Y…se están cumpliendo los pronósticos sobre que este seria el invierno más intenso de la década. Llevamos varios días con temperaturas y/o sensación térmica bajo cero. Menos mal que al menos hay sol, bueno, eso dicen, yo no salgo de mi rincón ni abrimos la persiana, pero al menos una vez al día trato de ir al patio a ver a Lulita, que está poniéndose al día, tomando sol con su pancita al viento. Si mamá me ve salir, aprovecha para hacerme ver alguna planta que floreció, (hay un cactus chiquito muy bonito, con flores diminutas que me encanta). Son salidas muy breves, escasos minutos pero los disfruto.
Muchas veces ella me llevó a la cama macetas grandes, colgando de flores, para que las viera cuando no podía levantarme.
Llevo varios días muy engripada y con faringitis, Damita también, ella está tomando antibióticos y ya está mejorando. Yo prefiero tomar medicamentos homeopáticos, van más lento pero al menos no dañan el estómago, ya no resisto los remedios agresivos. La estoy pasando muy mal, pero hay que tener paciencia, como le decía a Damita:
- Me envuelvo bien en una manta, me quedo quietita…y espero….
- ¿Esperar qué?, preguntó ella.
- Que pase…esperar que pase, le respondí.
Y sí, no queda otra, son enfermedades que tienen su ciclo, sólo hay que cuidarse y esperar…
Lo mismo sucede con este sistema en decadencia y sus males…el espacio de tiempo que tiene permitido se le acaba…sólo tenemos que cuidarnos espiritualmente, ayudar a otros a hacer lo mismo…y esperar…esperar que pase…
Con todas las cosas que nos duelen y no podemos modificar, sólo podemos hacer eso: aferrarnos fuerte a Jehová y esperar...Él a su tiempo hará que pasen...
Las noches han sido especialmente difíciles, me molesta la tos y no puedo toser con el respirador, tengo que sacarme la máscara para toser…y es a cada rato. Y no puedo dormir sin el respirador, me quedo sin respirar…es muy problemático ese tema…
En lo que doy vueltas y vueltas, pasando el largo tubo de un lado a otro, cuidando de no acostarme sobre él, parece que los sonidos de la noche se potencian en el silencio, a algunos los disfruto, como ser los fuertes ronquidos de Lulita que duerme pegadita a mi lado (tengo que moverme con cuidado para que no se caiga o la golpee con el tubo como manguera del respirador).
Pero hay otros sonidos que sobresaltan y angustian: las sirenas de alguna ambulancia, policía o bomberos que toda la noche se la pasan corriendo de un lado a otro de la ciudad.
Orar es siempre el mejor remedio a toda inquietud, incluida esa. Luego de conversar con Jehová, si aún no logro dormir, escuchar lo cánticos con coros es un bálsamo.
Estas noches de insomnio y molestias, cada vez que escuchaba las sirenas venían a la mente estos versos, que nos trasportan al otro lado de Armagedón:
DESPUÉS VENDRÁ EL SILENCIO
Pronto esta apaleada tierra,
este planeta triste y perturbado,
ha de abrigarse con un manto nuevo,
distinto a todo lo que hubiera usado.
Un manto de silencio
urdido en los telares celestiales
con hilos de sosiego,
con madejas de paz que se devanan
y corren suavemente entre los dedos.
Un silencio bendito, sin quejidos,
sin gritos de dolor ni maldiciones,
sin horror ni metralla,
sin coches patrulleros;
sin sirenas ni alarmas,
ni veloces corridas de bomberos,
sin protestas obreras por un paga escasa,
sin lamentos de madres
reclamando algún hijo que nunca volvió a casa.
Un silencio cual música sublime
sin nada que su esencia contamine.
Sin labios que se muerdan para apagar un grito;
sin manos anudadas
porque conviene más que no se suelten.
Sin piernas refrenadas
porque de nada vale que corrieran.
Sin vientres por el hambre contraídos,
sugiriendo apetencias no saciadas
en la inclemencia de un invierno frío.
Silencio de los campos cultivados
con semillas dormidas en su seno.
Mutismo de las bestias reclinadas
después de un día de trabajo intenso.
Silencio de los niños que descansan
aunque las puertas no se hayan cerrado,
y de padres que oran dando gracias
porque el nombre de Dios se ha vindicado.
Álef Guímel
(Del libro “Pan sobre las Aguas)
Mientras espero que pase esta gripe…(y este sistema)…seguimos reflejándonos en el sentir del rey David, quien cantó:
Realmente hacia Dios mi alma está [esperando en] silencio.
De él procede mi salvación.
(Salmo 62:1)