domingo, 19 de mayo de 2013

Entre galemas y mares de ardora



Estos días tan agitados y complicados con tantas cosas, especialmente la salud y angustias varias, parecen días de mar revuelto, como esos que vi en diapositivas del Mar Cantábrico con vientos tan fuertes que en estas épocas pueden alcanzar magnitudes de galerna (*) con olas que llegan a superar los 9 m de altura.
 
Hemos estado yendo a médicos casi a diario, es agotador, tanto para mi como para Waldo que tiene tan escasos momentos libres y los ocupa en lidiar conmigo, aunque lo hace con todo cariño, me preocupa su falta de descanso...
Están haciéndome muchos estudios cardiovasculares, renales y próximamente, inmunológicos. No estamos pudiendo controlar la hipertensión arterial, ya me duplicaron las dosis de medicamentos para eso y aún no me estabilizo (tomo 4 pastillas diarias de dos diferentes medicamentos anhipertensivos). Es una de las complicaciones de la Arteritis de Takayasu (inflamación y destrucción de las arterias).
 Físicamente me siento muy mal, me agito mucho, camino escasos metros y ya no doy más. Estoy muy decaída y paso más tiempo con el respirador.
Esta semana no pude ir a la reunión, Damita tampoco, está con una fuerte infección respiratoria. Me da pena que a pesar de estar al lado, no puedo subir para acompañarla como quisiera.
 
La salud de mis padres también es delicada y Waldo no se está quedando atrás. En medio de las tormentas cotidianas, ver a las gatitas con sus travesuras nos da alegría; Lulita sigue refunfuñando, pero cuando queda sola se deja mimar. Le puse su camita en nuestro cuarto, al lado de la estufa porque de golpe vinieron días muy fríos. Así es que la escucho roncar. Es una tibia y querida compañía.
 
A pesar de los fuertes vientos en contra, seguimos esforzándonos cada día por fortalecernos, revisando nuestra lista de verificación espiritual, y tratamos de animarnos entre nosotros leyendo juntos o comentando algún artículo animador que hayamos leído o escuchado en audio. Como los de la revista La Atalaya de estudio de Agosto...¡qué maravilla! ¡Cuánto ánimo y consuelo!
Somos privilegiados de poder ser sostenidos por Jehová en medio de toda angustia.
 
Esos son algunos de los momentos en los transitamos por mares de ardora: “Mar de ardora es el término con el que se designan los mares luminosos o fosforescentes, también conocidos en inglés como milky seas.
Se trata de un fenómeno luminoso producido en el océano donde grandes masas de agua emiten una misteriosa luz azul debido, según recientes estudios, a la proliferación de una bacteria bioluminiscente (Vibrio harveyi), asociada a las microalgas de plancton.
La bioluminiscencia se extiende en todas direcciones y pueden manifestar su luminosidad durante días u horas.”
 
Busqué algunos videos y fotos y son realmente asombrosos, es como una aurora boreal en el mar...“¡Cuántas son tus obras, oh Jehová! Con sabiduría las has hecho todas. (Salmo 104:24)
 
Pensar en esas maravillosas obras es otro de los momentos que disfruto y es una necesidad derramar esos pensamientos en palabras, como contenidos en una:

Caracola
 
 
Arena, por el sol dorada,
cuéntame tus diálogos con la espuma
que a tu orilla acerca la inquieta ola,
que va  y viene, que te abraza y acaricia,
y te regala el canto del mar
envuelto en la exquisita espiral
de la caracola que vine a buscar.
 
Quiero llevarla conmigo...
la quiero escuchar...
tiene tantas historias de la vida
de su paisaje de azul y sal...
 
Caracola...cántame tu canción
de vientos y olas,
de gaviotas y delfines,
de arrecifes de corales.
de gigantes y abismos,
de pececillos de colores,
de mares de ardora:
mares luminosos
que brillan en la oscuridad...
 
Ven caracola,
quédate en mi almohada,
cántame historias de azul y viento,
no me cansaré de escucharte...
será porque yo también
tengo alma de mar...
 
 
Nancy
19-05-13



(*) Una galerna es un temporal súbito y violento con fuertes ráfagas de viento del oeste al noroeste que suele azotar el mar Cantábrico y el Golfo de Vizcaya, y sus costas, por lo general en la primavera y el otoño.




lunes, 6 de mayo de 2013

El Gorrión del Café


 
Ver el video en pantalla completa aquí:
https://docs.google.com/file/d/0Bw881PYl_gOuSGh5NkFjQTY3bFE/edit?usp=sharing

Uno de estos días me llegó un mensaje particularmente tierno. Cuenta la historia real de un gorrión que visitaba el Café Oriente de Madrid. Vino con un video, el que les dejo aquí. Me enterneció hasta las lágrimas esa criaturita alada. ¡Cómo me hubiera gustado conocerlo!
Menos mal que la imaginación nos lleva a cualquier lugar y tiempo que queramos ir y conversar con quien deseemos hacerlo, incluso con:


El Gorrión del Café


Es una mañana agitada, mucho para hacer y poco tiempo. Luego de la predicación hay que hacer unos trámites que no pueden esperar. Pero no quiero faltar a mi cita con él. Así es que iré un poco más temprano para encontrarnos en el Café de siempre. Él lo escogió. Y yo voy por él.
Mientras voy llegando a la puerta, miro a las farolas de la entrada para ver si ya entró o está esperando.

