lunes, 20 de septiembre de 2021

Juegos resilientes

 



Hay escenas cotidianas que no quisiera que se pierdan en la corriente incesante del tiempo. Detalles. Gestos. Momentos que brillan con luz propia aun sobre un cuadro en escala de grises. Lo que evoco en este caso, tiene nombre propio: Jaelita, nuestra nietita de 6 años.

No deja de sorprenderme (y conmoverme), la capacidad de los niños de adaptarse a los cambios y seguir. Algo que se refleja también en sus juegos. Y que valoro de especial manera, por la observación y abnegación reflejada. Son detalles. Pero significativos.

Quienes me conocen o leen desde hace tiempo, conocen las circunstancias en las que estamos, pero para quienes recién se asoman a mi ventana interior, sólo una breve mención para comprender el contexto cotidiano. Debido a algunas enfermedades neuromusculares degenerativas, tengo dificultades motoras y respiratorias severas, que hacen que me mueva con la agilidad de una tortuga y un mono perezoso me saque ventaja. La falta de aire y saturación de oxigeno es baja y me dificulta hablar, todo es agotador y suelo no terminar las frases. 

Así que cuando Jaelita me pide jugar a las escondidas, ella sola hizo algunas modificaciones al juego para que yo pueda participar.  Por ejemplo, hace que yo solo esté parada un ratito, mirando a otro lugar, sin decir nada, sin contar en voz alta para que no me agote, mientras ella se esconde.
Una vez que se escondió (suele ser cerquita nomás), acomoda su voz fingiendo estar lejos, con un tono bajito que suene a lejano, y dice: 

- “Ya estáaaa”.
 A lo que respondo:
- “¡Ay, adónde se habrá ido esta chica! Parece que se fue muy lejos, capaz se fue al lavadero o al patio”
Y simulo emprender la búsqueda, despacito, mientras ella sale corriendo de debajo de la mesa del comedor, y se dirige a la pared que sirve de salvo.
Y así, una y otra vez, termina la breve búsqueda con su risa feliz.

Si por los años, o la vejez, o por un señor de nombre alemán que borra los recuerdos…o porque simplemente mi niña seguirá creciendo y cambiando sus juegos…no quisiera que estos recuerdos se pierdan…

Ella, al adaptar el juego, está ensayando la resiliencia sin saberlo. Ante una situación adversa (mi enfermedad) que podría ser un obstáculo para jugar juntas, lo modifica y adapta para poder seguir disfrutando de buenos momentos. Tranquila. Como si nada. Feliz.

Y aunque al reflexionar sobre el tema no deja movilizarme todo adentro, deseando que las circunstancias fueran otras y que pudiera disfrutar de jugar con ella y su hermanita bebé, Mical, sin tantas limitaciones que amarran…pero me pone feliz ver su amor y paciencia conmigo al no poder seguirle el ritmo.

Pero, sobre todo, me tranquiliza ver que está aprendiendo a ser flexible y adaptarse, para que las dificultades no le impidan disfrutar de la vida. Jehová la ayude a seguir desarrollando eso toda su vida… 

Mientras tanto, sigo guardando momentos, las salidas que tiene, como tesoros bien guardados en mi corazón…

Nancy
20-9-21