Al terminar la Reunión de Servicio de anoche, entonamos el cántico 91. Ése es uno de los cánticos que no los puedo cantar, sino llorar.
Empezamos los primeros versos bien...pero luego no podía cantarlo más que con el corazón; ese mar que llevamos dentro desbordó en lágrimas que no podía contener.Es increíble cómo la música puede trasportarnos a momentos, gratos o no, que dejaron huella en la vida. Este cántico en particular y el 68 reviven automáticamente imágenes y oraciones inaudibles de cuando estaba internada, sola, sin que pudiera pasar la familia, de esas noches eternas en que el sol parecía demorarse más en correr el telón nocturno. Estábamos Jehová y yo. Siempre estaba Él, aún cuando sentía que la vida resbalaba, diluida en lágrimas al polvo. Siempre estaba Él. Siempre está Él. Como dice el cántico :
“De mí no se separa,
nunca solo me sentiré.”
nunca solo me sentiré.”
Si subo al cielo, allí te encuentras,
y en el Seol, allí también estás;
es para ti la noche como el día:
de tu presencia nunca me podré ocultar.
y en el Seol, allí también estás;
es para ti la noche como el día:
de tu presencia nunca me podré ocultar.
Y aún ya estando en casa, todo ese tiempo de andar en el valle de sombra profunda, sin fuerzas ya ni para gemir o llorar, sólo orar, hablar, conversar mentalmente con Jehová pidiendo fuerzas para aguantar, que no me dejara, que fortaleciera y cuidara a la familia...siempre lo sentí a mi lado...siempre respondió y dio paz en medio de las peores angustias.
Pero anoche también vino a la mente lo que sucedió ayer en la mañana. Temprano fuimos al Hospital con Waldo. Desde que empecé a mejorar no había vuelto a control con la Neuróloga, que es quien atiende todo el problema neuromuscular.
Me revisó, hizo todas las pruebas neurológicas habituales (lo más molesto es seguir su dedo índice de un lado a otro con los ojos, la cabeza quieta...se me van los ojos para cualquier parte, quedan en blanco, los párpados tiemblan fuerte y lagrimeo, es muy incómodo y uno se asusta un poquito por lo que se siente en ese momento).
Claro, la enfermedad está, pero estoy más estable. La verdad nos emocionamos mucho por la manera tan amorosa como nos trató. Tomó mis manos entre las suyas y dijo:
- “Dios te está dando una nueva oportunidad y es por algo. Quiere que disfrutes de la vida ...y para testimonio. Vos, toda vos, sos un testimonio con pies.
Nunca te quejaste, ni renegase diciendo “por qué esto a mi” ni en los peores momentos, siempre estuviste con una sonrisa y aceptaste todo con amor” Le agradecí y le dije que sabía que estaba viviendo horas extras y ella respondió:
- Más que horas extras, Dios te está dando una nueva oportunidad de vivir y es para algo.
Al despedirnos me abrazó fuerte y no dejaba de decir cosas muy animadoras.
Sí, fue otro mimo de parte de Jehová para seguir con ánimo cada día a pesar del dolor y las fuerzas tan escasas.
Todos esos recuerdos vinieron todos juntos al cantar el cántico. Por eso lloraba. Tengo mucho que agradecer.
Y ¿cómo pagaré la bondad de Dios?
Le daré mi obediencia y mi corazón.
Vivir es un placer, es un privilegio,
regalo del Señor, milagro de Jehová.
Le daré mi obediencia y mi corazón.
Vivir es un placer, es un privilegio,
regalo del Señor, milagro de Jehová.
*** sn cántico 130 El milagro de la vida ***
Aunque estés leyendo estas palabras al otro lado del mundo...¿cantemos juntos?...(trataré de no llorar)
Cántico 91
Mi Amigo, mi Padre, mi Dios
(Hebreos 6:10)
1. La vida es dura y cruel,
valle de lágrimas y dolor;
mas yo he vivido feliz
sirviendo al Señor.
(Estribillo)
2. Mi juventud ya pasó,
los días malos llegaron ya;
pero la fe que hay en mí
no se marchitará.
(ESTRIBILLO)
Mi Dios no es injusto
para olvidarse de mi obra fiel.
De mí no se separa,
nunca solo me sentiré.
Jehová es mi esperanza,
mi fortaleza, mi salvación.
Siempre ha sido él mi Amigo,
mi Padre y Dios.
(Véase también Sal. 71:17, 18.)