martes, 31 de agosto de 2010

Compartiendo sentimientos...


“Siempre oramos a Jehová para que le permita existir y ver un nuevo día ya falta poquito para que todo eso que se llama sufrimiento termine y Jehová cierre las tapas de aquel libro llamado pecado.
Con mucho cariño sus amigos Ruth y Sergio.”

Así menciona un mensaje recibido ayer.Gracias por sus oraciones, a tantos de uds que su rostro no conozco y sin embargo, nos une un amor fraternal muy grande pues tenemos un gran denominador común: Todos pertenecemos a Jehová.
Todo este tiempo ha sido especialmente crítico y hubo tantos momentos en que parecía que de esta no saldría. Pero Jehová, en su bondad inmerecida, sigue escuchando las súplicas y me permite estar aquí, aunque con muy menguadas fuerzas…pero aquí…

Esta prolongada e involuntaria ausencia, como siempre, se debió a complicaciones nuevas con la salud. Luego de un mes con fiebre y varias visitas a la guardia de emergencias del sanatorio cercano, finalmente me internaron en el Hospital. Durante unos días estuvieron haciendo muchos exámenes y tratamiento con antibióticos fuertes por, por lo menos, tres infecciones: en el pulmón izquierdo, severa sinusitis sangrante, y en ambas piernas, que estaban rojas y quemantes.
Como no pudieron encontrar una venita que resistiera, tuve que hacer todo el tratamiento vía oral, lo que terminó dañando tanto el estómago que ahora no puedo comer, no tengo nada de apetito (tal vez sea también por la anemia severa), la dificultad para tragar se acentuó, ahora hay una esofagitis y demoro muchísimo para comer un bocado, como menos que un niño pequeño. Todo eso se sumó a un problema digestivo que viene molestando desde hace 8 meses y ahora empeoró. He perdido varios kilos en poco tiempo (eso sí me vino bien, jeje)
Pero me siento demasiado débil y dolorida todo el cuerpo. No puedo dormir por las muchas incomodidades y malestares, sólo la oración y escuchar la lectura de la Biblia o alguna de nuestras publicaciones me tranquiliza y permite dormir de a ratos aunque sea.La mayor parte del tiempo me siento muy desvanecida. Pero sigo aferrada a la vida, con ganas de seguir adelante, con la ayuda de Jehová no bajo los brazos y sigo rogando por fuerzas para aguantar…y el Padre Tierno responde.

A mi querido Waldo al fin lo operarán de sus dos hernias en estos días, así es que oramos porque todo salga bien y sienta alivio y recupere pronto. Me da pena no poder cuidarlo en sanatorio.

Ayer estaban en casa una señora joven que estudia la Biblia y su hijito: Tomás. Yo acababa de salir de bañarme, tarea que agota totalmente. Luego que mi madre terminó de ayudarme a vestir, me quedé sentadita en la silla de ruedas, sin aliento y oré por fuerzas para seguir aguantado.En eso, entra Tomás a la habitación llamándome con fuerte voz:

-Nancy….Nancy…
Al ver que estaba con la cabeza inclinada y no le respondía, se calló.
Terminé de orar, levanté la cabeza y lo veo paradito al lado de mi cama, mirándome.
-¿Qué estabas haciendo?, preguntó.
- Estaba orando, pidiéndole a Jehová que me de fuerzas para aguantar…
- Ahhhhh!....respondió y se quedó pensativo. Entonces dijo:
- Bueno, pero si no…¡podés resucitar!

Me tenté de risa al ver la espontaneidad del niñito y a la vez, me dio mucha ternura ver cómo tenía clara la esperanza, y, a su manera, quiso consolar. Recuperando la compostura, para que no se sintiera mal por la risa espontánea, le dije…

-Sí corazón, la resurrección es una esperanza maravillosa… Y luego seguimos conversando de las cosas que él le gustan.

Aquí entre nosotros, a veces me he preguntado si no soy egoísta en querer seguir viviendo y darles tanto trabajo a mi familia. Sí, se que ellos me cuidan con todo el amor y el vínculo entre nosotros es cada día más fuerte. Pero al estar tan mal, alguna vez me pregunté eso, y a la vez me sentí mal por preguntármelo, porque veo el amor leal de mi amado esposo, hija y padres.
Como si hubiera sabido mis pensamientos, Damita se puso al lado mío, y mirándome a los ojos dijo:

-Sólo una cosa quiero pedirte…(y ya se le llenaron los ojitos de lágrimas)…

-Sí, ¿qué cosa?, le dije.

- Aguantá un poquito más…ya falta tan poco…

Y me abrazó fuerte en un sollozo mutuo.

-Sí amor, yo tengo muchas ganas de vivir, y en lo que de mi dependa, voy a hacer todo para seguir adelante

Hay momentos especialmente duros en esta lucha de cada día, como ése que acabo de comentarles. Pero luego de desahogar el corazón y orando mucho a Jehová, parece que las fuerzas y determinación por continuar se renuevan. Y seguimos, aunque sea como
La última hoja

El invierno comienza a despedirse,
los verdes retoños así lo anuncian.
Los árboles quedaron de sus hojas despojados
para renovar pronto su verde vestido.
Pero ayer vi en uno de esos árboles aún desnudos,
en su rama más alta,
una última hoja seca aferrándose a la vida.
Resistió la inclemencia de los días más fríos
y la fuerza de los vientos de Agosto.
Está allí, aunque seca, aferrada a su rama.
Tal vez algo de savia aún la nutray resiste
así el malhumorado invierno.
Ella y su árbol desnudo son una postal de resistencia,
una lección muda de amor a la vida.
La humanidad hoy vive su peor invierno,
es frío y hostil el ambiente donde tantos
siervos fieles a tu Nombre resisten
angustias y adversidades.
Tal vez muchos se sientan como esa última hoja,
agotados y golpeados por tanto viento en contra.
Pero Tú los sostienes. No los dejas caer.
Se aferran a Ti más allá de sus fuerzas,
La esperanza de la vida que realmente lo es
los anima y consuela.Tú eres fiel
y nutres nuestra vida con tu Palabra,
a pesar de lo que hoy abrume,
podemos ser `cual árbol plantado
al lado de corrientes de aguas,
y sólo por tinuestro follaje no se marchita´
(Salmo 1:1-3)
Nos aguarda una Primavera eterna bajo
tu Reino ansiado.Concédenos fieles
resistir hasta el fin del invierno de este sistema.
Pronto hasta las invisibles heridas del alma
serán cosas del pasado y no subirán al corazón.
(Rev.21:4)

Sostén por favor, nuestra mano cada día
pues para Ti vivimos .
(Isaías 41:10,13)

Dáleth
25-8-06

Hace tiempo escribí esas palabras pero siguen vigentes en el sentir de hoy.
Que Jehová siga dándonos, a todos, las fuerzas para continuar cada día, y en breve, gracias su bondad inmerecida y el rescate, podamos disfrutar de la vida que realmente lo es.
Un abrazo muy fuerte, con amor.

sábado, 7 de agosto de 2010

Un día sencillo, proyectos y Tucumán...



Aquí estoy, como plantita de montaña, quietita en mi lugar, aguantando el frío que este invierno desbordó. Fue extraño ver las Yungas, Selva Subtropical de Montaña que acompaña a Los Andes desde Colombia y Venezuela hasta el noroeste de Argentina, y conforma la mitad oeste de la provincia, esa selva tan espesa, exuberante, ´donde el dedo de Dios esparció la maraña´…verla vestida de blanco con inusual abrigo de nieve… una selva nevada…bonito contraste que este duro invierno pintó.
Bueno, yo no vivo en las montañas y la nevada sólo la vi por TV aunque este año la nieve bajó a darse una vueltita por la ciudad también.
No sé si es que este frío me tiene más paralizada, o simplemente tengo que tenerme más paciencia y esperar a recobrar más fuerzas, pero no puedo hacer nada, por más que lo intento. Al despertar en la mañana, me abrigo para sentarme en mi silla de ruedas camita y desayunar aquí, al lado de la PC, pensando en que algo tal vez pueda hacer. Pero nada.
–“Quedáte en la cama, vos que podés”, me dice la familia, preocupados porque no me enfríe.
-“No, eso es para enfermos”, les respondo, con gesto de niña que quiere hacer alguna travesura. ¡Pero ni travesura me sale, jaja! Estoy demasiado decaída.
Con la estufa al frente, abro el correo, reconfortan tanto los mensajes de los amigos, que aunque lejos en distancia física, a mi lado están. Sólo lamento no poder responderles más que en diálogo mental. Abro el CD Rom, la Watchtower Library, ya leí el texto del día antes de dormir anoche, (suelo leerlo anticipado), y ahora lo repaso (la Neuronita necesita mucha repetición para retener algo).
Si me toca desayunar sola porque ya todos están en sus actividades (trabajo, estudios, ministerio, quehaceres), me gusta que algún hermano me acompañe leyendo algunas de las revistas o publicaciones en audio guardadas en la PC. Sí, nunca me siento sola en mi pequeño rincón.

