jueves, 7 de noviembre de 2019

El Piano



Aún recuerdo la emoción
que generaste con tu llegada.
¡Cuánto te esperábamos!
Las pequeñas manos de nuestra hija
esperaban ansiosas estudiarte.
Yo te miraba fascinada.
Siempre quise aprender
a sacar la poesía que nace de tus notas.
Tus teclas en blanco y negro…
¡Ah! ¡Cuántos matices le dan a la vida!

Mi niña creció a tu lado
descifrando tus secretos.
Ahora son las pequeñas manos de su hijita
las que empiezan a acariciarte.

Mis manos no tienen fuerzas,
no pueden imprimirle a tus teclas
la presión necesaria
para lograr que tus cuerdas de acero
vibren y llenen de música el aire…
como mariposas etéreas
con cuerpos de notas…

Más nada impide que de ti
siga enamorada…
Tus teclas en blanco y negro
hacen que vibren las fibras
de las que estoy hecha…
y llenas de bemoles y sostenidos
mis días, a veces grises,
y les pintas tonos pasteles
con tu danza de arpegios y silencios…

Puede que ya no aprenda a escribir
la poesía que brota al tocarte…
pero mi niña si,
y la suya también…
Y yo sigo soñando al escucharte,
mientras vibras en tu caja de madera,
que tiene eco en los rincones de mi alma…


Nancy
7-11-19
 
 




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