jueves, 12 de julio de 2018

Reverdecer...


 Reverdecer


La higuera está abriendo sus brotes...
de un día al otro pareciera que sus hojas crecen...
sin dar tiempo a los ojos a alcanzar a seguir su crecimiento...

Por favor, Padre, ayúdame a reverdecer como la higuera...
Tengo una tristeza muy honda...
y aunque estoy sentada aquí, al sol en este instante...
pareciera que el gris no se va de mi paisaje por dentro....

He sacado una silla al sol...
duele tanto la espalda,
( y toda mi anatomía)...
quizás su calor alivie un poco...
mientras trato de llenarme del verde de los árboles,
llenarme del canto de los pájaros
Que pareciera que intuyen mi tristeza
y se acercaron a dedicarme un concierto de trinos...

Por favor, Amado Padre,
permíteme ver lo que duele
en el alma desde tu excelsa mirada...
¿No te ofende mi tristeza, verdad?
Sólo Tú sabes cuánto siento...
Y cuánto te amo, y cuánto amo la vida....

Dame fuerzas por favor para resurgir
de debajo de tantas angustias
que el frío invierno  depositó en mi alma...
Tú las conoces todas…
y sigues recogiendo mis lágrimas en tu odre....
Gracias por tomarme en cuenta
aún en los momentos en que siento
que mi vida se apaga...

Gracias por ser el Sol
que entibia mi alma...
permiteme, también, como la higuera,
regalarte mis brotes nuevos...
Otra vez...




Nancy

12-7-18


martes, 3 de julio de 2018

Sin Lulita...




 Sin Lulita


Está lloviendo.
Estoy aquí, sentada en mi rincón,
como tantas veces…
pero nada es igual…
esta es la primera lluvia sin mi compañerita
de tantos años…de estos últimos dieciséis años…
y parece que la lluvia no cae afuera…
sino dentro de mi…dentro de cada rincón
del alma, de este corazón dolorido y cansado…
la extraño tanto…tanto…
Tanto…

Es increíble como alguien tan pequeñito
pueda haber llenado tanto mis días…
como pueda haber dejado un vacío tan inmenso…
de nada vale intentar negarlo…
este dolor me supera…
sé que un día estaré mejor
y podré recordarla sin deshacerme en llanto…
pero por ahora no puedo…

Quizás han sido muchos golpes juntos,
muchos frentes de batalla a la vez,
mucho desgaste, físico, mental y emocional…
Quizás esto de vivir con el cuerpo
en carne viva por tantos años,
esto de ver, y oír, el lamento y clamor
de los amados cada día, cada noche…(*)
esto de tratar de sobreponerse
al propio dolor para hacer cuánto uno pueda
por aliviar en algo el dolor ajeno…
esta impotencia…de dar todo…
y de ver que no alcanza…
que nunca alcanza…
porque simplemente no está en el poder humano
erradicar el sufrimiento…

¡¡Ahhh!!...ha sido mucho…y sin tregua…
y esas dos últimas semanas de mi Lulita…
atendiéndola toda el tiempo…
esa última noche, limpiando su camita
a cada momento, para que estuviera
lo más cómoda posible…
hay mucho dolor que aún no puedo expresar…
mucho vivido que ni siquiera he podido contar…

Y luego la decisión más difícil…
llevarla por segunda vez en el día a que la atendieran…
pero esta vez para aliviar definitivamente su dolor…
clavando definitivamente una estaca en mi corazón…

“Para todo hay un tiempo bajo los cielos:
tiempo de nacer y tiempo de morir.”
(Eclesiastés 3:1, 2)
Es un concepto muy básico, una realidad ineludible…
¿por qué cuesta tanto entonces asimilarla?
Aún cuando se trata de un pequeño amigo
que prodiga amor sobre cuatro patas…
¡cuánto duele su ausencia!

Mi Lulita fue la compañera de largas horas
sumida en dolor, compañera de mi soledad.
Cuando nadie más podía estar
por las diarias responsabilidades que atender,
ella estaba…siempre conmigo.
Cuando se está recluido en casa,
presa de mordaces dolencias
que apagan cuerpo y mente…
su compañía fue remanso de ternura,
caricia al alma siempre presente.
Fue sinónimo de Alegría y Travesuras.
Nos entendíamos bien, como los buenos amigos,
sabía lo que quería solo con su mirada…
y lo agradecía con su cariño sin retaceos…

Me hace bien volcar aquí lo que siento…
me ayuda a entender por qué
este dolor es tan inmenso…
por qué hay un vacío tan grande…
¡Claro!...si ella estaba en todos los rincones…
de nuestra vida…

A pesar del dolor, no he dejado de dar gracias…
de haberla tenido, de haber podido cuidarla,
dar gracias porque existen los animales…
gracias por haber sido creados así…como son…
Gracias por tanto Amor sobre cuatro patitas…

Hoy hará una semana sin Lulita…
Como la más hermosa de las flores,
está sembrada en nuestro jardín…
y sigue viva en mi…
Gracias mi Dios, por nuestra Lulita…

Nancy
3-7-18



(*) Trajimos a nuestra casa a mis padres envejecidos, de 86 años, sufren de fuertes dolores, en especial mamá, día y noche.