
Waldo y Damita acaban de regresar a Buenos Aires, nuestra querida Bibi los esperaba en el Aeropuerto y ya los está llevando a casa de Stella, unos amigos muy queridos en San Isidro. Es que había que aprovechar el viaje tan largo hasta ahí, y quise que se quedaran unos días y puedan compartir un poco con tantos amigos queridos y añorados que tenemos por esos lados. Así es que aún falta un poquito más hasta que pueda sentarme con mi familia y desborden de sus brazos todo el cariño que los hermanos están enviando y tantas experiencias vividas estos días llenos de tesoros espirituales y afectivos.
Mientras tanto…por aquí, en mi rincón modificado para poder escribir algo…los días también se llenaron de luz especial: Aurora y Silvia se encargaron de pintar con colores, música, risas, lagrimitas de emoción, amor y calidez, todo cuanto nos rodea…y todo cuanto somos…Era la primera vez que nos veíamos en persona, ahora sus mails ya tienen sus voces y mirada…el abrazo con ellas por primera vez no fue virtual, sino en vivo y en directo…y quedó cincelado en el alma.
Su presencia estos días no pudo haber sido más oportuna, pues la salud de mi mami siguió desmejorando y tenía que hacer reposo absoluto (ahora ya está mejor y se levanta)…y ellas se encargaron de todo…pero de TODO: atendernos, hacer compras, cocinar, lavar mi ropita (lo cual no es un detalle menor…mis camisones ahora son tamaño carpas de circo, jaja). La verdad es que me malcriaron, jaja…cuidaron cada detalle, hasta levantarme las piernas para acomodarme con todos los almohadones cada vez que era necesario, calzarme la cabeza, que se va para todos lados sin el cuello ortopédico o almohadoncitos en la silla (no hay fuerzas para sostenerla), llevarme a la cocina para los almuerzos y hasta dejarme galletitas a mano para que no tome los remedios con el estómago vacío cada tres horas, día y noche. Literalmente, estuvieron pendientes de cada detalle para aliviar el dolor e incomodidad que es parte de esta rutina diaria.
Hubo también ayer una anécdota inesperada, una dosis de estimulo extra que sólo confirma una vez cuánto nos ama y cuida Jehová y mueve a sus siervos a obrar.Como mencioné en otra oportunidad, desde hace un tiempo que los hermanos de una Congregación vecina, (allí va mi hermana y su familia también) están pasándome la reuniones por teléfono, pues en la nuestra no hay teléfono para fijo para poder hacerlo. Pablo, uno de los ancianos de allí, se encargó de hacer los arreglos para que pueda estar reunida telefónicamente a tantos queridos hermanos y amigos de allí y sentarme su lado en la mesa espiritual que Jehová y su Organización nos sirven cada semana.
El estudio de La Atalaya de ayer : “El amor de Cristo nos impulsa a amar”, bajo el subtítulo ´Tengamos la misma actitud que Jesús hacia los enfermos´ menciona esto:
´17) - Hoy día no podemos curar a los enfermos de manera milagrosa, como hizo Jesús, pero sí podemos tratarlos con la misma compasión que él. Por ejemplo, los ancianos imitan la actitud de Jesús al organizar y supervisar programas de ayuda para los hermanos enfermos de la congregación, siguiendo el principio que se expone en Mateo 25:39, 40 (léase).´
Al hablar esto, Felipe, el anciano que conduce el Estudio de La Atalaya allí, dijo: “Hay hermanos que aunque no están reunidos físicamente con nosotros aquí, pero sí lo están a través de ese cable que ven allí y que los hermanos de sonido se encargan de que funcione bien. Por ejemplo, nuestra hermana Nancy de Caballero, ella está postrada en cama, muy enferma, conectada a un aparato que la ayuda a respirar, no puede reunirse, pero en una visita personal, mencionó cómo se alegra de oír sus comentarios y sentirse parte de la congregación por este medio.”
Luego dijo muchas cosas más, muy amorosas, y aprovechó la oportunidad para acercarme el saludo y cariño de toda la congregación…¡¡¡y yo no paraba de llorar!!! Fue muy emotivo. Mi hermana, que estaba presente, me llamó luego y dijo que estaban todos emocionados y conmovidos, es que nos queremos mucho con todos los hermanos, nos conocemos de toda la vida y con algunos de ellos tuve el privilegio de estudiar y acercarlos al bautismo.Y como si tanto fuera poco, en las preguntas del repaso, al hablar sobre el tema, una hermana comentó de “dos hermanas que vinieron de Buenos Aires (a más de 1000 km de aquí) para acompañarme y cuidarme unos días.¡¡¡Y yo seguía llorando!!!
¿Cómo no estar agradecida a Jehová y su amoroso pueblo por tantas bendiciones y tanto amor? ¿Cómo no ser feliz a pesar de las adversidades?
Aurora y Silvia ya regresaron a sus hogares, dejaron un gran vacío en la casa aquí, y a la vez, todos los rincones quedaron llenos de sus ocurrencias, risas y travesuras.Hubo tiempo para conocernos más y el diálogo profundo de las cosas que le hacen bien al alma estuvo presente también, con cada una. Gracias Aurora por abrir tu corazón tan generosamente, Jehová bendiga tan hermosos anhelos.
El reencuentro
Hace unos días conversando con Auri, recordábamos cuando nos conocimos en el viejo sistema. Cuantas cosas compartidas! Cuántos gratos momentos vividos!Así, recordando amigas muy queridas, que sabíamos habían sobrevivido al Armagedón, se detuvieron nuestros recuerdos en una especial…En aquellos últimos días del viejo sistema, nuestra querida amiga, Nancy, estaba enferma. Esto, no le permitía hacer muchas cosas fuera de su casa, como hubiera querido. Nancy, vivía muy lejos de nosotras y no era algo fácil poder vernos. La situación que se vivía entonces, hacia imposible lo que hoy es tan sencillo: viajar donde uno quisiera.Los compromisos, la familia y lo económico, eran las tres razones de no poder vernos como deseábamos.Pero un día, impensadamente, como regalo de Jehová, se fueron dando las cosas. Lo que fue una ilusión que ni podía llegar a ser sueño, por lo imposible, se hizo realidad una tarde cálida de noviembre.
¡Cómo olvidar aquella tarde, cuando nos estrechamos en un abrazo tan largo y sentido las tres!...Nancy lloraba, Auri reía feliz y yo tenía un nudo en la garganta que no me dejaba hablar…Pasamos juntas unos días hermosos. Detalles que quedaron guardados en el corazón de las tres, que no podría contar, porque seria interminable. Pues los más bellos recuerdos que perduran, no son solo aquellos que entran por nuestros ojos, también son las cosas que oímos, las que olemos, los sabores compartidos y esas sentidas oraciones agradeciendo a Jehová, por el privilegio de estar en su pueblo y por haber permitido que nos conociéramos, iniciando esta amistad y haber podido vencer la distancia, que lejos de separarnos, nos servia de unión.
Perdidas en esos recuerdos queridos, entre pastelitos y ricas tortas, nos callamos de golpe, por un impulso común. Un profundo silencio llenó el ambiente y Auri, saltó de la silla como un resorte. Sus ojos brillaban y reían. Se le había ocurrido algo!
En cambio ahora, ya habían desaparecido esas dolorosas espinas de Nancy. Tanto el sufrimiento y el dolor físico y emocional, solo habían logrado de ella, una mejor sierva de Jehová.A Auri, el nuevo mundo que Jehová nos permitió vivir, le devolvió la sonrisa a su corazón apenado y lo fortaleció, aún más, aquel día tan esperado por ella, cuando recuperó a alguien, que tanto anhelaba reencontrar…Pero esa, es otra historia….Ese día, una apacible tarde primaveral, llegamos a casa de Nancy.
Silvia Espiño
¡Gracias Silvita! ¡Es precioso!