Hay varios proyectos, cositas que puedo hacer dentro de mi limitada esfera, pero por ahora tendrán que esperar a que recobre más fuerzas, aún estoy muy débil, convaleciente de la infección respiratoria de días atrás.
Estaba recopilando los poemitas sueltos que dejé aquí para formar un segundo libro de poemas, ya tiene nombre, se llamaría: “Ojos al Cielo…Mirada adelante….” recordando lo que aprendimos sobre las razones por las que Jesús aguantó: “En primer lugar, miró hacia arriba, por así decirlo, para apelar al “Dios que suministra aguante” (Romanos 15:5). En segundo lugar, miró hacia adelante al centrar la atención en los resultados que obtendría si aguantaba…. (cf cap. 7 págs. 71-72 párr. 14).
“¿Está usted pasando ahora mismo por una prueba severa de su fe? Entonces, mire hacia adelante. No pierda de vista el hecho de que su aguante alabará el nombre de Jehová. Mantenga una visión clara de la valiosa esperanza del Reino. Transpórtese al cercano nuevo mundo de Dios e imagínese disfrutando de las bendiciones del Paraíso.”*** cf cap. 7 pág. 74 párr. 19 “Consideren con sumo cuidado [...] al que ha aguantado” ***

Nosotros necesitamos hacer lo mismo para poder aguantar: mirar al cielo y hacia delante. Y así transcurren mis sencillos días…con los ojos al cielo…y la mirada adelante…

También quería cooperar con el sitio para mi querida Lira, Álef Guímel, donde están reunidos sus libros al alcance de todos para bajarlos, al final no pude hacer nada pero un querido amigo de la familia y escritor, He´Mem, se encargó de todo con esmero y cariño y le estoy muy agradecida (www.alefguimel.net)

El otro día, mientras me acomodaba con almohadones y abrigo en este rincón, le dije a Damita: “Este es mi lugar asignado….por ahora! Cuando esté bien, en el Paraíso, no me voy a quedar quieta…primero habrá mucho trabajo…y luego, tengo una larga caminata por hacer, a la orilla del mar….bordeando todos los accidentes costeros del mapa!!!...Y luego cruzar “al frente”, del otro lado del océano, para seguir caminando por la orilla de todos los mares….” Sí, me voy a poner al día con atardeceres y amaneceres marinos…sólo tengo que esperar un poquito más…

No puedo hacer mucho por ahora, pero te contaré cómo es el lugar donde vivo, desde donde te escribo…

Tucumán

¿Cómo es Tucumán?,
preguntan desde lejos los amigos.
Y quisiera poder condensar en pocas palabras
toda la belleza de estas tierras,
pero aunque sé que lograrlo no podré,
al menos un intentó haré por
pintar con palabras un impreciso boceto.

Tucumán es mitad montaña, mitad llanura,
un corazón de selva y pampa.
Caña de azúcar, citrus, frutas y granos,
industrias variadas, turismo y cultura,
poesía, música y canto,
capital moderna de luces de colores
que juegan a tapar las estrellas.

Veranos de intensas lluvias, sofocante estío
que todo pinta de verde gama
y pájaros que al viento cantan.
Inviernos de plenos soles y azules cielos
y montañas blancas…
y yo aquí sentada al lado
de etérea ventana, veo fascinada
llanura y cerro, ciudad y campo,
arropada por perfume de azahares,
mientras una mariposa de colores vivos
se posó en mi pelo cual flor alada,
descansando de su ligero vuelo.

Tucumán es verde, Jardín florido
que enredaderas teje y si por aquí vienes,
en tu pelo deja como una flor colgada,
de su gente el cariño cálido,
grabados en tus ojos queda el bello
cuadro que el Gran Artista pintó…
y de recuerdo llevas el abrazo amigo
que por ti esperó…

Dáleth
06-08-10


Gracias por acompañarme en mis sencillos días y traer calidez a este invierno que amarra el cuerpo pero no el pensamiento que hasta ti vuela…

viernes, 30 de julio de 2010

Aquí la Neuronita Chamuscada…



Luego de 9 días con fiebre muy alta, la Neuronita (la única que tengo, para quienes recién me conocen), ha quedado tan dañada y chamuscada por el febril calor que le cuesta mucho procesar los datos y plasmarlos en palabras.
Una nueva complicación con la salud me tuvo atada a la cama si poder moverme ni fuerzas para escribirles.

Como mencioné al principio, estuve varios días con fiebre alta y unos dolores en el cuerpo muy agudos, no podía hacer ni el más mínimo movimiento sin que me doliera y escapara un ay sin querer (siempre trato de no quejarme de dolor para no preocupar a la familia). Me llevaron a la guardia del Sanatorio, hicieron radiografía de Tórax y diagnosticaron Neumonía, aunque no tenía tos ni estaba resfriada, pero sí con Sinusitis. Tenían que internarme pero pedí si podía seguir el tratamiento en casa para evitar la vía central en la base del cuello para poner suero y los medicamentos. Menos mal que accedieron. Me están llenando de antibióticos inyectables y vía oral pero gracias a Jehová ya estoy mejorando.
Ayer fui a mi Neumonólogo, vio la radiografía detenidamente y dijo que para quien no conoce mi caso le parece una Neumonía pero que no es (vaya a saber cómo estarán esos pulmones). Pero que sí hay una bronquitis. Pero jamás me dio una bronquitis así (y eso que tuve muchísimas), es difícil explicar lo mal que me sentía. Las enfermedades de base lo hacen más doloroso y complicado.
El Doctor dijo que estaba muy bien medicada, agregó otros, y que tome hasta el último comprimido de los antibióticos ¡aunque tenga el estómago en las rodillas! Pobre estómago...ya ve que viene cayendo un remedio y se retuerce...y como tengo dificultad para tragar, tengo que ir masticándolos de a pedacitos, agua y tragar y así hasta terminar cada comprimido...¡y son taaaaaaaaann amargos y feos!
Esa es la razón, a grandes rasgos, de mi ausencia estos días.
Todo este tiempo en que ni siquiera podía pensar con claridad y me costaba retener algo de la lectura en audio de la Biblia, de nuestras publicaciones, y de las reuniones por teléfono, no dejaba de orar, aunque muchas veces sólo podía pedir fuerzas para aguantar. Y Jehová siguió escuchando el silencio y respondiendo.


Ganas de Vivir

¿Son las densas nubes grises,
irrefutable prueba de que el sol no existe?

¿Es la noche más oscura
señal de que el día nunca vendrá?

¿Pueden las espinas
despojar de su belleza a la rosa?

Así tampoco puede la destemplanza
de este estropeado cuerpo
impedir que el Amado Padre,
(que reside más allá de las estrellas),
con ojos de ternura plenos mire
y escuche la voz de quien en silencio
pide fuerzas para otro día aguantar.

Y Él responde.
Y las nubes grises se dispersan,
y la luz del día a la noche empuja,
y la rosa su radiante belleza despliega…
y sigo aferrada a la vida
a pesar de densos nubarrones,
de sombrías noches,
de lacerantes espinas
que magullan el cuerpo.

Pero ´Dios ha oído;
ha prestado atención
a la voz de mi oración.´ (*)

Y por Él…
sigo aferrada a la vida…

Dáleth
30 - 07-10

(*) Salmo 66:19


Miles de gracias por sus mensajes y preocupación porque no aparecía y suponían que estaba un poco más mal. Sí, hasta ahora ha sido así: cada vez que no aparezco...es porque surgió otra complicación de salud.Gracias también por sus llamadas de teléfono, gracias por todo su amor y cariño y ánimo que nos dan para continuar cada día...ya falta uno menos...
Y gracias porque todo ese amor y cariño de parte suya, sumados al de mi familia, también ayuda a que siga aferrándome a la vida…Gracias…

“Verdaderamente Dios ha oído;
ha prestado atención a la voz de mi oración.
Bendito sea Dios,
que no ha apartado mi oración,
ni su bondad amorosa de mí.”
(Salmo 66:19-20)


viernes, 16 de julio de 2010

Nívea Esperanza



Demasiado frío para este cuerpo aterido que sólo alcanza a ver en las noticias la nevada intensa que una ola polar por el país dispersó. Los turistas….encantados, suben a los cerros a su blanco encuentro, mientras el termómetro indica -7 y -10 C º en Tafí del Valle, que se envolvió en reluciente poncho blanco. También en la ciudad con temperaturas bajo cero despertamos y Lulita no se baja de mis piernas, abrigadas por una calentita manta, al lado de la vieja estufita que a medias anda.

Al ver el blanco y bello paisaje, imposible se hace no pensar en los habitantes del campo abierto: ¿dónde van los pájaros y animalitos cuando nieva? ….sí…Jehová los cuida…
“Muchas personas opinan que nunca se ve la tierra más hermosa que cuando la cubre un deslumbrante manto de nieve. Pero la nieve suministra más que belleza. Los animales pueden hacer una madriguera en esta mullida capa natural y mantenerse calientes. La nieve retiene el calor en los niveles más bajos del suelo y protege a las semillas contra la congelación, que las mataría. Provee aislamiento tan excelente que los esquimales, dentro de sus iglús, pueden mantenerse calientes con el calor de sus propios cuerpos. Con buena razón, pues, la Biblia dice que Dios “está dando la nieve como lana”. (Salmo 147:16; Job 37:5, 6.)”
*** g87 22/2 pág. 31 La maravilla de la nieve ***
Sumida en esas blancas evocaciones, a la luz naranja de la estufa y los ronquiditos de Lulita, escribí esta

Nívea Esperanza

Manto blanco, copos de algodón helado,
todo lo cubrieron: pinos, casas, caminos y alma.
Juegan los niños en inusual paisaje
y cobran forma muñecos de nívea masa.

No sé dónde sé escondieron,
no sé donde se abrigaron,
los pájaros y animalitos de la montaña dueños
por ahora se arroparon en oculto refugio.

Manto blanco, lluvia de copitos,
lluvia de cristales,
es toda una artesanía
y no hay dos iguales.

Por la ventana miro el invernal paisaje,
las nubes salpican estrellitas blancas
y hasta parece que música tienen…
pero resuena corazón adentro.

Las naranjas luces de una vieja estufa
al ambiente de frío resta.
Una manta de colores varios
abrigo brinda, y mi gatita,
en las faldas echada,
el calor comparte y acompaña
el silencio de esta noche blanca.

Se serena el alma al evocar
palabras de aprecio guardadas,
y pensar en Aquél que
“está dando la nieve como lana” (*)
garantía cierta de protección divina,
mientras en mullida madriguera
animalitos duermen abrigados
por tan blanca capa.

Ya es muy tarde, voy a dormir arrullada
por esta lluvia blanca, lluvia de copitos,
manto de belleza, manto de esperanzas.

Debajo suyo duerme también la semilla
que en Primavera despertará
y será planta de verdes hojas
y sus flores blancas como lluvia caerán.

Yo también una Primavera espero
donde postergados anhelos florecerán.
No habrá dolor que el andar limite
ni espinas que las fuerzas menguen
y un Paraíso la Tierra será…

Ya es muy tarde, voy a dormir arrullada
por esta lluvia blanca, lluvia de copitos,
manto de belleza, manto de esperanzas…

Dáleth
16 -07 -10

* (Salmo 147:16)




jueves, 8 de julio de 2010

Escuchar el Silencio


Es tan fácil dar por sentado lo que abunda: la luz, los colores, los sonidos…la vida misma. Pero de vez en cuando un duro golpe nos hace más concientes de nuestra humana fragilidad, de que somos solo una neblina que desaparece y por tanto, valorar cada minuto de vida y vivir de tal modo que nuestros días cuenten para Jehová, que no vivamos en vano.

Uno de esos duros golpes ha sido que una querida hermana y amiga de nuestra congregación, muy alegre y risueña, quedara con graves secuelas neurológicas luego de sobrevivir a la rotura de un aneurisma en su cerebro. Ya lleva más de un mes, sigue internada, no habla, no sé si ve pero dicen que sí escucha. No puedo ir a visitar a nuestra querida Sandrita, cuánto quisiera poder tomar su mano y leerle algunos Salmos, sé que su corazón escucharía…

Mientras estuve internada, muchas veces me tocó vivir, y sufrir de cerca, el dolor e impotencia de enfermos neurológicos (yo misma lo soy), algunos completamente paralizados, conectados a un respirador invasivo, a veces con dolorosas traqueotomías, pero con sus mentes lúcidas, prisioneros de un cuerpo que no responde.

Muchas veces canto en silencio los cánticos porque las fuerzas y el aliento no alcanzan, más el espíritu por dentro fulgura y quiere cantar. Me identifico con esta descripción, al hablar de “Ana, ella estaba hablando en su corazón; solo sus labios temblaban, y no se oía su voz.” (1 Samuel 1:13)

Ayer estuve muy decaída, sin fuerzas para nada, sólo podía quedarme quietita y escuchar que los hermanos me lean las revistas nuevas en la PC. En Despertad! de Septiembre de 2010, en la sección “De nuestros lectores”, se mencionó un artículo del 10/08 que narra la historia de Hillary, una hermanita que sufre del Síndrome de Rett, es muy conmovedor el relato de su mamá. El artículo concluye así: “Le explico que, aunque yo no comprendo todo lo que me dice, Jehová sí escucha su silencio y la entiende (1 Samuel 1:12-20). Y ella, por su parte, me ha dado a entender que habla con él. Anhelo el día en que, bajo el Reino de Dios, “la lengua del mudo clam[e] con alegría” (Isaías 35:6). Entonces escucharé a mi hija romper su silencio.”
*** g 10/08 pág. 18 Alguien escucha su silencio ***

Me quedé con esa frase, pensando en tantos amigos y hermanos, en Sandrita…y esto les escribí:

Escuchar el Silencio

Con amor, para los hermanos no oyentes
y para aquellos que su cerebro herido
los mantiene sumidos en la ausencia

Gracias Jehová por escuchar el silencio:
las voces mudas de los que te nombran
sin siquiera poder balbucear.
Algunos, no conocen los sonidos,
una etérea burbuja los envuelve
desde que sus ojos vieron la feliz sonrisa materna
más su risa no pudieron nunca escuchar.

Otros, amigos amados, un mundo rico tienen adentro
más un daño en su cerebro los mantiene inertes,
con su mirada fija en algo que tal vez no ven…
pero sólo Tú sabes cuánta vida, sueños,
dolor y anhelos hay callados detrás
de esa muralla de la que prisioneros son…
prisioneros de su propio cuerpo.
Sólo Tú sabes si el amor
de una mano amiga en la suya
a su corazón llega;
si tu Palabra, con cariño leída,
consuela y sustenta la fe que aún viva se mantiene
detrás de esos ojos que sin brillo están.

Gracias Jehová por tu consuelo:
saber que a tus ojos tiernos
todos sus pensamientos expuestos están
y oyes gemidos no expresados…
porque escuchas el silencio.
Gracias por tu amor leal al cuidarlos,
dales paz y su sueño vigila,
mientras hacía Ti los ojos alzamos
y rogamos que tu Reino venga pronto
y sean soltadas sus ataduras
y sumen entonces sus voces nuevas
a cantarte alabanzas,
y gratitud expresarte por no olvidarlos
cuando sólo podían en silencio alabarte.

Dáleth
8 de Julio de 2010


Sí, Jehová no olvida y es tierno en cariño, su amor leal es una garantía que consuela y sustenta la fe….ya falta un día menos…


¡Miren! Pronunciamos felices a los que han aguantado.
Ustedes han oído del aguante de Job y han visto el
resultado que Jehová dio,
que Jehová es muy tierno en cariño, y misericordioso.
(Santiago 5:11)
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PD: Un querido amigo y hermano dejó a modo de comentario este bellísimo poema, (gracias por tan hermoso regalo), se los dejo aquí para que todos puedan disfrutar de sus palabras y consuelo:
Y el mundo no lo sabe...

El mundo no lo sabe, ni se interesa...pero allá él.
Pasará sin gloria y con presteza,
pero ellos quedarán en los patios de su Dios.

Aquellos que aquí sufrieron,
los que impotentes lloraron,
los que aquí murieron y vivieron.

Aquellos que gritaron sin sonido sus angustias,
los que recorrieron en su mente paisajes hermosos
porque de mirar se negaron sus ojos.

Los que correr por prados hasta caer de cansancio soñaron
que imaginaron perseguir mariposas de colores al viento
pero que prisioneros en su cuerpo, a su correr renunciaron
Gritarán, correrán, y verán su belleza
en los patios de Jehová todos ellos quedarán

Y el mundo no lo sabe, ni le interesa....
José Santos

miércoles, 30 de junio de 2010

Parte Médico....y Palmera y Mar


Al fin, después de mucho tiempo, anoche he podido dormir mejor, sólo desperté dos veces pero pude dormirme otra vez.Bueno, tal vez no sea una gran noticia para publicar, pero hace tanto que no descanso…y como quiénes se acercan a este rincón suelen preguntar por cómo sigue la salud, pues les contaré.

Vengo luchando desde hace bastante con algunos síntomas nuevos: me molestan mucho las piernas y hace tiempo que no duermo bien por esas molestias, pensé que era circulatorio nada más pero no puedo tenerlas quietas por las molestias y cuando trato de dormir es peor, me dan puntadas y se sacuden fuerte, me queman, el hormigueo en los pies es permanente e intenso. Tengo fuertes espasmos musculares, contracciones violentas en cualquier parte del cuerpo, eso también me despierta cuando logro dormirme.

Tuve que recurrir a la Neuróloga, diagnosticó una Polineuropatía (*), y dentro de eso, como parte del cuadro, un Síndrome de Piernas Inquietas (**), dijo que está muy relacionado con todo lo que me pasa y con todos los antecedentes. Me dio un remedio con mucha cautela para ver cómo respondo y me ayudó bastante, calmó los dolores y molestias y por eso pude dormir. No cura la enfermedad, esta también es crónica (habrá que adaptarse a esta también), pero alivia los síntomas. Ojalá siga así y lo tolere bien. Sólo quiero que me ayuden a aguantar un poquito más…ya tenemos la línea de llegada frente a nuestros ojos, en breve el clamor y dolor no serán más (Rev.21:4).

La hipertensión estuvo incontrolable: 18, 19, 20 y sobreviví a un pico de de 24/12, ahora tengo que estar más en cama, a pesar de que sólo me levanto para sentarme en la silla de ruedas camita, entre la PC y la cama. Hay muchas cosas más pero es largo de contar.

Aunque es invierno por aquí y estoy envuelta en mantas, tejidos y ponchos, vi la foto de una palmera, la que puse arriba, y mientras la miraba surgió esto que les dejo aquí:

Palmera y Mar

Espera en Jehová; sé animoso,
y sea fuerte tu corazón.
Sí, espera en Jehová.
(Salmo 27:14)

La palmera, arraigada en playa de blanca arena,
inclinó su pesado tronco para el mar besar
.Los fuertes vientos tropicales la doblaron
y pasa sus noches en diálogo con cristalinas olas
que a veces se encrespan para sus hojas tocar.

Tal vez sea sólo una postal habitual
del paisaje tórrido donde afincada está.
Pero al pasar por su lado
mil historias me quiso contar.

Me habló de rojos atardeceres
y noches de plenilunio;
de los cantos de amigos
alrededor de chispeantes fogatas,
y del solitario que a su tronco sube
a esperar que despunte el alba,
sumido en profundo diálogo
con Quien hizo el Mar.

Yo también, como la palmera,
las raíces tengo en tierra…
y los ojos en el mar.
Vientos fuertes me doblaron
pero aprendí a escarbar en la arena
y tesoros encontrar.
Sigo arrullada por mensajes
que espumosas olas desde lejos traen.
Todas me hablan de esperanzas,
de cielos rojos que aún no vi,
de noches de luna inmensa
que a las escondidas juega
y de a poquito va apareciendo
donde termina el mar.

Sí…hay mil paisajes que aún no vi….
bueno…pero los llevo en mi.
Son cosas que los vientos que
arrecian no pueden despojar.
Nos pueden doblar…
pero no dejamos de esperar…
Esperar en Jehová:
El Majestuoso que hizo el Mar…

Dáleth
30-06-10


Un cálido abrazo desde mi pequeño rincón...yo también como las olas, me acerco a sus playas para mi mensaje con cariño dejar…




(*) Polineuropatía inflamatoria crónica:
http://www.nlm.nih.gov/medlineplus/spanish/ency/article/000777.htm

(**) Síndrome de Piernas Inquietas:
http://www.institutferran.org/piernas_inquietas.htm

viernes, 25 de junio de 2010

"Como los días de un árbol..."

“Llegará a ser como un árbol plantado al lado de corrientes de agua, que da su propio fruto en su estación y cuyo follaje no se marchita, y todo lo que haga tendrá éxito.” (Salmo 1:3)
¿De quien dice eso el salmista?....de quien se ´deleita en la ley de Jehová, y día y noche lee en su ley en voz baja.´ (Salmo 1:2)
Sí, cuánto tenemos que agradecer que esas corrientes de agua de la verdad fluyan tan abundantemente y nos conserven vivos y renovados por dentro, sin importar la aridez del desierto de estos días previos al Paraíso anhelado.
Siempre recuerdo a los hermanos que están privados de su libertad por mantener integridad, pienso en ellos y sus familias y oro que Jehová les supla lo necesario para cada día y fortaleza para aguantar.
Ellos de manera particular son refrescados y sostenidos por los dichos de Jehová y su ley, privados de reunirse con sus hermanos, son como árboles en tierra árida que profundizan sus raíces en busca de aguas subterráneas…esas aguas que ellos almacenaron en tiempo favorable mediante el estudio y hoy los sustentan.

Días atrás Damita nos comentaba datos muy interesantes que se mencionaron en una clase de Arqueología, sobre árboles milenarios y los métodos de datación científica para conocer su edad. Y como un eco desde lo antiguo resonaron las palabras registradas por Isaías:. . .”Porque como los días de un árbol serán los días de mi pueblo”(Isaías 65:22)
Qué garantía tan alentadora, en especial cuando nos sentimos sólo una mecha de lino que humea, que lucha por mantener viva su tenue llamita.

Buscando información sobre los árboles, encontré algunos datos curiosos, como este:
“El árbol más aislado del mundo era la famosa acacia del Ténere, en el Desierto del Sahara, a más de 400 km de los árboles más cercanos. Fue destrozada por un conductor ebrio en 1973.
Durante el invierno de 1938 a 1939 se cavó un pozo cerca del árbol y se encontró que sus raíces alcanzaban un manto freático ubicado entre 33 y 36 metros de profundidad.” (Wikipedia)

¡Pobre arbolito! Era el único árbol en 400 km a la redonda, en medio de la nada…y ¡zas!...¡un camión se lo llevó por delante!
Bueno, dejando de lado el nefasto fin de la acacia, es de destacar cómo se mantenía con vida, hundiendo sus raíces entre 33 y 36 metros hasta alcanzar el agua subterránea.

Y con nosotros pasa algo similar….cuanto más áridas y duras las circunstancias en que estemos plantados, más debemos profundizar en la riqueza y sabiduría de Jehová para mantenernos vivos y renovados por dentro.Así, es que “no nos rendimos; más bien, aunque el hombre que somos exteriormente se vaya desgastando, ciertamente el hombre que somos interiormente va renovándose de día en día.” (2 Corintios 4:16)

Hablando de desgaste, llevo días luchado con una infección en la garganta y tos, (sobre que no tengo fuerzas para toser). A eso se suma la hipertensión que no cede pese a los medicamentos; casi no puedo dormir ni descansar por unas molestias terribles en las piernas y muchas cositas más que me tienen como plantita marchita…pero sólo por fuera…por dentro, seguimos barnizando los pensamientos con la paz que Jehová da.

Hoy estoy un poquito mejor que ayer, así es que ya empecé a tejer alguito, voy a tratar de hacer un ponchito como el que tejí anteriormente pero no para mi, quienes lo vieron preguntaron si no lo hacía para vender…así es que ...ya tengo trabajo!, jeje. Mientras tejo escucho el audio de las revistas, cánticos, etc, para seguir nutriendo las raíces en mi pequeña parcela.
Y ya que hoy de árboles hablamos, nada más oportuno para regalarles que este bello y profundo poema:


Árbol

Quiero ser como el árbol que acepta su destino
y admite la prudencia de apegarse a su predio.
No me arrastra la huída constante del camino;
me hago firme ante en viento para vencer su asedio.

Del mundo, que es inhóspito como un desierto raso,
veo venir caminantes con expresión sombría,
y mi sombra se alarga alfombrando sus pasos,
y enguantando la garra sudorosa del día.

Mi corteza, curtida de intemperie y aguante,
vibra con la pureza de una savia muy viva,
al dar extravertido en la sombra abundante
lo que se forja a oscuras, en la raíz cautiva.

El árbol siempre espera lo que trae el camino;
es dádiva altruista, sin reservas en la entrega.
Si hay bulla y oropeles en el solar vecino,
él restringe su impulso y a su tierra se apega.

Con pocos elementos se modeló mi historia
que ha superado todo lo que pude anhelar:
Dios, la Biblia, una senda sin fracaso ni gloria,
muchas manos amigas y un rincón para orar.

Con unas pocas cosas tengo mis credenciales:
mi fecha de bautismo, mis libros subrayados,
la simiente esparcida sobre muchos eriales,
y un nombre en los registros del pueblo dedicado.

Mi título más alto me lo dio el Dios que alabo
cuando a su antiguo pleito me llamó por testigo;
desde entonces defiendo de oprobio y menoscabo
la honra indisputable de mi supremo amigo.

Sin recorrer el mundo ni dispersar mi fuerza,
en mi estar rutinario encontré mi lugar.
Mi pelo está agrisado, mi frente ya no es tersa,
mas, corazón adentro, brota el gozo de dar.

Quiero ser como el árbol que afirma mientras crece
su inalterable gesto de bondad imparcial,
y en su sencillo ciclo se prodiga y florece,
como parte integrante del paisaje habitual.

