miércoles, 19 de diciembre de 2018

Mi latido te reconoció



 Con amor,
a mi esposo Waldo


Siempre dije que, desde el principio,
lo que me atrajo de ti fue tu voz,
aún antes de verte.
Ése acento tuyo...
tan propio y lleno de altiplano...
Y ese tono tan varonil
y amable a la vez...
Te oí antes de verte...
Quizás fue en la entrevista
 en una Asamblea en medio
de un Parque, lleno de árboles,
pájaros y brisa que se sumaban
a la música de tu voz…
allá…en una primavera lejana...
Yo estaba muy lejos
y no alcanzaba a verte,
sólo me dije,
como cada vez que te oía:
“Qué lindo que habla ese hermano.
Me gusta”.
O quizás fue en casa,
cuando llegaste de casualidad,
 sin saber que vivía allí...
cuando te oí....
Te oí primero antes de verte...
Y como dice un aforismo
que me encanta:
"Mí latido te reconoció
entre mil voces"
Sí…Eras Tú...
Tú quien serías para mí...

Y al conocerte, ya en persona,
sólo se confirmó con creces lo que ya
me había transmitido tu voz:
Ante mi estaba un hombre espiritual,
de conceptos claros y firmes,
de educados modales,
respetuoso y amable.
Un verdadero gentil Caballero,
(en verdad que le haces
honor a tu apellido).
Muy inteligente, y sobre todo,
lleno de amor a Dios
y compartíamos las mismas metas
de servicio sagrado…
el mismo amor, el mismo celo por Él.
Tú ya servías de Anciano
y éramos precursores los dos.

Sí…Eras Tú…
Tú quién sería para mi…
Te encontré sin buscarte
pues literalmente,
un día llegaste a mi puerta
aunque vivías en un vecino país…
y de pronto estabas aquí…

Al comienzo,
sentí que eras mucho para mí.
Y te trataba de Usted.
No por la escasa diferencia de edad.
Sino por el respeto y admiración
que me inspirabas. Buen síntoma.

Han pasado treinta y un años
transitando de la mano este sendero
estrecho pero luminoso
que a la vida sin fin lleva…

Y sigo admirándote.
Cuando te escucho
defender tus principios
y convicciones,
cuando enseñas y razonas,
cuando consuelas y sostienes…
no hablas sólo con la mente…
habla tu corazón…

Contigo no hay medias tintas…
Eres consecuente. 
Vives lo que dices,
con total honestidad…
con total humildad…
Tu inmenso amor paternal
rebosa tus poros y el sacrificio diario
por los que amas
excede tus límites de barro…
abnegado y generoso,
 más allá de tus fuerzas…

Amo los detalles cotidianos contigo…
todo se vuelve bello e interesante
mientras conversamos en esos momentos
 en que compartimos un mate al promediar
la tarde, o cuando me invitas un café.
Hasta tu gesto de cada día
al traerme el desayuno
o la merienda a la cama…
o cuando me lees algo mientras tejo
y conversamos de los detalles
que le hacen bien al alma.
De lugares fascinantes,
de cosas nuevas aprendidas,
o compartimos una angustia
del alma; o dejamos volar la mente
sobre todas las cosas bellas
que Jehová ha creado…

En la larga lista de las cosas
que de ti me gustan,
 también están esa mezcla
de inocencia e ingenuidad
para las cosas maliciosas…
me gusta mucho que seas así,
que no hayas perdido ese rasgo
al pasar los años.
No te contagiaste del sarcasmo
que impregna este mundo.
El doble sentido
jamás ha sido lo tuyo,
mucho menos el burlarse de otros
bajo la excusa de ser “sólo bromas”.
Y no es que carezcas de humor.
Al contrario, me gusta tu ingenio
y chispa y nunca faltan las risas,
aún de uno mismo.
Pero nunca a costas de otros.
Me gusta mucho
que sigas siendo así…
tan diferente…
tan auténtico…
tan… Tú…

También me gusta
ese aparente despiste tuyo
(como buen genio matemático)
y que de sólo estar me hables
de fórmulas y números,
de leyes físicas y ecuaciones,
de reacciones químicas
¡y de la Tabla Periódica!…
¡¡Ahhh sí…me encanta todo eso
que sigo aprendiendo de ti!!
Claro, mí única Neurona
no alcanza ese nivel…
pero disfruto mucho escucharte
mientras avivas más mi imaginación
y las ansias de saber...

Mirando hacia atrás,
a esta vida compartida,
han sido demasiado pocos
los años que pudimos vivir
como una familia “normal”.
Sólo cinco años.
Luego todo lo que es
una rutina común
para cualquier familia,
todo cambió abruptamente
cuando las enfermedades crónicas
se instalaron en nuestras vidas,
modificando tiempos y ritmos.
Cambiando hábitos,
por incertidumbres…

Pero, el mismo amor
por nuestro Dios,
el mismo celo por Él
que desde el principio nos unió…
Ése amor en común, sin duda,
ha sido la clave para ser felices
todos estos años, sobreponiéndonos
a cuánta circunstancia adversa
capeamos juntos…

Que sea ese amor
el que siga prevaleciendo
en nuestras vidas cada día,
y nos permita seguir disfrutando
de caminar juntos por los senderos
de los siglos y las eras sin fin
que con certeza aguardamos…

¡Feliz 31° Aniversario mi amor!


Nancy
31-10-18




 Con Damita, nuestra única Hija:



Con mis padres, Nery y José y nuestra nietita: Jaelita, ya de 4 años: