“Si los pájaros llorasen, sus lágrimas inundarían sus jaulas. (José Narosky)”
Ésa es una frase que suele venir a la memoria a menudo, parece que siempre hay algo que la evoca. Tal vez porque nosotros mismos tenemos mucho en común con las aves en cautiverio.
Estos días Waldo y Damita me contaron que, mientras predicaban, en una casa vieron de cerquita a un Zorzal colorado, estaban encantados con su belleza, tamaño y canto. Pero tristes porque estaba en una jaula demasiado pequeñita para un ave que mide entre 23 y 25 cm (*). Imaginarlo allí, con sus alas plegadas, llenas de ansias de vuelo, me hizo recordar un relato de Lira que habla sobre “El Valor de la Esperanza” (**).
Allí cuenta sobre ´Claudio, un hombre bueno que amaba los pájaros y estaba construyendo una enorme jaula, tan grande como un vivero, para soportarlos allí y dejarlos vivir una vida más natural, sin que se sintieran oprimidos.´ Un día quiso comprar a Noni, un canario menudito que, por su tristeza no se alimentaba bien. Como no pudo llevarlo en el momento, Noni, que se había ilusionado con su posible comprador, (quien le había hablado con dulzura), dejó de luchar y se dejó morir. Cuando Claudio fue a buscarlo ya era demasiado tarde.
Les copio la parte final de este relato lleno de enseñanza y cosas para meditar:
“Te he contado esta historia para dejar impresa en tu mente una ilustración muy importante acerca del valor de la esperanza. Noni cometió dos errores muy serios que tanto los mayores como los niños debemos aprender a evitar.
1- Menospreció el valor del alimento y se condenó a sí mismo al raquitismo. Esto es grave, tanto en el caso del alimento material como en el alimento espiritual. Nuestra fe necesita riego constante y cuidados sabios.
2- Dejó morir su esperanza, sin la cual nadie tiene fuerzas para seguir adelante.
Hoy, casi todos los humanos vivimos en jaulas demasiado estrechas, mirando de lejos una cantidad de cosas hermosas que no podemos alcanzar. Casi cada viviente suspira por una vocación frustrada, por oportunidades perdidas que el tiempo en su eterno correr hacia adelante, puede que no vuelva a poner en su camino.
La lucha inevitable por el pan de cada día causó que muchas aspiraciones quedaran a su lado del camino, amordazadas y sin fuerzas para manifestarse.
No tendremos nunca la libertad total, absoluta, como la tiene Dios, porque no cuadra a nuestra condición humana. Jamás podremos desafiar el fuego introduciéndonos en él, ni bajar al fondo del mar sin un traje de buzo conectado a un tanque de oxígeno, ni hacernos dueños del espacio sin estar dentro de un aparato volador. Esas y muchas otras son nuestras limitaciones. Pero dentro de ellas podremos vivir una vida plena y gozosa, como dentro de una gran jaula protectora.
Nuestra libertad relativa tendrá sus máximas ventajas en el Nuevo Paraíso. Allí cantaremos por gozo de corazón. Nunca nos faltará el alimento ni el agua que sostienen la vida, ni el compañerismo saludable, como lo planeaba Claudio para sus pájaros. Es muy importante saber esperar.
El que nos compró con el valor de su sacrificio quiere vernos luchando por la verdadera vida, aunque estemos momentáneamente con las alas plegadas, dentro de la jaula opresiva en que tenemos que probar nuestra integridad. El nos conoce por nombre, y nos compra por un precio de rescate convenido de antemano.
Hoy no sabemos qué se habla en el cielo acerca de nuestra redención, pero debemos defender y conservar nuestra esperanza, porque nuestro Redentor seguramente viene a la hora señalada.”
Álef Guímel
Sí…tal vez por eso suelo recordar la frase citada al principio. Cada uno tiene su propia jaula en este sistema, que lo mantiene con sus alas plegadas. Pero debemos conservar viva la esperanza y continuar con los ojos fijos en las cosas eternas.
Por aquí las cosas siguen su curso “normal”, como dijo un médico hace tiempo: “Tenés que entender que Hoy estás mejor que Mañana”. Y así nomás es. Cada día hay menos fuerzas y más dolor. Creo que buena parte de mi jaula es este cuerpo tan dolorido y cansado.
Como digo en casa, con tono jocoso: “Me molesta este cuerpo”, mientras hago tremendo esfuerzo para levantarme de la cama, agarrándome del respaldo, pausando y juntando fuerzas para el próximo movimiento.
Para colmo, entre la medicación y las complicaciones propias de la enfermedad, parezco un universo en expansión, una obra musical “in crescendo”: toda hinchada, ya soy un Edema de cuerpo entero, jaja.
Hay que ver los malabares que hago para darme vuelta para que descanse un poco la espalda, me doy tremendas enredadas con el largo tubo del respirador y pregunto: “¿Cómo hacen los elefantes para darse vueltas con la trompa?”...jaja… Mejor reirse de lo que no se puede cambiar, verdad?
Tiempo atrás escribí unos versos para un Zorzal colorado que hizo su nido en uno de los árboles frente a casa
Les copio el final, que resume en lo que también podemos parecernos a las aves, y así, ser felices:
Gracias por las lecciones dejadas:
Vives tu vida simple,
cantando, alabando,
dando, alegrando a otros…
y así… nunca vives en vano.
Dáleth
Les dejo un abracito alado, lleno de canto…lleno de esperanza...
Con amor fraternal
Nancy
(*) http://www.pajarosargentinos.com.ar/zorcol.htm
(**) Pueden leerlo y bajarlo completo desde aquí, es el capítulo 4 del libro “La edad de las sombras breves”:
http://www.escritoresteocraticos.net/2%20-%20alef%20guimel/8%20-%20la%20edad%20de%20las%20sombras%20breves.html