Estas cosas raras, tan impensadas que vivimos en pandemia…la pandemia en sí misma: el mundo dado vueltas, todo lo que era normal ahora es raro de ver, y lo “raro” es lo cotidiano…
Las plazas vacías de niños corriendo al sol, las escuelas, si algunas con temor abren, con pocos niños con barbijos todos…Y tantas tragedias diarias imposible de enumerar…jamás pensamos ver algo así, parece de una película de ciencia ficción. Pero esta vez, la realidad la supera.
En medio de la incertidumbre y todo lo inestable, qué agradecidos estamos de permanecer anclados la esperanza firme que sólo puede venir de Jehová, el Señor del Tiempo. Él todo lo sabe y sigue dándonos fuerzas como pueblo unido e individualmente, si dejamos que siga siendo nuestro Faro en la tempestad que arrecia sobre la humanidad como nunca nos tocó ver y de lo que somos leímos de otra pandemia en el siglo pasado.
No hemos dejado de reunirnos y servir a Dios como pueblo organizado. Ahora todo es virtual, reuniones y predicación, telefónica e informal. Nos adaptamos a los cambios, cuanto antes, y seguimos. Poder conservar nuestra rutina espiritual nos estabiliza en medio de todo inestable. Y nos da paz.
Hoy tendremos nuestra segunda Conmemoración en Pandemia. La reunión más especial del año: recordar, meditar y agradecer el mayor regalo de Dios a la humanidad: la vida de su Hijo tan amado, a cambio de nuestra perspectiva de vida eterna, en el paraíso aquí en la tierra, tal como fue su propósito desde el comienzo.
Los millones de personas que solemos reunirnos en todo el mundo para la Conmemoración de la muerte de Cristo, ahora nos reunimos por videoconferencia…es increíble…estamos separados físicamente…pero tan unidos en espíritu y amor, que nos llena de gozo el corazón porque vemos la evidencia de que nunca estamos solos. Lo sentimos y vivimos cada día.
Abrazos fuertes y sentidos con el corazón a cada uno de nuestros amados hermanos y amigos en el mundo.
Que Jehová bendiga todos los esfuerzos y preparativos para estar unidos hoy recordando el amor más grande expresado a la humanidad:
“Dios amó tanto al mundo que entregó a su Hijo unigénito para que nadie que demuestre tener fe en él sea destruido, sino que tenga vida eterna.”
(Juan 3:16)
“Murió por todos para que los que viven no vivan ya para sí mismos, sino para el que murió por ellos y fue resucitado.”
(2 Corintios 5:15)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nombre - Localización