Uno sabe desde el principio que algún día los hijos volarán del nido que los vio nacer para formar el suyo propio…pero parece que uno, sin querer, pospusiera mentalmente ese día para el futuro remoto y lejano.
Debe ser por eso que cuesta tanto ver que empiezan a ensayar sus alas nuevas al tiempo que formalizan su noviazgo, felizmente, en el Señor.
Es una mezcla de sentimientos encontrados: felicidad al verlos felices, y la pena de ver que se aproxima el día en que no estarán a nuestro lado y dejarán el nido vacío.
Y uno se siente mal por sentirse mal, valga la redundancia. Pero, gracias a Jehová, hasta para estos sentimientos comunes a todos los mortales, hay palabras de ánimo dentro de su pueblo. ( Véase *** g98 22/1 pág. 9 Cómo vivir feliz con el nido vacío ***)
Sucede, que como intuirán por lo antedicho, nuestra Damita se puso de novia con un precursor muy querido de nuestra congregación: Ezequiel.
Hoy vino junto a sus padres: Pedro y Verónica, sus hermanos: Emmanuel y Lucas y su abuelita Aída. Compartimos el almuerzo y lindos momentos juntos para ir guardándolos entre los recuerdos queridos que van formando la historia de cada familia que se ensancha en número y afectos.
Me había dado un plazo de unos dos meses para terminar de tejer la colcha….¡pero ya la terminé! Llevó 26 días hacerla y estoy muy agradecida a Jehová de estar viva y haber podido disfrutar de este trabajo. Les dejo fotitos, en algunas se ve cómo Lulita duerme en mis piernas mientras unía los motivos tejidos, todo el invierno viene la gordita a dormir encima de uno, es muy friolenta nuestra gatuna belleza.
Ahora voy a dormir entre flores…tejidas…pero flores al fin. Son detalles, pequeñas sumas cotidianas que conforman:
Ese bien tan codiciado: LA FELICIDAD
No compares tu felicidad con la de los demás, buscando deficiencias humillantes en ella. Tu felicidad es tuya y no se parece a la de los otros vivientes, porque la estás edificando con lo que brota de tu interior, no con material producido en serie. Si mejoras y enriqueces lo que brota de tu huerto íntimo, tendrás mejor material con qué edificarla y será más tuya que nunca.
Tu concepto de los amigos; tu compasión hacia los enemigos; tu capacidad para desarraigar rencores que crecen a mansalva, como hierbas intrusas en tu huerto; tu celo por la higiene mental; tu sentido del valor de la estética en los rincones más íntimos de tu persona, combatiendo pensamientos que afean el jardín cercado de tu mente; todo eso tiene mucho que ver con tu felicidad, tan personal como tus impresiones digitales, que no tienen réplica idéntica en ningún otro ser viviente.
Álef Guímel
(Del libro “Ramas y Nidos”)
Gracias por formar parte de mi porción de felicidad…los quiero mucho…