Álef Guímel
(Del libro “Reflexiones de un Guijarro”)



Un abrazo muy fuerte, con inmenso cariño, de este arbolito plantado muy cerca de ustedes….

sábado, 19 de junio de 2010

Una Vendimia en el Paraíso



“Durante todos los días que continúe la tierra, nunca cesarán siembra y cosecha.” (Génesis 8:22)

Ésa garantía de Jehová nos permite imaginar lo que serán los tiempos de siembra y siega en el Paraíso, cuando ya todo el esfuerzo y trabajo no se vea frustrado por el mal tiempo, ya sea sequía o inundación ni ninguna otra cosa que pueda privar al hombre poder ver el bien por todo su duro trabajo.
¿Se imaginan el tiempo en que, con la bendición de Jehová, podamos dar la bienvenida a los que vayan resucitando cada día? Esas dos cosas: el tiempo de la cosecha y la resurrección se narran bellamente en este relato...Vamos a disfrutar por anticipado de lo que sería:


UNA VENDIMIA EN EL PARAÍSO


Narración de algo que podría
acontecer un día cualquiera,
de una década cualquiera,
dentro del próximo milenio.

El sabio rey Salomón dijo aquellas palabras inspiradas que nunca dejarán de ser una verdad práctica: “La mejor cosa que yo he visto, la cual es bella, es que uno coma y beba y vea el bien por todo su duro trabajo...” (Eclesiastés 5: 18).

La vendimia cada año es una confirmación de esas palabras; es el triunfo de nuestro duro trabajo; es un estallido de alegría compartida; una ocasión para comer y beber juntos expresándole al Creador de la tierra nuestro gozo por lo que hemos logrado. Es verdad, cada uno tenemos nuestra porción de tierra asignada nuestro hogar y nuestra familia, pero el trabajo y el fruto es de todos. Hemos conservado el espíritu de comunidad que tenían las congregaciones antes del Armagedón y no sólo nos reunimos para estudiar sino también para compartir todas las cosas que requieren pluralidad de brazos.

En nuestra pequeña comunidad, cuando llega el tiempo de la cosecha, vamos de viñedo en viñedo hasta que el total del trabajo en la región se termina y luego gozamos de una fiesta en el último campo vendimiado.

Este año le tocó a la casa de José Fernández convertirse en un avispero de actividad para celebrar la culminación de nuestra labor de vendimia. Hemos decidido armar las mesas formando un gran semicírculo en el jardín del frente, bajo los árboles. La casa, acogedora y señorial, rodeada de una balaustrada de mármol blanco, tiene una amplia escalinata de entrada que ha de servir de plataforma. Todos tendrán a la vista el grupo de músicos que alegrará la fiesta y el acto artístico que se llevará a cabo después de la cena.

El verano está declinando. Sus tardes largas y serenas regalan nuestros ojos con deslumbrantes cuadros agrestes. La mirada se pierde entre los exuberantes viñedos y los huertos cargados de fruta. Tenemos muchas dalias con qué adornar las mesas, de todas las variedades y colores, y como símbolo de nuestra prosperidad, las veinte clases de uvas que se cultivan en la región.

Las mesas deben proveer lugar para más de doscientas personas porque desde muy temprano han estado llegando noticias de varios recién resucitados en la comunidad que vendrán con sus familiares a la fiesta. ¡Qué día especial para el comienzo de una nueva vida! Un clima de expectativa nos pone alas en los pies.

¡Cuánta belleza tiene nuestra sección del Paraíso restaurado! Sentimos la responsabilidad de cuidarla como antes sentíamos la de predicar el Reino. El viraje de la historia que borró todo rastro del mundo anterior convirtió el cultivo de la tierra en un deber conectado con la adoración del Creador. Por el camino que bordea las fincas están llegando los alegres grupos. Traen sus instrumentos musicales y manjares para la mesa. El jardín de los Fernández se va llenando de voces y risas, de rostros alegres y presencias cálidas. Hay momentos en que el gozo es tan profundo que humedece los ojos.

Al hacer la oración de gracias antes de la cena, el dueño de casa expresó el aprecio de todos por las buenas cosechas, evidencia de la bendición de Jehová. Agradeció a Dios que ningún trabajador se hubiera lastimado y nada lamentable causado por la imperfección humana, aún no dominada del todo, hubiera empañado nuestra alegría. Al oírlo decir eso nos sorprendimos, pues hacía tantos años que no sucedía algo así que ya estábamos dándolo por sentado, como si no pudiera suceder. También dio gracias a Dios por la felicidad de las familias que acababan de recibir a sus amados mediante el milagro de la resurrección.

Al tiempo de los postres se empezó a oír el rasguear de las guitarras y un anticipo de violines que se templaban. Luego, todos cantamos a coro fragmentos del Salmo 104 y, en ese marco, sus palabras tenían un realismo conmovedor. Como es ya tradicional en estas fiestas, se presentó como primicia una canción que los jóvenes compusieron a propósito para la ocasión. Sin duda se va a convertir en un éxito porque tiene una melodía que se pega al oído; con seguridad que mañana vamos a estar todos tarareándola durante nuestros quehaceres. Se titula “Vendimia Feliz”.

Después de un rato de entretenimiento musical, José Fernández pidió que subieran de a uno a la escalinata los nuevos miembros de la comunidad que acababan de llegar del Seol, que se presentaran por nombre y nos contaran algo de su vida en el viejo orden de cosas. Algunos de ellos no tenían mucho qué decir; habían vivido vidas comunes y habían muerto en una cama, víctimas de alguna enfermedad. Todos sin excepción expresaron su enorme gratitud a Jehová por la oportunidad de volver a vivir en un ambiente tan hermoso. El relato de un joven nos dejó mucho en qué pensar.

— Quiero pedirle algo a los músicos. Por favor, cuando yo termine de hablar, toquen alguna melodía muy alegre y déjenme bailar un poco.

— ¡Por ahí se deduce que fuiste buen bailarín! —gritó alguien desde la mesa.

— ¡Qué bueno si hubiera podido serlo! Pero es muy distinta mi historia. Empezaré desde el principio: Yo era un niño de diez años cuando un día los maestros de mi escuela anunciaron que nos llevarían a una excursión. Fuimos a un parque en una localidad distante para jugar al aire libre y recibir algunas nociones sobre la flora del país. Fue un día hermoso con un saldo triste. Cuando veníamos de vuelta, cantando mientras mirábamos la puesta del sol desde las ventanillas del tren, pasó algo de lo cual tengo sólo una vaga impresión.

Mis recuerdos más precisos parten desde un momento en que me recobré de un desmayo oyendo voces, gritos y quejidos. No podía incorporarme. Sentía mucho peso sobre mí; mis manos palpaban hierros y maderas en la densa oscuridad. Veía rayos de luz, como provenientes de linternas atravesando la confusa escena.

De pronto, la luz dio directamente sobre mi cara obligándome a parpadear. Una voz de hombre gritó: —aquí hay uno que está con vida—. Varios acudieron y empezaron a mover hierros. Por sus cascos reconocí que eran bomberos; sentí que dos brazos me alzaban. De la cintura para abajo mi cuerpo estaba sumido en un dolor indescriptible. Después de esto, otra vez no recuerdo nada. Recobré el sentido en la cama de un hospital.

Un médico bondadoso trató de ver cuánto recordaba del accidente y me hizo muchas preguntas. Me explicó que aquel tren había chocado con otro y que podía considerarme feliz de haber sido hallado con vida. Me di cuenta de que estaba atado a la cama por medio de una correa alrededor de mi cintura. El médico me dijo que me habían hecho una operación muy delicada en las piernas y que me habían atado porque ni en sueños debía tratar de bajarme de la cama, ya que podía arruinar los resultados.

Frecuentemente me quejaba de fuertes dolores en las piernas, y especialmente en los dedos de los pies. Cuando yo decía esto, los que estaban conmigo se miraban con una expresión difícil de definir, entre dolorida y asombrada. Al fin llegó el día en que me anunciaron que esa tarde mi padre me llevaría a casa. A la hora indicada, papá y el médico estaban junto a mi cama. Yo me sentía muy feliz, lleno de expectativa.

El médico me dijo tomándome una mano: —Luisito, antes de que te levantes para irte, tu padre tiene que decirte algo. Ahora nos vas a demostrar que eres un hombrecito y que sabes hacer frente a las cosas más difíciles de aceptar. Yo los miré azorado, sin saber qué esperar. Mi padre transpiraba y estaba pálido. Le costó empezar a hablar; dijo unas pocas palabras, después miró al médico y le rogó: —Siga usted, doctor.

Recién entonces supe que ya no tenía mis piernas. No podía creerlo porque estaba seguro de que las sentía y me dolían. El médico aflojó la correa alrededor de mi cintura para que pudiera incorporarme. Eché a un lado las frazadas y vi que mi cuerpo terminaba en dos muñones. El doctor me explicó que, como el cuerpo está hecho para tener piernas, los nervios, gobernados desde el cerebro, envían mensajes a las piernas como si existieran; por eso yo tenía la sensación de tenerlas y sentirlas. Naturalmente, todo cambió en mi vida.

