbre estremecida
que oyó un mensaje antes no igualado
conmoviendo la tierra adormecida.
Hubo niños de ojos deslumbrados
contemplando sus obras milagrosas
y comiendo del pan multiplicado.
Lo vieron devolver vista a los ciegos,
curar a los enfermos y aún más,
restaurar al inválido a quien dijo:
“Levanta la camilla en que te traen,
emprende tu camino y vete en paz”.
Entre la multitud emocionada
que vio abrirse una tumba allá en Betania
y a Lázaro saliendo entre sudarios
sin explicarse aquella escena extraña;
había niños también que atesoraron
ese raro recuerdo hasta la muerte,
y en sus años maduros lo narraron
vez tras vez con su deleite.
Lo vieron cabalgar sobre el pollino,
como rey fidedigno lo loaron;
creyeron que Jehová lo había enviado
y con ramas de palma lo alabaron.
Entendían tan bien sus enseñanzas
que Jesús lo admitió públicamente
dando gracias al Padre por los niños
que eran sabios, aún más que los sabios,
y excedían a muchos por prudentes.
Fue a la casa de Jairo sin tardanza
cuando su hijita enfermó de muerte.
Doce años tenía la pequeña.
El Cristo la encontró fría e inerte.
La multitud llorosa quedó afuera
levantando plañidos lastimeros.
Jesús tomó la mano de la niña
diciéndole a la vez: “Tál·i·tha cú·mi”;
“¡Arriba muchachita!” en arameo.

Suponte que hoy mismo tú estuvieras
en un trance mortal,
y una mano muy firme te levanta
y una voz amorosa de despierta,
liberando tu cuerpo de ese mal;
¿podrías olvidar ese momento,
o rehusar tu alabanza y tu obediencia
a un Dios de amor que no olvidó tu nombre
ni despreció el valor de tu existencia?
Sin duda, fueron muchos de esos niños
más tarde, los valiente misioneros
que persistieron en el curso bueno,
sin apartar sus pasos del camino
que marcara el preciado Nazareno.

¡Mira! No llueve más.
El sol entre las nubes se ha asomado.
Puedes salir al patio y mientras juegas,
piensa en aquellos niños del pasado.
Jesús reina en los cielos y su trono
de encuentra más allá de las estrellas.
Desde allí él ve lo grande y lo pequeño.
Él te conoce a ti, conoce a todos
los que hoy persisten en seguir sus huellas.


Mateo 19:13,14; Mateo 11:25; Mateo 14:21; Marcos 5:41

Álef Guímel

Del libro “Tiempo de Reunir Piedras”


¡Qué belleza de poema!.

Mientras estudiábamos el artículo de La Atalaya de esta semana, al hablar de Jesús y sus palabras a la hijita de Jairo, les dije a Waldo y Damita:

- “A mi también me dijo: “Tál·i·tha cú·mi”;
(“¡Arriba muchachita!” en arameo.)”



Sí, estoy muy agradecida por estos días, levantada del polvo.

Un abrazo muy fuerte salpicado de gotitas de lluvia…

martes, 8 de febrero de 2011

Extrañándolos...fotos y vivencias...



Martes 8 de Febrero

Al fin después de tanto tiempo puedo comunicarme con ustedes. Waldo me trajo a un ciber en taxi y se fue a hacer unos trámites mientras yo trato de ponerlos un poquito al día en esta ausencia involuntaria. Les dejo un mensaje que les escribí en compu el domingo contándoles lo que sucede, lo traje en un pen drive para traerles fotitos también:

Domingo 6 de Febrero

Extraño mucho comunicarme con ustedes. Ya van dos semanas que estamos sin teléfonos, y por ende, sin internet, en toda esta zona. El calor ha sido muy agobiante, el clima sigue cambiando, es otro síntoma de que el planeta tiene fiebre, y pasamos de sequía a demasiadas lluvias, caídas de granizo y fuertes vientos.

Esas fuertes tormentas han ocasionado caídas de árboles, los que, a su vez, al caer sobre tendidos de cables de electricidad y teléfonos han causado cortes de dichos servicios en distintos lugares de la ciudad.

Ésa es la razón por la que estamos incomunicados ya por dos semanas. La empresa de teléfonos está trabajando, están cambiando varios postes y haciendo un nuevo tendido de cables. Un poste a la vuelta de casa se incendió y tuvieron que venir los bomberos a apagarlo. Desde ese día no puedo comunicarme con ustedes. El ciber más cercano, a poco más de una cuadra, también está afectado y no funciona.

