jueves, 20 de septiembre de 2018

Mi 2° Libro: "Arcilla que espera..."





Es una alegría muy grande haber podido terminar los trabajos implicados en la edición de un libro, desde la compaginación, revisión, diseño de tapas, prólogo, etc, etc...¡pero ya está!



Con mucho cariño les presento a "Arcilla que espera..."


Espero que la edición impresa esté pronto, les avisaré de dónde puedan conseguirlo si desean.


Para que vayan conociéndolo, les dejo la introducción y el Prólogo:

Introducción:


Esta vez, los amigos que duermen harán la introducción a este libro con palabras que alguna vez me escribieron:
                                                                                  


“El barro se ablanda con agua. El barro humano se ablanda con lágrimas. No sólo el que las llora se hace más fácil de moldear en las manos del gran Alfarero, sino los que están a su alrededor también.”

Lira Berrueta
( Álef Guímel)




“Y pensar que un lejano día me dijiste:
"No sé si lo que escribo tiene algún valor", y no te animabas...
¡Mira qué hermosos sentimientos salen volando por tu ventana!..
¡A qué buen árbol te arrimaste, lleno de colibríes!
Ella te dejó la mejor herencia que alguien podía dejarte.
Compartirla con otros llega a ser un deber...”

                                                                          


“Tus sueños, no son sueños, mujer de barro y acero,
Son esperanzas ciertas, simple espera por lo que es seguro.

Tus sueños, no son sueños, mujer valiente y leal,
son realidad en la mente y corazón del Creador.
Son lealtad bendita que provoca Su tierna sonrisa.
Tus días, son instantes para Él,
sabor a vida, sabor a miel.”


Héctor Mendoza
(He´mem/ José Santos)









Prólogo




      La imagen de un alfarero dando forma a la arcilla entre sus manos, está llena de profundas connotaciones que invitan a reflexionar. Me traen a la mente estas palabras:


“Oh Jehová, tú eres nuestro Padre.
Nosotros somos el barro,
 y tú eres nuestro Alfarero;
 y todos somos la obra de tu mano.”
(Isaías 64:8)


      Palabras que a su vez llaman a un autoexamen: ¿qué clase de barro soy en las manos del Eterno? ¿Barro blando? ¿O me resisto a ser moldeado?  Las respuestas serán evidentes por los resultados…en qué clase de vasijas nos vamos formando. Si serviremos o no para el propósito en que se nos formó. Si seremos útiles o no. Sólo depende de nuestras reacciones al consejo, a las situaciones difíciles que por ahora a todos nos toca vivir de un modo u otro.

      En mi caso, y en el de nuestra familia, los problemas de salud graves han sido una constante. Un refrán popular dice que ante la adversidad, todos reaccionamos ya sea como la papa o el huevo cuando se ponen a hervir. Soportan la misma presión, pero una se ablanda y el otro se endurece como resultado.
Podemos ser barro blando o barro reseco, quebradizo, que impida darle forma.


Este barro mojado con lágrimas que soy,
anhela poder cumplir su razón de ser,
servir de alguna manera a quien me rodea,
a quien recoge estas letras ahora,
pero sobre las cosas,
seguir cultivando la amistad y ese diálogo
constante con Quien nos moldea.



      Llegará el momento en que todos sólo tendremos cosas buenas que contar. Es una promesa divina y se cumplirá. (Salmo 37:10,11). Mientras tanto, muchas veces caminamos sobre espinos con los pies descalzos…y de esos momentos surgen muchos de estos versos…
A la vez que hago mías y sentidas estas palabras:



Realmente hacia Dios espera silenciosamente,
 oh alma mía, porque de él viene mi esperanza.
(Salmo 62:5)




Sólo soy arcilla…que espera…









Ojalá esta vasija de barro sea útil a su Hacedor de alguna manera, aunque no puedo hacer cuánto quisiera...

Y pueda ser útil también a ustedes que me acompañan a lo largo de camino...aunque sea acercándoles algunas palabras que consuelen...con la esperanza que compartimos...


Un abrazo inmenso...


Ésta es la contratapa:


  

sábado, 15 de septiembre de 2018

Abriendo Ventanas




Sí, ya sé que hoy está frío, que la lluvia
sumó su aporte para pintar de gris el paisaje
y que también llueve en tu alma.

Pero abre tus ventanas de par en par,
tal vez no se pueda con las literales,
pero abre las que llevas dentro,
pon macetas con coloridas flores
y adorna tu íntimo sentir.

Sí, sé que a veces no hay fuerzas para nada.
Pero, inténtalo, haz un recuento
de tus diarias bendiciones,
de seguro son más de las te diste cuenta…
esas son flores de colores vivos,
o de pasteles tonos,
que le darán calidez a los rincones de tu alma.

Sí, lo sé, a veces el dolor es tan grande
que sólo puedes acurrucarte
en los brazos eternos
que desde arriba te sostienen,
esperando a que la tormenta calme.

