viernes, 26 de junio de 2015

“Tengo agarrada tu diestra. No tengas miedo” - Entrevista

Les comparto esta entrevista que nos hicieron a Mary, una hermana muy querida, y a mi durante la Reunión de Servicio, temí no poder hablar sin llorar, gracias a Jehová pude hacerlo y comentar algunas de las muchas maneras cómo Él me dice a diario: “No tengas miedo , tengo agarrada tu diestra":








domingo, 21 de junio de 2015

Nostalgia Anticipada...




21 de Junio. Primer día de invierno en el cono sur del planeta. No me gusta el frío, lo siento, ya saben, no puedo evitar decirlo. No logro nada…pero bueno, es una expresión que sale espontáneamente como volcán incontenible ante el más leve escalofrío que recorre mi breve anatomía.

Pero la gélida estación ha sido bondadosa y considerada en este momento, en que nos está regalando un abrigo de sol exquisito al que no pude retraerme de disfrutar y me animé a hacer el esfuerzo de subir las escaleras para encontrarme con sus cálidos rayos en la terraza. Tengo que aprovechar ahora, pues luego regresaré a encerrarme en mi rincón hasta mañana.

No sé cuantos minutos alcanzaré a llegar en mi caminata por la extensa azotea…¡¡pero cómo los disfruto!!...
Desde niña, este siempre ha sido mi lugar en busca espacio ante algo que oprima adentro, en busca aire que despeje cualquier nube gris en el alma, en busca de frescura en las noches de verano, en busca de estrellas en el cielo despejado, sumida en profundas conversaciones con el Hacedor del infinito. O simplemente, escuchando el silencio, la brisa y las aves. O escuchando lo que lo que el corazón y la mente callan ante el trajín cotidiano.
Disfruto estos momentos, momentos de encuentro con el Padre Excelso y con las cosas que llevo adentro…

Mientras mis pasos se mueven lentos y cansados, voy evaluando cómo ha cambiado el paisaje. Hasta hace un año, aún podía verse la precordillera que recorre el oeste de la ciudad, con sus cumbres nevadas en invierno, con su vegetación exuberante en verano. Ahora el vecino construyó algunos departamentos y el paisaje ha quedado mutilado, me arrancaron los cerros que anhelaba ver al subir. En su reemplazo hay una inmensa, fría y gris pared. Claro, si voy bien al frente o al final de la construcción, aún se ven segmentos de montañas…pero no es lo mismo…como todo en la vida...el paisaje va cambiando…

Desde aquí también me reencuentro con los grandes árboles de Lapacho amarillo que bordean la vereda del frente. Aún recuerdo cuando eran sólo frágiles plantines a los que cuidábamos de  actos vandálicos que buscaban dañarlos. Yo era niña entonces, como ellos, y ya no recuerdo quién los puso, si la Municipalidad o el Instituto de investigaciones científicas a los que pertenece esa vereda. No importa. Importa que están. Que pude verlos crecer. Que sus ramas se llenan de pájaros que inundan el aire con su canto. Que allí viene el zorzal cada año a hacer su nido…y a cantarme al oído…
Esos árboles, al igual que yo, ya muestran en su corteza el paso del tiempo; ya somos árboles añosos, curtidos por el frío, el sol y el viento…
Pero aún…tenemos mucha vida adentro, y ramas que se extienden para albergar nuevos nidos…

Pero hay una nostalgia anticipada que me está envolviendo…
En todo lo que miro, en todo lo que toco, en todos mis rincones…siento que de a poco me voy despidiendo…
Sucede que estamos a algunos meses de mudarnos a nuestra casita, donde ya están viviendo Damy, Ezequiel y Jaelita (y las dos mininas blancas).
Me iré con mi Lulita, como en la ilustración del comienzo, (ella es de ese color).
Gracias a Jehová, que bendice los esfuerzos incansables de mi amado Waldo, estamos pudiendo construir un departamento para los  hijos arriba, nosotros quedaremos abajo, por mi dificultad para moverme. Será un cambio positivo…y muy agradecidos estamos por ello…
Pero los cambios no dejan de doler y vivirse como pérdidas, aún cuando son para mejor. Ruego que mis envejecidos padres acepten venirse con nosotros, sé que nunca estarán solos, pero ya son arbolitos marchitos que necesitan sostén…

Esta nostalgia no deja de hablarme, y está presente en todas partes de este materno hogar…
No quiero ser cómo con los antiguos habitantes de Babel que no querían esparcirse…sólo quisiera que el tiempo no me arrancara los afectos y los espacios que forjaron quien soy…o al menos, que uno siempre pudiera volver a esos rincones…y que siempre estuvieran, sanos y fuertes, los padres que los edificaron…
Y duele que no sea así…pero consuela la certeza de que en breve no lloraremos nunca más ninguna ausencia anticipada…

Al final, hoy pude caminar más tiempo bajo el sol, alcancé a hacerlo por quince minutos.
Alcanzó para abrigarme el alma, para llenar de sol los rincones del pensamiento, para derramar el corazón en oraciones mecidas en el viento, para evaluar el paisaje y sus cambios de ayer, de hoy, de mañana…y para traer a la memoria estos versos legados por la amiga que descansa en el leal recuerdo de Jehová…y en el nuestro.
Nuestra amada Lira, (Álef Guímel), sigue expresando mejor que yo lo que en el fondo siento:


Ramas y Nidos

El árbol, que en otoño debe ser despojado,
suelta al viento sus hojas con gesto resignado,
y espera ansiosamente que broten los retoños.
Luego viene el invierno, que su altivez sacude,
pero las ramas guardan contra el viento transido,
como implorando gracia, la impotencia del nido.

Tu andar crea recuerdos, girando en remolinos,
que al igual que las hojas secas alfombran los caminos.
Hay sueños que se aferran al árbol sacudido,
clamando por su vida, como claman los nidos.

No dejes que sucumban, defiéndelos, abrígalos.
Cuando lleguen los días severos de la vida,
cuando ya se hayan ido tantas almas queridas
al mundo subterráneo que hambriento nos reclama;
cuando sea lento el paso de la carne cansada
que ansía el gran milagro de la restauración;
¡cuántos valores nuevos hallarás en los nidos
de las memorias sanas que albergo el corazón!


Álef Guímel - 1993


Nuestra Lulita, de 13 años:


 Blanquita y Pelusa:

 Apenas me recuesto, Pelusita ya está encima, es un cálido y gatuno consuelo:

Ezequiel, Mami, Jaelita, Damita y Waldo: