
Despojo. Creo que esa es la palabra que más se aproxima para describir el dolor sentido al escuchar que arrancaba el vehículo que llevaba a los hermanos de nuestra congregación a la asamblea. Mis padres ya habían hecho arreglos y asistieron la semana anterior a otra para poder cuidarme y así Waldo y Damita pudieran asistir a la nuestra. Mamá se quedó en la puerta para despedirlos y entró llorando desconsolada…y me encontró en igual condición!. Era un llanto incontenible. Siempre trato que la familia no me vea llorar para no preocuparlos más (suficiente tienen ya), pero ahora no podía parar. Nos abrazamos fuerte y me dijo que “le dolía el corazón de ver que se iban y yo quedaba”. Sí, ése era el sentimiento. Es que a pesar de todo, siempre, por más mal que estuve, aunque sea parte del programa pude asistir.
Ya teníamos lista la silla de ruedas reclinable, ésa iba a ser la camita (ahora sólo aguanto acostadita) y no iba a hacer falta llevar otra más, habíamos visto cómo arreglarnos con el tema del respirador y un montón de otros detalles. Yo me reía y decía que al final con tanto aparato que uso, para poder salir iba a necesitar una Traffic como las de los cantantes que van de gira llenos de aparatos y cables. Pero el tratamiento inmunosupresor de urgencias terminó de apagar las pocas posibilidades de asistir. Y encima casi no hay mejoría. En general trato de llevar una “convivencia pacífica” con estas plagas, sin amarguras. Pero hay golpes que duelen más. Y este es uno de ellos. Pero también sé que quien está detrás de todo quiere privarnos del gozo de toda forma posible, así es que pensar en eso ayuda a acomodar los pensamientos cuando la tristeza abruma tanto.Los hermanos locales que me conocen saben que en general no soy de saludar formalmente nomás, los abrazos sentidos y besos con tantos amigos surgen espontáneos de ambas partes y en este momento, hasta ése gesto tan cálido supone demasiados riesgos para mi salud. Es horrible.
A los hermanos de nuestro Distrito reunidos...sepan que los extraño,necesito y quiero mucho.
Estoy tratando, con mucha oración, de ver que esto también es parte de aprender a ser modestos: aceptar estas nuevas limitaciones es una lucha muy difícil.
Gracias a Jehová unos hermanos amigos están grabándome el programa, no veo las horas de escucharlo. Y obligándome a verle el lado positivo…al menos podré escucharlo desde la camita sin el dolor y agotamiento extremo que supone tan solo salir y conversar un ratito antes del programa con los hermanos. Todas estas las últimas asambleas, para cuando comienzan los discursos ya no puedo más y se hace casi imposible captar algo y me siento mal que con tanto esfuerzo implicado para ir, no pueda aprovechar todo el material como debiera. La única neurona se recarga y desconecta.
Una bendición especial de estos días, fue recibir el consuelo y recordatorios de unos amigos viajeros que hace años estuvieron asignados a Tucumán pero siguen cultivando lealmente la amistad: nuestros amados Sergio y Mary. Quiero compartir algo de lo citado porque a todos nos viene bien recordarlo:
“Me gustaría citarles lo que dice el libro “Perspicacia, tomo 1”, página 70, bajo el tema “Aguante” dice :“”Desde la perspectiva que proporciona la eternidad, cualquier sufrimiento, por intenso que parezca en el momento, resulta ‘momentáneo y liviano’. (2Co 4:16-18.) El recordar la naturaleza transitoria de las pruebas y adherirse a la esperanza cristiana puede evitar que se deje lugar a la desesperación o a la infidelidad a Jehová Dios. El aguante cristiano no depende de la fortaleza personal. Es el Altísimo quien sostiene y fortalece a sus siervos por medio de su espíritu y el consuelo de las Escrituras. Jehová “suministra aguante” a los que confían plenamente en Él, y por eso es apropiado que los cristianos oren pidiéndole ayuda, incluida la sabiduría necesaria para hacer frente a una prueba en concreto. (Ro 15:4, 5; Snt 1:5.) Jehová nunca permitirá que nadie se vea sometido a una prueba que le sea imposible soportar. Si una persona acude a Él por ayuda y no pierde la fe, sino que confía por completo en Él, el Todopoderoso le proporcionará una salida que le permitirá aguantar. (1Co 10:13; 2 Co 4:9.).””
Dibujo Lineal
Señor arquitecto, le encargo mi casa.
Dibuje en los planos ventanas muy amplias
que muestren la vida que se mueve afuera,
el cielo y las nubes, la gente que pasa.
Quiero una terraza
desde donde pueda mirar las estrellas,
y un sótano extenso, para guardar cosas
queridas por viejas.Yo voy a ayudarle
a llenar las vigas de espeso cemento.
Que queden bien firmes
aunque el suelo tiemble,
aunque brame el viento.No ansío una casa
en la que me encierre mirando hacia adentro,
ignorando el frío que sufren afuera
porque no lo siento.
Haga un balcón grande donde auscultar pueda
el latir del tiempo.
Que lleguen las ondas sonoras que viajan
con mensajes puros del espacio eterno.
No he deseado nunca
vivir en la casa que edifica el necio,
riendo sin tregua mientras otros lloran,
contando monedas mientras otros oran.
En el patio abierto voy a plantar parras
y un pino que atraiga las aves del cielo
a sus nobles ramas.
No se necesitan cajas empotradas
ni cofres secretos.Lo mejor que tengo,
ya esta a buen resguardo pues lo llevo dentro.
En cuanto a ese hueco que queda en el medio,
podría ser un vasto salón de reuniones
para largas charlas , para evocaciones.
Señale en el techo
el lugar de una lámpara blanca
que su luz inexhausta derrame,
duplicando los días que huyen
en espejos de nítida imagen.
Es en esa sala donde me propongo
tener un reencuentro
con todos los rostros que se han asomado,
tanto de los vivos como de los muertos,
en distintos marcos ,en distintas horas,a mirar mi vida.
No solo los gratos y los amigables,
no solo los dulces y los comprensivos
También hubo otros, quizá por mi culpa,
que se separaron con un gesto esquivo.
¡Qué placer exquisito sería
recibirlos y verlos de nuevo,
sin ninguna raíz de amargura,limados y suaves,
pulidos y tersos,menguados en bríos,
igual que esas piedras
que va redondeando el vaivén del río!
Y que me dijeran:
-Tú también con el tiempo has cambiado;
tu amistad es un ánfora fresca
donde el labio descansa confiado
en busca del agua que anima y refresca.
Por eso le digo , señor arquitecto,
no dibuje una casa mezquina
en que se calcule todo lo que cabe;reservada, austera,
que parezca un arca de antaño cerrada,
en que fuera inútil probar cualquier llave.
Que sea mucho más
que un hogar de tantos que al pasar se olvidan.
Que a el vuelvan siempre los que aman la vida,
los que Dios bendice, porque siembran paz.
Álef Guímel
(Del libro “Pan sobre las Aguas”)
Gracias por estar ahí, quedó liviano el corazón al permitirme compartir lo que lo abrumaba.
Jehová los siga sosteniendo en sus luchas cotidianas.
Con amor fraternal
Nancy