Mi casa está impregnada de azahares y vestida de tejidos que a lo largo de los años fui haciendo, enredando hilos y sueños, descargando emociones entre varetas de pensamientos…
La cocina tiene una cortina con un ave del paraíso que cuadrito a cuadrito tejí, dibujando con hilos…De vez en cuando esa ave me lleva en su vuelo a los paisajes que anhelo, depende de la urgencia del duelo, a veces a acantilados entre azules horizontes, otras a islas y selvas remotas, a veces a una cabaña con chimenea de ardientes leños. Junté lo mejor de cada lugar y con eso construí las paredes que habito. De lo que estoy hecha…
Mi casa retiene la risa y los dichos de los que amo, aunque ya no están.
Tiene ventanales inmensos, uno da a un bosque de pinos, otro frente al mar. Mi habitación tiene el techo de grueso vidrio, en noches despejadas descorro sus cortinas de madera para ver la vía láctea y navegar entre estrellas hasta que el dolor insoportable ceda y me deje descansar…
La sala de estudio está decorada de marítimos detalles, un timón en la pared detrás del escritorio, un faro sirve de lámpara, caracolas y corales sobre tapetes a crochet, y una brújula marcando siempre el Norte…Mi Norte tiene nombre divino, y siempre marca a la Esperanza…
Nancy
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