Tuve que aprender a jugar con juegos de armar, a entretenerme con libros y a manejar un sillón de ruedas. Tuve que resignarme a la idea de que muchas cosas que los chicos emprendían y gozaban me estaban vedadas.

Algo que me trajo un gran consuelo fue el mensaje del Reino. Cuando mi madre empezó a estudiar la Biblia supe que había esperanza para mí. El Salón del Reino estaba a unas diez cuadras de mi casa y mi mamá iba conmigo, ayudándome con la silla de ruedas.

Cuando veía a los jóvenes emprendiendo el precursorado, cuántas veces me dije: — ¡Si yo tuviera mis piernas!

Esta mañana, cuando por la bondad inmerecida de Jehová, me hallé vivo de nuevo, cuando vi que tenía piernas, ustedes no pueden imaginar lo que sentí. No sé bailar, es algo que jamás hice. A lo más podré saltar como un perro cuando está contento, pero déjenme hacerlo para expresar mi alegría.

Porque tengo la impresión de que todo el gozo de mi corazón se me ha ido a las piernas y casi no puedo tenerlas quietas. Los músicos empezaron a desgranar las notas de un vals muy alegre. Luis saltó y brincó, y aplaudimos como si hubiera hecho el mejor número de ballet.

Después de él, otro joven subió a la improvisada plataforma y dijo:

—Hay un enorme contraste entre lo que estoy viendo y el último cuadro que guardaron mis ojos antes de cerrarse en la muerte. Como Luis, quiero contarles la historia desde el principio. Yo fui un niño feliz, que jamás se vio privado de nada. Mi padre era militar; admiraba su uniforme y deseaba ser como él. Insistía en que sólo quería juguetes bélicos, y papá me regalaba revólveres y ametralladoras pequeñas. Iba al dormitorio de mis padres y me extasiaba mirando el retrato de bodas de ellos. Mi madre, vestida de largo traje blanco, envuelta en tules, y mi padre, un joven teniente con uniforme de gala, aparecían bajo las espadas relucientes que levantaban a ambos lados sus compañeros, también uniformados. Yo soñaba delante de aquel retrato con el día en que, ya hombre, caminaría con una novia hermosa tomada de mi brazo, disfrutando de los mismos honores.

Convencido de mi vocación, mi padre me inscribió en el colegio militar y fui un alumno distinguido. No cabía dentro de mí cuando orgullosamente vestí mi primer uniforme de cadete. Pero, antes de que hubiera llegado el día en que pudiera llevar a mi novia del brazo, bajo las espadas alzadas en feliz augurio, sucedió lo que nunca creí que iba a suceder: la guerra estalló de veras. Un sentimiento terrible se despertó en mí. Comprendí que allí terminaba el juego y empezaba la realidad. Y lo peor era que, a pesar de todo lo que había estudiado sobre la guerra en teoría, no deseaba estar en ella. ¿Cobardía? ¡No! ¿Miedo a la muerte? ¡Tampoco! Era algo distinto, algo que me dolía en el fondo de la conciencia. Me preguntaba: ¿Tiene sentido la guerra? ¿Hay ganadores o solamente perdedores?

A medida que se acercaba el día de partir para el frente, la inquietud y el desorden aumentaban en mi mente. No sabiendo dónde hallar alivio fui a la iglesia y confesé al sacerdote mi verdadero estado mental. Él trató de consolarme con la antigua respuesta religiosa: “Morir por la patria es servir a Dios”. —Bien —le dije—, pero... ¿no murió Jesucristo para que todos seamos hermanos?

— ¡Claro! Pero no podemos ser todos hermanos aquí, sobre la tierra. Eso sucede cuando ya estamos en el cielo, porque allá no existen fronteras y para Dios somos todos iguales. Aquí en la tierra, los gobiernos y los límites existen, y eso también es por la voluntad de Dios. Él sabía, al disponer las cosas así en el mundo, que de vez en cuando los hombres tendrían que resolver sus problemas con la guerra y, más que nada, el gran problema que llega el momento en que sobra gente en la tierra. Entonces, la guerra es una forma de alivio que evita males mayores.

Sus palabras calmaron momentáneamente el volcán interior que estaba estallando en mí, pero estuvieron lejos de resolver mis dudas. El día en que debíamos salir para el frente un pastor protestante pidió permiso para repartir ejemplares de una edición de bolsillo de los cuatro Evangelios entre los soldados. El coronel anunció que, aunque la mayoría de nosotros éramos católicos, los que creyeran que les sería útil podían pasar adelante y solicitar un ejemplar. Yo acepté uno, siempre buscando con qué calmar aquella sed espiritual que era nueva en mí. El pastor me deseó bendiciones en mi abnegado sacrificio por la patria y me aseguró que la lectura de los Evangelios me iba a dar fuerzas.

Cuando estábamos en las trincheras varias veces abrí aquel pequeño libro al azar, en cualquier página. Pero ni las palabras ni los hechos de Jesús armonizaban con lo que estaba sucediendo a mi alrededor y yo tenía la sensación de entender las cosas cada vez menos.

Un día, un proyectil me alcanzó y estuve no sé cuánto tiempo tendido en el campo de batalla, sangrando de un costado. Cuando era niño, tenía una caja de zapatos llena de soldaditos de plomo para jugar a la guerra con los otros chicos. Colocábamos tantos de cada lado; luego cada uno daba un golpe al ejército contrario con el filo de la mano y contábamos las bajas. El que volteaba más soldados ganaba la batalla, y el que ganaba más batallas ganaba la guerra. En la guerra real es exactamente así. Ahora, mirando todo alrededor el campo sembrado de soldados muertos, los veía igual que mis soldaditos de plomo, muertos y fríos, aún aferrados a sus armas. Igual que los otros, habían caído también de un solo golpe, bajo el filo de la mano de la fatalidad.

Mi herida sangraba mucho y yo sentía que se me iba la vida. No pude menos que pensar en todo el engaño de mi vida vacía. Si ése era mi fin, ¿qué tenía a mi favor? ¿Qué había hecho de valor sobre la tierra? ¿Qué había hecho mi religión para enseñarme a servir a Dios? Recuerdo que, con mis últimas fuerzas, y llorando con tremenda amargura, le pedí a Dios perdón por la vanidad de mi vida, por no haberlo tenido a él en cuenta para nada y por haberme prestado a hacer un papel en la gran farsa del mundo. Aquella oración me tajo un poco de paz. Allí terminan mis recuerdos.

Esta mañana, cuando tuve la felicidad de volver a ver el rostro de mi madre, supe que aquella oración no había caído en el vacío. Ella me contó que el mensaje del Reino fue lo único que la consoló después de mi muerte y que, por haber llegado a ser parte del pueblo de Dios, estaba allí para recibirme. Al comprender que estaba de vuelta por el milagro de la resurrección, una de las primeras cosas que expresé fue mi deseo de no volver jamás a vestir un uniforme militar. La respuesta de mi madre fue muy reconfortante:

— Jorge, los soldados y los ejércitos ya no existen. Después de que terminó la gran guerra de Dios, todos los habitantes de la tierra nos dedicamos a limpiarla, juntando en montones las armas que habían quedado de las guerras humanas. En grandes fogatas se quemaron todos los vestigios del mundo que nos había oprimido. El viejo sistema que conociste se ha borrado sin dejar marcas ni huellas.

— Por eso al comenzar les dije que lo que tenía delante de mis ojos era tan diferente de mis últimos recuerdos. Al verlos a ustedes ante esta mesa, la paz tiene un sabor maravilloso para mí, como jamás lo tuvo cosa alguna sobre la tierra; y ahora, ruego a Dios que me enseñe a ser digno de ella y me permita disfrutarla junto a ustedes en el futuro eterno. Los ojos de todos lo siguieron cuando descendió y fue a ocupar su lugar en la mesa junto a su madre.


Quedaba una sola persona en el grupo de los resucitados que aún no había subido a la plataforma. Era una hermosa muchacha. Dijo su nombre y parecía que no sabía cómo continuar. Desde la mesa gritaban: “¡Que baile, que cante María Elena!”

— No sé bailar y no recuerdo ninguna canción que valga la pena cantar. Esta noche sólo quisiera quedarme en un rinconcito, mirando lo que ustedes hacen.

— No te apoques, muchacha —le decía José Fernández bondadosamente. Todos somos una gran familia y estamos muy contentos de tenerte entre nosotros. ¿Por qué te sientes cohibida?

— No me siento cohibida; es algo diferente. Sin duda van a comprender mejor cuando les diga que en mi vida anterior nunca tuve la felicidad de ver. Oía hablar de cielo azul y campos verdes, pero eso eran palabras nada más. Me enseñaron a sonreírle a la gente y me decían que el rostro humano es mucho más hermoso cuando sonríe. Palpando mi propia cara comprobaba que la sonrisa estira los labios, marca dos líneas a cada lado de la boca y redondea las mejillas, pero no podía entender por qué eso era hermoso. Hoy al verlos sonreír a ustedes, advierto que cada sonrisa tiene una belleza particular. Jamás imaginé que podía haber una variedad tan grande de gestos y expresiones. Yo nunca hacía gestos, pues al no verlos no sabía imitarlos. Es un idioma nuevo que tengo que aprender, y he estado todo el día fascinada, observando cómo el gesto acompaña a la palabra.

Hoy por fin entiendo lo que significan, cabalmente, distancia, profundidad y altura. Antes, esas cosas abarcaban sólo lo que alcanzaban mis brazos, o lo que alcanzaba mi bastón. Tengo la impresión de que mi vida anterior fue un túnel cerrado al cual no llegaba ninguna luz del exterior. Hoy estoy en el otro extremo; veo el milagro de la luz y el color y sé que estos nuevos ojos que Dios tuvo la bondad de darme, nunca se saciarán de ellos.

La música y las canciones continuaron hasta que los gallos de Fernández empezaron a intercambiar mensajes con los de las fincas vecinas. Pronto el gran semicírculo de la mesa estuvo desarmado. Los grupos se alejaron cantando y riendo, llevándose los últimos ecos de la fiesta. Había terminado otra vendimia.

Al repasarla mentalmente nos dábamos cuenta de que Luis nos había hecho más conscientes de la felicidad de movernos libremente sobre dos piernas sanas. Jorge nos había ayudado a reconocer mejor la bendición inefable de vivir en una paz sin amenazas. Verdaderamente, desde que el arcángel Miguel echó llave al abismo en que yace nuestro principal enemigo, no hemos tenido desgracias, ni epidemias, ni males irreparables, ni cataclismos, ni problemas sin solución; ni siquiera una cosecha perdida. Y esta noche, parecía que todos estábamos mirando la belleza del nuevo Paraíso con deslumbramiento, como la muchachita que recién estrenaba la luz de sus ojos.

¡Qué maravilloso es comprobar que ya no oímos los pasos siniestros de la muerte, que antes nos seguía de cerca! Ahora estamos oyendo los pasos firmes de la vida recorriendo la tierra, despertándolo todo, vigorizándolo todo. Esta noche límpida y serena de un verano que se desvanece, nos separamos pensando que, por la bondad de Jehová, el tiempo que se extiende hacia la eternidad será una sucesión interminable de vendimias felices, como lo expresa la canción que los muchachos compusieron especialmente para esta ocasión:


Vendimias felices,
benditas vendimias que no cesarán...
Jehová lo promete:
La siembra y la siega por siempre serán.



Álef Guímel

(Del libro “Una bolsa de sal y una sonrisa”)



miércoles, 9 de junio de 2010

"Regocíjense en la esperanza"


“Ninguna lágrima rescata el mundo que se pierde ni el sueño que se desvanece... ¡Ay, yo lo sé bien!” ( Juana de Ibarbourou, en "La mancha de humedad".)
Así termina la poetisa uruguaya su relato, describiendo la impotencia y la inutilidad de su llanto al perder sus sueños.
Es cierto, por profundo que sea el dolor por los distintos tipos de pérdidas que todos tenemos en este sistema (afectivas, de salud, económicas, de seres amados, etc,), las lágrimas derramadas, a veces incontenibles como río crecido, no pueden devolvernos lo perdido.Sólo Jehová, quien recoge nuestras lágrimas en su odre…sólo Él puede hacerlo.
Por eso cobran un brillo y sentido especial estas palabras: “Regocíjense en la esperanza.” (Romanos 12:12)
Tal vez alguien pudiera decir:
-¿Cómo regocijarse si el dolor consume?

Sí, es cierto, son muchos los momentos angustiosos. Y Jehová lo sabe. Y aún así inspiró esas palabras al apóstol Pablo. Porque a pesar del dolor, podemos hacerlo, con Su ayuda :
“Para ello debemos mantener constante en el pensamiento la esperanza divina. ¿Reflexionamos con frecuencia acerca de esta esperanza? ¿Nos imaginamos en el Paraíso, llenos de salud, sin inquietudes y rodeados de nuestros seres queridos, efectuando tareas que nos hacen sentir realizados? ¿Meditamos en las escenas del Paraíso que se representan en nuestras publicaciones? Si así lo hacemos, mantendremos limpia la “ventana” que nos brinda tan magnífica vista. Pero si nos descuidamos y no le limpiamos los cristales, el polvo y la suciedad no tardarán en empañar la claridad y el atractivo de la escena, y la vista se irá detrás de otras cosas. ¡Nunca permitamos que nos ocurra eso!”
*** w06 1/10 pág. 28 párr. 9 Esperar en Jehová nos infunde valor ***

Hasta los niñitos que crecen en hogares piadosos, enseñados por sus padres, cultivan esa esperanza viva.Me emocionó recibir un regalo muy especial: un dibujo, el que adjunto arriba, me lo envío por e-mail su mamá, con este mensaje:

“Nancy:Este dibujo te lo hizo mi nena, Luna (6 añitos). Es tu casa en el nuevo mundo, y tu silla de ruedas allá al fondo de "porta maceta", je,je,je y vos cuidando el jardín.Gaby”
¡Qué belleza! ¡Tan chiquita y con una fe y esperanza tan grande!..y cuánto ánimo y consuelo da, ¿verdad?

He estado muy triste porque no pude asistir a nuestra Asamblea de Circuito “Protejamos nuestra espiritualidad”. Otra vez me quedé llorando cuando Waldo y Damita se fueron (mis padres se quedaron a cuidarme, ellos irán al otro circuito).Otra vez me quedé sin banquete espiritual, cuando más lo necesito, sí, porque cuánto más duras son las pruebas más necesitamos fortalecernos y Jehová sabe lo que necesitamos y nos lo da al tiempo oportuno…pero yo me quedo con el plato vacío otra vez….esa sensación que ahoga de que el Carro de Jehová avanza y yo rezagada atrás sin poder alcanzarlo…es muy triste y doloroso. Sí, es otra pérdida. No quiero pensar que esto va a seguir así hasta el final. Siempre guardo la esperanza de que tal vez la próxima asamblea pueda estar, aunque sea un día.
Por supuesto, todo nuevo entendimiento que pudiera mencionarse en los discursos luego saldrá en los artículos de La Atalaya y así todos nos beneficiamos del alimento espiritual. Pero cuánto me gustaría poder estar presente cuando se sirve ese alimento”calentito”, recién servido en nuestras asambleas, y toda la instrucción, recordatorios, experiencias, demostraciones, cantar los cánticos juntos y el amor de los hermanos al compartir reencuentros y momentos gratos con todos. Eso se extraña mucho.

Mientras tanto, esta salud no da tregua. Siempre hay algo nuevo. He estado con mucha fiebre, sin causa aparente. Temo que al estar bajando las dosis de corticoides la inflamación interna se esté activando más.También la hipertensión arterial está molestando: por el aneurisma de aorta ascendente que tengo, hay que mantenerla en 10/6, con 55 de frecuencia cardiaca…y hubo días con 17/9 y mucho más de 100 latidos por minuto, a pesar de la medicación. Tengo que ir en estos días al hospital a que me vea todo el equipo médico que pidió mi traslado a Buenos Aires. Ya les dije que sólo voy a ir a saludar y control…nada de internaciones.
Estoy tan cansada de estudios y remedios que opté por la Homeopatía. Sólo quiero algo de alivio para poder aguantar lo poquito que le queda al sistema.
Mientras tanto, la esperanza es bálsamo a la mente y mantiene limpia y abierta de par en par la ventana que nos deja ver anticipos del paraíso.

Al principio cité a una poetisa uruguaya. Ahora, otra poetisa uruguaya, pero que usó su vida en el servicio misional, nos invita a disfrutar de estos

FLASHES DEL FUTURO

¿Te gusta como a mí, dejar vagar la mente,
imaginando gratas bienvenidas
y furtivos encuentros no planeados,
en las sendas del nuevo paraíso
que ya existe en nosotros arraigado?

Allí no habrá jamás una partida que llorar,
como hecho irremediable,
ni un anhelo legítimo tronchado,
ni una ilusión con pena despedida,
ni un cariño profundo renegado
porque se tornó en fraude y en desprecio,
ni el nombre de un amigo rebajado
al nivel de lo absurdo y de lo necio.

Ha de ser fascinante recorrer los caminos
y encontrarse con tantos felices rescatados
conservados vivos por decreto divino,
y saber que ya nunca habrá una fuerza extraña
que los arrastre afuera, rendidos, maniatados.
Vendrá el amigo fiel de tiempos idos
para decirte con su tierno abrazo:
—Jehová en su gran amor nos ha salvado,
y hoy estamos aquí, querido hermano,
por el poder de su invencible brazo,
bajo la sombra de su santa mano.