¡Ahí está! Con su traje marrón y moño negro, me hace una mirada cómplice, no dice nada, pero sé lo que quiere y lo consiento. Abro la pesada puerta de vidrio y la mantengo así un ratito para darle tiempo a que pase raudamente, este es un caso de “los gorriones primero y luego las damas”.
Cuando supe de él, no podía creer lo que contaban: “Hay un gorrión que pasa el día dentro del Café de Oriente”. Tenía que constatarlo. La primera vez que fui a verlo me sentía expectante. Quería conocerlo. Claro, sólo soy un humano más y pensé que no se daría cuenta de la fascinación que me despierta. Pero me equivoqué. Hay un invisible lazo que nos une: él sabe que puede confiar en mi y se acerca sin temor a recoger los sabrosos bocaditos que dejo para él a mi lado, literalmente, es “un desayuno para dos”. Amo esos momentos. Entablamos un diálogo inaudible para el resto de la gente. Es un privilegio que me ha concedido.

-¿Por qué te gusta entrar a este lugar cerrado y no estar disfrutando de los árboles afuera?, le pregunté un día.

-A ustedes, los humanos, les gusta compartir una comida con amigos y pasar buenos momentos juntos, a mi también, respondió.  Sólo que encontré mi lugar en el mundo en este café, me gusta escuchar sus conversaciones, conozco las penas y alegrías de cada uno que viene aquí y si vienen solos, me acerco para acompañarlos un poco. La mayoría ni se da cuenta de que estoy. Pero me alegra saber que me esperas.

- Yo no puedo volar como tú, bueno, no tengo alas literales, pero sí en el alma. Cuéntame por favor, cómo son tus días de gorrión urbano.

-Bueno, he de reconocer, con toda modestia, que no soy un gorrión más. Temprano en la mañana bajo del árbol que está sobre la vereda, allí tengo mi nido, en una rama que roza un tejado vecino, así es que quedo a cubierto cuando llueve. Me poso sobre una de las farolas que flanquean la entrada, me acicalo pulcra y minuciosamente, tengo que lucir presentable toda la jornada. Y espero.

- ¿Qué esperas?

¡Pues que alguien abra la puerta! Pero me fijo bien, tiene que ser que vengan dos o más personas al mismo tiempo así la mantienen más tiempo abierta y puedo pasar sin estrellarme contra el vidrio.

- ¿Alguna vez te pasó, digo, dar contra la puerta?

- ¡Sí! más de una vez. Ustedes los humanos siempre con esa manía de hacer puertas y paredes transparentes...pero ya aprendimos, luego de estampar el pico contra el vidrio y vivir para contarlo.

- Lo lamento mucho, me da pena que se golpeen y lastimen así.
¿Y cómo haces para salir?

Es lo mismo, cuando empieza a anochecer quiero descansar mis plumitas en el nido y observo cuando la gente se retira, ni cuenta se dan que salgo detrás de ellos.

- ¿Nunca te pasó distraerte y quedarte encerrado?

Sí, dos veces. Pero los dueños del Café y los empleados son muy buenos conmigo, ya son parte de mi familia también. Y antes de irse, me buscan, y si aún estoy, abren la puerta de par en par para que me vaya a descansar.

- ¿Y durante el día no te da sueñito? ¿Puedes descansar un poco?

¡Sí! tengo un lugarcito preferido donde duermo tranquilo, sobre un plafón de tibia luz que me mantiene calentito en invierno, o sobre una ventana en verano por donde entra aire fresco. Descanso entre aromas de café, murmullos y risas de amigos.

- Me encanta conversar contigo. Gracias por acercarte a mi lado. Ahora debo irme para hablar con la gente sobre el tiempo en que la tierra vuelva a ser un Paraíso y los humanos volvamos a retomar  el diálogo amoroso con la Creación y todos los animales...incluidos los gorriones...

Sí lo sé...yo también espero ese tiempo...

- ¿Lo sabías? ¿Cómo?...

Pues porque a mí también me formó el mismo Creador que a tí...y también para vivir en un Paraíso...

- ¡¡Ahhh!! Eres hermoso y tan tierno...te quiero mucho, ¿lo sabes?...

Sí...lo sé...lo veo en tus ojos y lo siento en tu voz...las aves sabemos interpretar sus sentimientos así...


Me dejó rozar su patita y su pico con un dedo, le dejé las miguitas más ricas en un rincón y lo despedí hasta mañana...

Me fui feliz, agradecida y enriquecida por ese diálogo con ese paquetito de vida alado, dando gracias a Quien da vida al polvo para volar...



Nancy
06-05-13