Siempre dije que no sé qué dolió más cuando enfermé con todas estas cosas, 18 años atrás: si el dolor de la enfermedad en sí mismo, o el dolor de ver truncados los anhelos para nuestra familia: poder servir de precursores, los tres, durante todo lo que duren los días antes del Paraíso.
Waldo ya había servido unos nueve años de tiempo completo, incluso un año de precursor especial asignado a Potosí, Bolivia, a más de 4.000 metros sobre el nivel del mar.
Mientras tanto, yo servía de precursora regular por aquí, del otro lado de la frontera dibujada en los mapas pero no en el sentir del pueblo del Altísimo a quien le pertenece tierra y mar.
Así es que el vivir como precursores en familia era lo que naturalmente anhelábamos. Ésa es una de las espinas más hondas que lleva clavada este cactus que les escribe.
Pero, Jehová mediante y sólo por su ayuda y poder, espero aunque sea servir de precursora auxiliar este mes de abril en que el requisito de horas será menor. Hasta hace contados meses parecía que la lucha por seguir viviendo estaba casi perdida. Por bondad inmerecida sigo aquí y he salido de ese tiempo tan crítico. Claro, no estoy curada, eso será en el Paraíso, pero estoy mejor y tengo mucho que agradecer.
Ya firmamos las solicitudes para el precursorado auxiliar en abril, así es que Waldo, mi mami y yo acompañaremos a Damita aunque sea este mes. Estoy buscando la manera de hacerlo, no será fácil porque no puedo salir de casa en casa, no puedo hablar más que unos minutos sin que me falte el aire y me agote, tampoco puedo sentarme bien a una mesa y escribir cartas porque parece que se desgarra la espalda al estar sentada en posición erguida, y escribir a mano es muy doloroso. Tampoco puedo moverme mucho, sólo guardo fuerzas para asistir a las reuniones todo lo posible, estos días el dolor en todo el cuerpo recrudeció, es que ya no estoy tomando corticoides y otras cositas que amordazaban un poco los síntomas.
Así es que…¡tendrá que ser un territorio online: cartas virtuales, por correo electrónico! ¡Sí! Eso sí puedo hacer desde mi rincón. Ya estoy haciendo una lista de personas a quienes escribir, entre ellos, médicos y pacientes que conocí en las internaciones y otros con enfermedades similares que también están luchando para seguir adelante y necesitan consuelo.
También espero seguir acompañando a Damita a un estudio suyo al que vamos en taxi y nos espera y estar en la predicación telefónica todo lo que pueda.
Oramos que Jehová bendiga los planes y nos dé las fuerzas para servirle. Y bendiga los esfuerzos de cada uno de sus siervos alrededor del mundo.
Este tiempo he andado tejiendo mucho y mi brazo ya no quiere moverse, lo siento como si estuviera en carne viva, como herida abierta que no sana aunque por fuera no se note nada. Pero descanso un poco y apenas puedo…¡sigo!
Le hice un saquito de media estación para Damita, no se notan los detalles en las fotos pero algo se ve:
Este mes de actividad aumentada a nivel mundial me recuerda a las vueltas finales que dieron los israelitas alrededor de Jericó y ese grito final justo antes de su desplome. ¿Cómo nos verán Jehová, Jesús y los ángeles en este tiempo? ¿Y a los amigos que aún estén vacilantes?
Es tiempo de definiciones, de extender:
Un manto de alabanzas
¿Cómo se ve desde las solemnes alturas
el trajín presuroso
de estos días plenos de actividad?
El tiempo se agota,
un mensaje urgente la tierra cruza,
las islas lo esparcen,
atraviesa montañas y mares
y a todo rincón llega el anuncio gozoso,
que trae consuelo, esperanza y paz:
El Cristo gobierna,
la hora señalada a las puertas está,
el Nombre Divino es santificado
por toda la eternidad,
Jehová vindica por siempre
su justa soberanía…
y tú…¿dónde estás?
Corta las amarras
que a este vano mundo te atan,
no permitas que efímeros espejismos
empañen tus ojos y no puedas ver
el Paraíso que ante ti está.
Tu Padre que mira desde el cielo
tu andar vacilante
tiene los brazos extendidos
con una prenda de misericordia
si tu corazón completo le das.
Se acaba el tiempo, todo lo muestra:
profecías que se cumplen
y este planeta que no da más.
Ven, cantemos felices
por el Reino que nos da Jehová.
Tejamos juntos un manto de alabanzas
que envuelva tierra y mar.
El tiempo se agota,
un mensaje urgente la tierra cruza,
las islas lo esparcen,
atraviesa montañas y mares
y a todo rincón llega el anuncio gozoso,
que trae consuelo, esperanza y paz…
Que así sea como nos vean
desde las solemnes alturas
el Rey de la Eternidad
y su Príncipe de Paz.
Dáleth
30 - 03 -11
Que Jehová bendiga todos los arreglos y esfuerzos de sus siervos de mar a mar y hasta los cabos de la tierra, y que al mirarnos su corazón se regocije y nos dé las fuerzas y su espíritu para sumar nuestra pequeña voz al coro universal que lo alaba con amor…