Pero, por favor,
apenas tengas algo de fuerzas,
abre tus ventanas, todas,
las que se ven y las que llevas dentro…
ábrelas…
que entren la luz y los colores,
que lo gris no se apodere de tus sentimientos
y no apague las sensaciones
de todas las cosas bellas que están ahí,
esperando por ti, a que las veas,
a que las escuches, tienen mensajes
que esperan ser interpretados
por quien pasa a su lado,
mensajes con los que fueron creados…

Las flores no se abren porque sí…
fueron hechas para ti…
te hablan del amor inmenso
de Quien quiere verte feliz…
         
Abre tus ventanas y deja que
el calor, el color y el amor
inunden tus rincones
aún si llueve afuera y el viento arrecia…
puedes cambiar el clima en tu interior…
No dejes cerradas las ventanas de tu amor…



 Nancy

11-9-18


lunes, 10 de septiembre de 2018

Las cosas que me gustan



Me preguntaron qué cosas me gustan,
no pude responder en el momento
porque no pude procesar
la larga lista que se agolpó al pensar.
Así es que respondo ahora
que mi Neurona está despejada
para poder las cosas hilvanar…

Me gusta el sol en la piel,
el viento en la cara,
el perfume de azahares
al abrir mi ventana.

Me gusta viajar
y conocer nuevos lugares,
los pueblos y su gente,
sus colores y sabores…
aunque solo viaje a través
de mi pantalla,
allí encuentro los datos
para emprender el vuelo
y la imaginación,
(regalo del cielo),
me lleva en un instante
al fondo del océano,
a las islas más bellas,
a empinadas montañas
abrazadas de valles,
a las selvas más densas,
donde se abren flores
que aún no fueron descubiertas…

Me gusta abrazar al saludar,
con la sonrisa por delante,
por la mera felicidad de dar.
Es un regalo muy modesto,
pero es lo primero que puedo dar…

Me gusta la música,
cantar y bailar.
Desde música clásica
hasta sones afros…
y tengo pendiente
el piano aprender a tocar.

Me gustan los tonos pasteles:
el rosa, el lila,
el salmón, el agua marina…
Y también colores intensos
como el azul ultramarino
que visten el cielo y el mar,
el rojo de la rosa
y el fucsia del tulipán.

Me gusta tomar mate
a las cinco de la tarde,
si es con algo dulce mejor,
y mirar por la ventana
cuando cae la tarde
y escuchar a los pájaros
convocando a los suyos
al descanso, mientras
el sol va haciendo tenues
sus rayos, y se filtran
de a poco las sombras,
sobre el dorado ocaso
que va envolviendo mi patio.

Me gusta mirar al cielo,
perderme en las estrellas,
mirar la luna, saberla amiga,
igual que la noche
que me envuelve en su paz…
igual que el mar…
siempre el mar…

Me gusta mimar nuestros mininos,
anhelando el día en que abrace leones,
y a cuánto felino habite el ansiado paraíso.

Me gusta caminar
de la mano con mi esposo,
abrazar a mi madre,
tapar a mi padre,
escuchar a mi hija,
tejer para mi nietita
y con ella jugar.
Escuchar sus voces,
sus risas y sueños…
amarlos y amarlos…
más allá de los tiempos…

Resumiendo…
Amo la Vida
con todos los colores del cuadro,
con todos sus matices…
y disfrutarlos…
Y por sobre todas las cosas…
Amo al Dios Sempiterno,
Fuente de la Vida,
el Amor en esencia:
Magnífico Jehová…
Creador de cuanto amo…
 y de cuánto me gusta…

Nancy

10-9-18






domingo, 2 de septiembre de 2018

Desde un Faro




Quisiera escribir historias de viento y de mar,
contar lo que siente quien su vida pasó en algún faro
perdido entre horizontes azules,
sobre la línea que divide el cielo del mar…

No sé por qué me atraen tanto los faros.
Quisiera remontar el tiempo y regresar al punto
en el que eran hogar no solo de solitarios hombres,
sino también de familias, con sus niños
que crecían rodeados de inmensidad…

Creo que me hubiera gustado crecer allí…
la soledad no es problema para quién
vive en diálogo continuo con cuánto lo rodea…
las gaviotas, los barcos en la lejanía,
los regalos que acercan las olas
a la playa al bajar la marea…
todo tiene algo que contar…

El afán diario por mantener los cristales limpios,
y los depósitos combustibles llenos
y las mechas encendidas….
como era la vida de los faros en otros tiempos…

Claro, también estaban los tiempos de tormentas,
algunas por varios días sin cesar…
no quedaba más que atender los quehaceres
propios para asegurarse que no se extinguiera la luz,
y recurrir a la compañía de libros,
frente a un hogar encendido,  
que los hacían viajar por lugares lejanos,
quizás por selvas y montañas…
tan lejos de su mar…
creo que me hubiera gustado crecer
al amparo de un faro…

No sé por qué me gustan tanto
las historias de mar…
vivo, y crecí,  tan lejos de él…
quizás sea porque,
(como me describió una amiga),
soy ´un espíritu inquieto
en un cuerpo anclado´…
anclado sin poder andar…
pero al que nada lo impide soñar…
¡tengo tanto que aprender,
tanto por descubrir…
tanto por vivir!…

Los días en este sistema tormentoso
ya llegan a su fin,
la humanidad ahora es ´un mar agitado
que no puede calmarse,
sus aguas siguen arrojando alga marina y fango.´
(Isaías 57:20)

El Nombre Divino es Ancla y Faro
al que asimos nuestras angustias
y quien ilumina los horizontes de tormenta.
“Él hace que la tempestad de viento se detenga en calma,
y las olas del mar se quedan quietas…
y él los guía al puerto de nuestro deleite,”
al puerto seguro que ya existe en su mente…
(Salmo 107:29, 30)

Allí…ya no estará mi cuerpo anclado
por ninguna enfermedad…
y podré quizás escribir historias
de viento y mar…
historias de espuma y sal…
por haberlas vivido, y no sólo intuido o leído,
escritas desde una ventana
de un alto Faro…
entre el cielo y el mar…



Nancy
1-9-18