Gozaremos de días inefables,
cuando el Seol libere a sus cautivos,
porque Dios los restaura a sus lugares.
Al estrecharlos y palparlos vivos,
parecerá que hasta la tierra canta,
y en el fervor de tan sentido abrazo,
creerás que estás sondeando el infinito,
o estás midiendo el cielo con tus brazos.

Álef Guímel - Abril 1994
(Del libro “Ramas y Nidos”)


¡Cuánto consuelo en nuestra esperanza! Realmente es ancla del alma.

Voy a cerrar los ojos para ver.
Ver lo que el mundo ignora y
para nosotros es realidad tangible.
Tangible, sí. Es tan real la esperanza
que puedo sentir la brisa fresca
que acaricia el rostro,
que lo limpia de toda lágrima,
Que trae perfumes de silvestres flores,
y el canto alegre de gaviotas que a la playa bajan.
Tangible, como este mar inmenso
que arrulla el alma.
Como esas montañas pintadas
de verdes distintos,
besadas de rocío,
y que tanta vida albergan.
Tangible…como esos senderos
que se adentran por el vasto jardín
que la tierra cubre…
como este sendero que a tu puerta lleva …
y aquí estoy...trayéndote a los que amo
para compartir con los tuyos,
pues una sola familia somos,
adorando eternamente al Padre Amado
que por el sacrificio de su Hijo nos rescató
y el Paraíso nos regaló.

Dáleth
09-06-10

Sí…de verdad espero estar un día ante tu puerta con mi familia, sentados a la sombra de los árboles, se escurrirán las horas en gratas conversaciones…¿me esperas?...



lunes, 24 de mayo de 2010

¡Regresamos!...






















¡Al fin en casita! Luego de 17 días que se hicieron tremendamente largos, podemos estar en casita de nuevo junto a Damita, mis padres y Lulita, quien parece que extrañó mucho también.

Ha sido una sucesión de situaciones difíciles, como Waldo me decía: “- Nunca viví una situación tan estresante”, haciendo referencia a todo lo vivido estos días, ¡ y eso que estamos acostumbrados a situaciones estresantes!. Pero el estar tan lejos de casa, el extrañar tanto a Damita y familia, el tener que andar, en su caso, haciendo mil trámites de un extremo al otro de la capital, dejándome sola la mayor parte, con la preocupación que eso suponía; el remar con la burocracia que enlentece hasta el más sencillo trámite, el tener que correr algunos riesgos para regresar pronto para no tener problemas con su trabajo...y mil cosas más....todo se le sumó a mi querido Waldo, pero todo su sacrificio y esfuerzo lo hizo con mucho amor y se esmeró en cuidarme en todos los detalles. Son cosas que no pasan desapercibidas a los ojos del Padre tierno que recoge nuestras lágrimas en su odre.

Y en la parte que me toda....es larguísima la lista de estudios que me hicieron, como estaban replanteando el diagnóstico, fue un empezar todo de nuevo, desde 0, muy agotador, y muchas veces, doloroso.Así como pasa con los autos viejos cuando quieren arreglarlos y empiezan a aparecer mil cosas que no andan...así pasó conmigo, jaja...cuánto más me estudiaban, más cosas encontraban y al final hay un montón de problemas que no sabía que tenía, como una hernia de disco cervical, discopatía crónica y degenerativa en todos los discos de la columna, una anemía ferropénica tremenda ( falta de hierro, los valores normales son de 70 -180 y yo tengo sólo 12) y algunas cosas más que primero quiero que mi médico me explique para poder decirles.

Encima...casi me sale cierto eso de que tengo una sóla neurona, jaja...es que en la resonancia magnética de cabeza aparece una marcada atrofia en el cerebro, en la parte frontal...¡tengo atrofiado el cerebro!!...y eso que me gusta aprender siempre algo y hacer cositas siempre....en fin...Parece que por el Takayasu algunos vasos sanguíneos en el cerebro también se dañaron y tal vez esa sea la causa, tienen que ver si es algo que ya pasó o es progresivo.

Pero el tema principal por el que fuimos, los músculos, sigue envuelto en una nebulosa y nos vinimos con una sensación fea de falta de respuestas claras y el compromiso que espérabamos, una sensación de que fue en vano tanto sacrificio. Mientras hacían los EMG (un estudio de los músculos y nervios), una Doctora decía: - "Qué es esto?...está todo muy mezclado, músculo y nervio...y esto cómo lo informo?...Estamos como llegamos"...

Y sí...al final, como ella misma dijo: “Estamos como llegamos”...o como fuimos, mejor dicho. Por ahora sigo con el mismo tratamiento, lo bueno es que me sacarán los corticoides. Faltan algunos resultados de estudios que luego un Doctor me enviará por mail.No quisieron darme de alta porque faltaba hacer unos estudios más por el tema de enfermedad celíaca, pero como esos se los puede hacer aquí le pedí a al Jefe de Sala si podría enviarme y terminar aquí. No quiso, Le expliqué que estábamos preocupados por el trabajo de Waldo, que era mucho tiempo de ausencia y ya lo habían llamado 3 veces. Dijo que no estaba atada, que podía irme pero que él no me daba de alta, y no fue nada amable al hablar. Pero ya no podíamos seguir, el tema muscular ya estaba analizado, lo demás se puede seguir estudiando aquí, y espero hacerlo cuanto antes para saber la causa de esta anemia y empezar a tratarla, piensan que debe haber una pérdida de sangre en alguna parte de aparato digestivo.Pero justo hay feriados por aquí y hasta el miércoles no podré ir al médico.

El médico que me atendió allá fue muy amable,sacó copias de los estudios y preparó un certificado para que pudiéramos hacer los trámites para conseguir los boletos de avión, que la obra social tenía que darnos. Pero por el tema de los feriados hay mucha demanda y no conseguíamos hasta el próximo jueves.Así es que no nos quedó otra alternativa que regresar en ómnibus, lo que era riesgoso por tener que estar tantas horas sin el respirador. Haciendo muchas oraciones, sumadas a las de tantos amigos, fue como, gracias a Jehová, llegamos bien a casa ayer en la mañana.
Sí, me faltaba el aire y fue muy difícil todo, pero oraba y trataba de tranquilizarme, no hablaba mucho para no fatigarme. Waldo estaba pendiente todo el tiempo y estaba listo para pedir bajar en alguna ciudad para recibir asistencia médica, pero gracias a Jehová no fue necesario. Llegamos bien. Damita y mi papi nos esperaban, mientras mi mami preparaba una rica comida caliente en casa. Mi hermana estaba muy enferma con asma y no pudo ir.

Se nos hicieron cortas las horas tratando de ponernos al día con todo lo vivido en este tiempo, tanto en casa como en Buenos Aires. Hasta Lulita, parece que extrañó tanto, que ahora se dió maña para dormir en mis piernas también en la silla de ruedas, le saqué algunas fotitos.Como Waldo sabe que me gustan las miniaturas, mientras iba haciendo trámites, vio una pequeña radio en forma de PC...¡es preciosa!.
Le dije: -“Bueno, ahora Lulita tiene compu también...ya podrá enviar e-mails y hacer su blog, jaja”. En la foto se la ve en su primer encuentro con la radio PC...¡todo un descubrimiento! Al igual que ver un pequeño llaverito en forma de pantufla, un peluchito que tendré que compartir con ella, jaja

Capítulo aparte merece todo el amor y cuidado tierno de los hermanos y amigos en Buenos Aires. Algunos ya los conocíamos personalmente, pero muchos, muchos más conocimos ahora y los trajimos en nuestro corazón.Los hermanos del Comité de Enlace, los encargados de los grupos de visitas, fueron tremendamente amorosos y les estamos eternamente agradecidos. Nos preguntaron qué necesitamos y pedimos hermanas para cuidarme de noche solamente, Waldo estaba todo el día aunque muchas veces tenía que salir a hacer trámites. Así es que las visitas de los hermanos en especial en esos momentos eran sumamente apreciadas.

Fue muy enriquecedor conocer a tantos hermanos tan amorosos, los momentos, conversaciones y sentimientos compartidos junto a ellos ya forman parte de nuestra vida. Las hermanas, y ya amigas, que abnegadamente se desvelaron a mi lado sin conocerme, salvo a veces porque alguien les pasó la dire del Blog...han dejado una huella imborrable en el corazón.

Sí, fue una etapa sumamente difícil en muchos sentidos. Pero como decíamos con Waldo, si tuviéramos que poner en la balanza qué pesa más...fueron las bendiciones y el amor de los hermanos lo que por lejos, pesa mucho más. Regresamos con el corazón desbordante de gratitud y amor por Jehová, y su Organización, nuestros amados hermanos que fueron un socorro fortalecedor.

Y Gracias también a uds que desde lejos siguen acompañándonos con sus oraciones y cariño adonde sea que estemos, son muy importantes para nosotros y los amamos....