domingo, 2 de septiembre de 2018

Desde un Faro




Quisiera escribir historias de viento y de mar,
contar lo que siente quien su vida pasó en algún faro
perdido entre horizontes azules,
sobre la línea que divide el cielo del mar…

No sé por qué me atraen tanto los faros.
Quisiera remontar el tiempo y regresar al punto
en el que eran hogar no solo de solitarios hombres,
sino también de familias, con sus niños
que crecían rodeados de inmensidad…

Creo que me hubiera gustado crecer allí…
la soledad no es problema para quién
vive en diálogo continuo con cuánto lo rodea…
las gaviotas, los barcos en la lejanía,
los regalos que acercan las olas
a la playa al bajar la marea…
todo tiene algo que contar…

El afán diario por mantener los cristales limpios,
y los depósitos combustibles llenos
y las mechas encendidas….
como era la vida de los faros en otros tiempos…

Claro, también estaban los tiempos de tormentas,
algunas por varios días sin cesar…
no quedaba más que atender los quehaceres
propios para asegurarse que no se extinguiera la luz,
y recurrir a la compañía de libros,
frente a un hogar encendido,  
que los hacían viajar por lugares lejanos,
quizás por selvas y montañas…
tan lejos de su mar…
creo que me hubiera gustado crecer
al amparo de un faro…

No sé por qué me gustan tanto
las historias de mar…
vivo, y crecí,  tan lejos de él…
quizás sea porque,
(como me describió una amiga),
soy ´un espíritu inquieto
en un cuerpo anclado´…
anclado sin poder andar…
pero al que nada lo impide soñar…
¡tengo tanto que aprender,
tanto por descubrir…
tanto por vivir!…

Los días en este sistema tormentoso
ya llegan a su fin,
la humanidad ahora es ´un mar agitado
que no puede calmarse,
sus aguas siguen arrojando alga marina y fango.´
(Isaías 57:20)

El Nombre Divino es Ancla y Faro
al que asimos nuestras angustias
y quien ilumina los horizontes de tormenta.
“Él hace que la tempestad de viento se detenga en calma,
y las olas del mar se quedan quietas…
y él los guía al puerto de nuestro deleite,”
al puerto seguro que ya existe en su mente…
(Salmo 107:29, 30)

Allí…ya no estará mi cuerpo anclado
por ninguna enfermedad…
y podré quizás escribir historias
de viento y mar…
historias de espuma y sal…
por haberlas vivido, y no sólo intuido o leído,
escritas desde una ventana
de un alto Faro…
entre el cielo y el mar…



Nancy
1-9-18






5 comentarios:

  1. Cierto que recuerdos mas entrañables.

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  2. Bellísimo.
    En tus escritos siempre hay un destello de esperanza y un reconocimiento de la magnificencia de Aquel que no nod ha dejado sin ella.

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  3. Gracias Nancy por permitirme viajar con tú imaginación y remontarme con el viento del húmedo mar hasta transportarme al faro de la esperanza que ilumina la vida cristiana!!!!

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  4. Increíble mi amiga del alma!!!!!! Tus palabras transportan

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