Así es que, hasta que arreglen todo, les iré escribiendo, a modo de diario para tenerlo listo para enviárselos apenas se pueda.

Han pasado muchas cosas todo este tiempo. Gracias a Jehová la salud sigue estable y puedo asistir a todas las reuniones, comentar, cantar y orar junto a mi familia y todos los queridos hermanos de nuestra congregación.

Estoy caminando más y cuando puedo voy caminando al Salón del Reino pero apoyándome en mi silla de ruedas, voy empujándola a la vez que me sirve de apoyo ya que tengo poca estabilidad y Waldo y Damita van uno de cada lado, listos para ayudarme. De tanto en tanto nos detenemos y me siento un rato para descansar y juntar fuerzas para el siguiente tramo.

Al principio me daba vergüenza salir así porque temía que quedara medio ridículo que fuera empujando la silla vacía y me siente a descansar y vuelva a levantarme y seguir. Pero los vecinos se alegraron mucho de verme así y nos saludan al pasar. Los hermanos también se alegraron y nos arropan con su cariño. A menudo nos dicen, tanto los hermanos como los vecinos y parientes no testigos, que es un milagro que esté así. Y yo estoy muy agradecida a Jehová porque sé que solamente Él puede haber dado este alivio en medio de tanta aflicción, mientras esperamos el día en que, definitivamente, bajo su Reino, `Jehová dé alivio a los mansos´ que lo buscan. (Salmo 147:6)
En este tiempo también he podido terminar el tejido que estaba haciendo y les mostré el comienzo anteriormente. Hace unos diez días vino mi hermana con su hijo a visitarnos en nuestra reunión, ellos pertenecen a otra congregación y otro circuito, así es que aprovechamos la ocasión para tomarnos unas fotos en familia. Allí estrené la remera tejida. Les dejo esas fotos familiares, mi querido Waldo estaba de viaje por eso no aparece. Fue a ver a sus padres a Cochabamba, Bolivia, pero ya está de regreso:




La vez pasada les conté de Carmencita, una hermanita mayor a quién le amputaron ambas piernas debido a la diabetes. Tuve el privilegio de estudiar con ella hace más de veinte años, antes de casarme. Acompañaba a las hermanas que le conducían el estudio y muchas veces lo hacía yo, además de ir otro día a ayudarla a preparase para las reuniones. Ella no sabía leer ni escribir cuando aprendió la verdad pero puso tanto empeño en aprender todo que pronto estuvo leyendo su Biblia, estudiaba todo y tenía una letra hermosa al escribir. Fue un privilegio estudiar con ella y luego predicar juntas. Jamás imaginamos que con los años perdería sus piernitas. Es un estímulo muy grande tan solo verla en su silla de ruedas presente en las reuniones a pesar de sus limitaciones y de que nadie más en su familia adora a Jehová.

Les dejo esta foto para que la conozcan, estamos con mi mami:


En otra entrada anterior también les conté de José, el joven que venía a casa a estudiar con Abel, el hermanito que le conducía el estudio y quien tuvo la bondad de hacer ese arreglo para que yo pudiera participar.
Aquí hay fotos de entonces, de cómo estaudiábamos con Abel y José:   http://paginasdenancy.blogspot.com/2009/05/anecdotas-familiares-en-otono.html

Desde octubre del año pasado, José ya es nuestro hermano, se bautizó en la asamblea de distrito que tuvimos entonces. Ha sido un privilegio muy grande y causa de gozo verlo crecer espiritualmente, es un hermanito muy servicial, siempre dispuesto a ayudar a los demás, especialmente a los enfermos y hermanos mayores. Ha sido una bendición de Jehová conocerlo y verlo asirse fuerte de nuestro Dios para servirle. Les dejo una foto reciente junto a él en una reunión:



Me hubiera gustado escribir aunque sea un breve poema para despedirme por ahora, pero parece que la Neuronita también está sin conexión. Pero les dejo un texto que expresa lo que siento de la manera más bella y mejor que mil poemas...así es la Biblia: tan sólo un versículo expresa más que mucho escribir y decir nuestro:


Vida y bondad amorosa has obrado conmigo;
y tu propio cuidado ha guardado mi espíritu.

(Job 10:12)


Gracias y miles de gracias por sus mensajes y preocupación, apenas pueda iré respondiéndoles.Los quiero mucho y recuerdo siempre con amor...