domingo, 19 de febrero de 2012

Dos Palmeras


Las conocí hace poco más de tres décadas atrás, cuando iba dejando la niñez guardada en los estantes del tiempo y empezaba a dar los primeros pasos en la adolescencia. Estaban en el fondo de un edificio antiguo de la ciudad, de esos que representaban el patrimonio arquitectónico histórico de estas tierras. No sé qué habrá sido en un principio ese edificio, para entonces funcionaba un colegio privado, era una enorme casona de aire colonial, de típica influencia europea, con dos grandes patios interiores y otro al final del terreno...donde estaban ellas.

A decir verdad, llegué allí por un cambio de circunstancias en la libertad que tenía el pueblo de Jehová para adorarlo en el país. Había comenzado la proscripción y como niña Testigo, fui una de los cientos que fuimos expulsados de las escuelas por dar sólo a Dios nuestra adoración. No me permitían ingresar a ninguna escuela para completar el ciclo primario. Pero Jehová movió las cosas y pude ingresar a ese colegio que me mantuvo protegida hasta que terminé la secundaria. Guardo un recuerdo agradecido de ese colegio. De ese tiempo.

Ellas eran parte del paisaje cotidiano, eran lo primero que veía al ingresar, pues se erguían imponentes en ese último patio, en línea recta con la puerta de entrada. No sé si formaron parte de la vegetación autóctona arrasada por el hombre: arrancaron árboles y plantaron ciudades. O si los primeros dueños de esa casa tan grande las plantaron allí.
Sea como sea, ellas sobrevivieron a los cambios traídos por el tiempo, vieron varias generaciones crecer a su sombra, escucharon tantos murmullos adolescentes y siguen enhiestas, testigos mudos de un tiempo que pasó.
Ayer pasé por allí, íbamos en un auto con la familia y les encargué a todos que se fijaran si todavía estaban las dos palmeras en su sitio. Ya no queda nada de la vieja casona. Una gris playa de estacionamiento tomó su lugar. ¡Pero dejaron en pie las dos palmeras!

Una mezcla de alegría y nostalgia me arroparon. Fue como volver a ver a viejos amigos, sobrevivieron al manto de cemento que las rodea, libres del polvo que las épocas idas suelen dejar sobre lo frágil y perecedero.
No sé cuántos años se acumularon en sus tallos. Son una postal viva de permanencia, de arraigo, de resistencia.
Un ejemplo e incentivo para procurar serlo también...


Dáleth

18-02-12



4 comentarios:

  1. Imaginas cuantos habran sido los vientos tempestuosos, que tan ardiente ha sido el sol en tantos veranos transcurridos, pero ahi siguen esbeltas guardando en su savia ecos de tus risas juveniles.
    Tu paseo por el tiempo me trajo al recuerdo un articulo de la w07 15/9 32, comentando acerca de Sal.91:12 como Jehová compara al justo con la palmera, por su crecimiento recto, longevidad y mucho fruto.
    Gracias por compartir momentos tan especiales. Un besito grande.Tonyi

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  2. Hola hermana, yo también recordé el mismo artículo, y sobre todo porque los siervos de Jehová debemos ser como palmeras flexibles, para soportar las adversidades, recuerdo también,creo que fue en los puntos s., que de allí se originaba el nombre "Tamar" una especie de palmera esbelta y bella, verdad? Nosotros ayer tuvimos nuestro día especial con orador invitado de México, al que pudimos saludar. El programa estuvo excelente y también pudimos ver viejos amigos, hermanos muy amados con décadas de servicio a Jehová, así que fuimos muy felices (también recordando viejos tiempos)...Cuídense mucho, con amor cristiano.

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  3. A mi me recuerda que "como los dias de un arbol seran los días de mi pueblo" Isaías 65:22

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  4. Querida hermana:NANCY: Más leo tus penszamientos, más fuerza obtengo para mi ministerio, por que en tí vemos la poderosa mano de nuestro Dios, Jehová, que te sostiene, bendice y permite que nos llene de tantas reflexiones positivas, que aumentan nuestra fe y confianza en nuestro Dios, te valoramos tanto como nuestra amiga,hermana espiritual que te amoremos por siempre. (Betto/Omar y Susy
    )-Còrdoba-Argentina.-

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