
Hay cierta sensación que me envuelve, muy personal y difícil de describir, cada vez que cantamos un cántico en el Salón del Reino. No sé si serán los años que nos sensibilizan más o las circunstancias…o la suma de los dos…pero es muy bonito y profundo. Trataba de explicárselo a mi esposo, pero no pude, la emoción apretaba demasiado fuerte la garganta y no dejó salir a las palabras. Así es que veré si puedo escribirlo, de algún modo hay que expresarlo.
Nuestro Creador, que nos entiende a todos y escucha hasta nuestros gemidos no expresados, sabe bien las dificultades que cada uno de sus siervos sobrelleva día a día. Por eso es un estimulo grande el tan sólo ver a nuestros hermanos en las reuniones…tan sólo verlos…pues detrás de cada uno hay una historia de luchas y esfuerzos, arreglos y hasta sacrificios, tan sólo para estar presentes. Y nosotros no somos la excepción.
Son muy pocas las cuadras de casa hasta el Salón y no puedo ir más cómoda, recostada en la silla de ruedas - camita, disfrutando del aire libre y conversación risueña con la familia. Pero por más que ría de corazón y todo me resulte hermoso, el dolor de este cuerpo es permanente, y hasta ese breve recorrido lo aumenta y agota. Llego muy agotada y aturdida del dolor y a veces hasta me cuesta coordinar las ideas y tratar de conversar un poquito por lo embotada que quedo.Pero el gozo de haber llegado…de estar allí y ver a los hermanos…puede más y los abrazos y cariñosos saludos son curativos no sólo para el espíritu. Será por eso que el sabio dice “Un corazón que está gozoso hace bien como sanador” (“Hace bien al cuerpo”, dice una pequeña nota). (Proverbios 17:22). Aunque, si sólo dependiera del gozo de corazón…tendría que ser ultra saludable, jaja.
¿Qué tiene que ver todo esto con la emoción al cantar? Todo. Hasta que empieza el cántico…yo ya no puedo más, nadie lo sabe en ese momento, ni mi familia (y se están enterando ahora), porque me ven feliz...y lo estoy…sólo que este cuerpo no da más.Entonces, cuando estoy más exhausta…comienzan las notas del piano a dirigir los pensamientos a alabar a Jehová. Y de pronto todo está bien. Como una niña asustada que halla refugio y seguridad en los brazos de su padre, así siento que todo está bien. No sé cómo seguirá todo luego, sé que llegamos hasta allí, en ese momento estamos donde deberíamos estar, no sé siquiera cómo regresaremos, con qué fuerzas seguir y hasta pensamientos que se cruzan de vez en cuando, se les ocurre hacerse presentes entonces: “Si ahora estoy tan mal…¿cómo va a aguantar este cuerpo durante la gran tribulación?” Son pensamientos fugaces, que huyen ante el amor leal de Jehová, quien prometió no dejar a sus leales.
Es un torbellino de emociones y pensamientos, como mar agitado. El dolor desata tempestad…pero los cánticos traen la calma y devuelven la serenidad hasta al alma más agobiada y reseca. Y de pronto todo está bien. Es como si Jehová te dijera que no tienes de qué preocuparte, él se encargará como Padre amoroso de todo lo que surja en el camino. Sólo tienes que estar allí y dejar que Él te consuele y dé la paz que supera a todo pensamiento.Y te sientes tan pequeña y agradecida que se hace difícil cantar sin que la emoción no desborde por los ojos y alguna lagrimita se escapa (ahora sabes, hijita, por qué lloro).
Hablando de los cánticos, una vez se dijo que todo el programa de las reuniones es una dádiva de Jehová, un regalo de Él para nosotros. Pero los cánticos…son los momentos en que todos podemos darle algo a Él: nuestra alabanza.
Y como de cánticos estamos hablando, qué más apropiado que la poesía de hoy sea uno de ellos, este que nos confirma que
Jehová se interesa por nosotros
(1 Pedro 5:7)
Cántico 44
1. Dios se interesa en nosotros,
también nos conforta en verdad.
Cabellos nuestros bien cuenta él,
¿por qué preocuparnos, verdad?
2. Si vienen pruebas del mundo,
jamás hay que desesperar.
Si Dios no olvida a un gorrión,
tampoco nos olvidará.
3. Por toda la Tierra hoy día,
afligen a siervos de Dios.
Por estas pruebas refina él;
ayuda promete el Señor.
4. Su interés amoroso
con toda lealtad mostrará.
Si avanzamos sirviendo a Dios,
Jehová siempre nos cuidará.
“¿Por qué preocuparnos, verdad?”…¡qué amoroso Dios tenemos!.
Que siga dándonos las fuerzas cada día y nos ayude a usar nuestras vidas para alabarlo eternamente, y seguir "hablándose a sí mismos con salmos y alabanzas a Dios y canciones espirituales, cantando y acompañándose con música en el corazón a Jehová ".(Efesios 5:19)
Un abrazo muy fuerte en la distancia, con cariño fraternal
Nancy