Quisiera escribir
historias de viento y de mar,
contar lo que siente
quien su vida pasó en algún faro
perdido entre
horizontes azules,
sobre la línea que
divide el cielo del mar…
No sé por qué me
atraen tanto los faros.
Quisiera remontar el
tiempo y regresar al punto
en el que eran hogar
no solo de solitarios hombres,
sino también de familias,
con sus niños
que crecían rodeados
de inmensidad…
Creo que me hubiera
gustado crecer allí…
la soledad no es
problema para quién
vive en diálogo
continuo con cuánto lo rodea…
las gaviotas, los
barcos en la lejanía,
los regalos que
acercan las olas
a la playa al bajar
la marea…
todo tiene algo que
contar…
El afán diario por
mantener los cristales limpios,
y los depósitos
combustibles llenos
y las mechas
encendidas….
como era la vida de
los faros en otros tiempos…
Claro, también
estaban los tiempos de tormentas,
algunas por varios
días sin cesar…
no quedaba más que
atender los quehaceres
propios para
asegurarse que no se extinguiera la luz,
y recurrir a la compañía
de libros,
frente a un hogar encendido,
que los hacían viajar
por lugares lejanos,
quizás por selvas y
montañas…
tan lejos de su mar…
creo que me hubiera
gustado crecer
al amparo de un faro…
No sé por qué me
gustan tanto
las historias de mar…
vivo, y crecí, tan lejos de él…
quizás sea porque,
(como me describió
una amiga),
soy ´un espíritu inquieto
en un cuerpo anclado´…
anclado sin poder
andar…
pero al que nada lo
impide soñar…
¡tengo tanto que
aprender,
tanto por descubrir…
tanto por vivir!…
Los días en este
sistema tormentoso
ya llegan a su fin,
la humanidad ahora es
´un mar agitado
que no puede
calmarse,
sus aguas siguen arrojando
alga marina y fango.´
(Isaías 57:20)
El Nombre Divino es Ancla
y Faro
al que asimos
nuestras angustias
y quien ilumina los
horizontes de tormenta.
“Él hace que la
tempestad de viento se detenga en calma,
y las olas del mar se
quedan quietas…
y él los guía al puerto
de nuestro deleite,”
al puerto seguro que
ya existe en su mente…
(Salmo 107:29, 30)
Allí…ya no estará mi
cuerpo anclado
por ninguna
enfermedad…
y podré quizás
escribir historias
de viento y mar…
historias de espuma y
sal…
por haberlas vivido,
y no sólo intuido o leído,
escritas desde una ventana
de un alto Faro…
entre el cielo y el
mar…
Nancy
1-9-18
Cierto que recuerdos mas entrañables.
ResponderEliminarBellísimo.
ResponderEliminarEn tus escritos siempre hay un destello de esperanza y un reconocimiento de la magnificencia de Aquel que no nod ha dejado sin ella.
Bello querida Nancy.muy lindo
ResponderEliminarGracias Nancy por permitirme viajar con tú imaginación y remontarme con el viento del húmedo mar hasta transportarme al faro de la esperanza que ilumina la vida cristiana!!!!
ResponderEliminarIncreíble mi amiga del alma!!!!!! Tus palabras transportan
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