viernes, 8 de mayo de 2015

El Quinto Gorrión


Me encanta el libro “Acerquémonos a Jehová”, es uno de mis favoritos, uno que suelo releer de tanto en tanto, siempre a mano, así es que estudiarlo nuevamente en la congregación es un hondo placer.

Esta noche estudiamos los primeros 10 párrafos del capítulo 24. Y recordé un poema que escribí hace tiempo, lo dejó aquí luego de citar unos párrafos del libro…quizás otros también, se sientan como yo a veces…como el quinto gorrión, así es que ¡cuánto apreciamos este consuelo!:

“La Biblia indica directamente que Dios considera valioso a cada uno de sus siervos. Por ejemplo, Jesús dijo: “¿No se venden dos gorriones por una moneda de poco valor? Sin embargo, ni uno de ellos cae a tierra sin el conocimiento de su Padre. Mas los mismísimos cabellos de la cabeza de ustedes están todos contados. Por lo tanto, no tengan temor: ustedes valen más que muchos gorriones” (Mateo 10:29-31). Pensemos en el significado de estas palabras para los oyentes del siglo primero.

5 Hoy quizás nos preguntemos para qué compraría nadie un gorrión. Pues bien, en aquellos tiempos se consideraba un ave comestible, la más barata del mercado: dos por una monedita. Además, Jesús indicó posteriormente que el comprador que pagara el doble no adquiriría cuatro unidades, sino cinco, ya que se añadía una gratis, como si careciera de valor. Aunque la gente considerara que aquellos pájaros no valían nada, ¿cómo los veía el Creador? “Ni uno de ellos [ni siquiera el que se regalaba] está olvidado delante de Dios”, afirmó Jesús (Lucas 12:6, 7). Ahora tal vez comprendamos mejor el punto que quería destacar: si Jehová tiene en tal estima a un solo gorrión, cuánto más valor le concederá a un ser humano. Como indicó Cristo, el Altísimo nos conoce al detalle. Efectivamente, sabe hasta el número de cabellos que tenemos.”

*** cl cap. 24 pág. 241 párrs. 4-5 Nada puede “separarnos del amor de Dios” ***


El Quinto Gorrión
(Lucas 12:6 )

Desde un árbol cercano, enorme y frondoso,
una ruidosa algarabía señala su presencia.
Bajan en bandadas, en torbellino alado,
me regalan su alegría y el valor inmenso
de lo simple…como ellos mismos lo son:
los gorriones, pequeñas cajitas musicales
que entonan eterno canto a la vida.

El Dios del cielo los alimenta
y no cae a tierra ni uno de ellos
sin que Él lo sepa. 
(Mateo 10:29)

Antaño, en tiempos en que el Nazareno
caminó por la tierra, se vendían dos gorriones
por una moneda de poco valor,
o cinco de ellos por dos escasas monedas…
es decir que el quinto…
ese quinto gorrión de valor carecía.

Amado Dios, hasta ese pequeño cuerpecito alado
que iba de regalo por tan modesta compra…
hasta  ese gorrioncillo a tus ojos es de valor.

¡Cuánto consuelo hallamos en esa imagen!
Tú conoces cada detalle de nuestra vida. 
(Mateo 10:30)
Cuando nos debatimos entre marejadas de angustia,
cuando el dolor aplasta nuestro espíritu
o taladra nuestro quebradizo barro…
Tú lo sabes, oh Dios,
y escuchas el clamor que hacia ti elevamos,
aunque sea sólo un mudo gemido.

Y tu consuelo no se hace esperar.
Nos recuerdas que cuando tus siervos
fieles sufren…Tú también sufres. 
(Isaías 63:9)

¿Qué somos, bendito Dios, ante tu excelsa presencia?
Eres el Hacedor del entero Universo,
el cosmos existió primero en tu mente
y por tu espíritu y palabra fue creado…
y nosotros…tan diminutos…
¿qué somos para que nos tomes en cuenta? 
(Salmo 8:3,4)

Pero en la grandeza de tu humildad,
no sólo condesciendes a mirarnos, sino a amarnos
y llevar nuestras cargas cotidianas. 
(Salmos 68:19)

Gracias, amado Padre, por el lugar asignado
en todo lo creado, por el consuelo y la esperanza
con que nos bendices y sostienes.
Por tu amor inmenso, a pesar de que a veces
nos sentimos tan débiles y pequeños
como ese quinto gorrión.

Nancy