
Hoy, como casi todos los días ya, sólo puedo quedarme quietita y esperar a que calme un poco el temporal; en algún momento habrá un poquito de alivio y tal vez pueda hacer aunque sea una tarjeta con un texto, o concentrar la neuronita y responder alguno de los amorosos mensajes que como flores, llenan de color y alegría el correo.
Responder un mensaje es como conversar: hay que prestar atención, no sólo a lo que está escrito o se dice, sino a los sentimientos que asoman entre líneas y tomarlos en cuenta al tiempo de responder. Es muy gratificante. Pero al igual que conversar en vivo y en directo, requiere un esfuerzo extra de concentración al que, la ya titilante y casi apagada Neuronita, no tiene la energía suficiente para atender como es debido.
No crean que sólo a uds les “respondo” mentalmente los mensajes (aquí va una carita, emoticon, de vergüenza). También me pasa en casa, con la familia y amigos…hay tantas cosas que me quedan en el tintero por conversar con ellos, o contarles algo…pero simplemente no hay fuerzas para hablar…y tengo que esperar a que en algún momento del día haya algo más de aliento para hacerlo.
Tantas veces me quedo mirándolos, como si con la mirada pudiera hablarles y contarles lo que hay dentro…y quedan las palabras atravesadas con un nudo en la garganta y se escapa alguna lágrima de frustración e impotencia…y se acercan, amorosos, y preguntan qué pasa, mientras sus manos acercan una caricia de consuelo…y no puedo responder…sólo tranquilizarlos y decirles que ya va a pasar…que estoy bien. Y es que simplemente no hay fuerzas en ese momento para un diálogo profundo. Y otra vez hay que tener paciencia y esperar. Sé que en algún momento del día estaré mejor y entonces podré hablar. Las palabras del sabio cobran un matiz particular en este caso: “Para todo hay un tiempo . . . tiempo de callar y tiempo de hablar.” (Eclesiastés 3:1;7)
En cambio, escribir aquí o garabatear algo parecido a un poema, es menos fatigoso, es sólo tratar de expresar lo que hay dentro sin el esfuerzo extra de concentración que requiere una conversación o responder un mail. Por eso, perdón por tantas respuestas que debo (aquí van dos o tres caritas de vergüenza juntas).
Hablando de cosas que quedan en el tintero por contar…hace unos 10 días al fin le tocó el turno al Dermatólogo (como estas son enfermedades sistémicas, afectan a todo el organismo, así es que me atienden varios especialistas). Había una especie de lunar raro que sangraba, apenas lo vió dijo que había que sacarlo. No había sido lunar, sino tumor. Hizo unas llamadas, suspendió una cirugía que tenía programada, pidió el material quirúrgico y listo!...fue el tumorcito!. Dijo que roguemos que sea de origen virósico. El 19 recién estarán los resultados de la biopsia.
Pero la situación no estuvo exenta de una buena dosis de humor. Tanto el Dr como nosotros (estábamos los tres), conversamos animadamente, risas de por medio, mientras él hacía los preparativos. Luego, al momento de sacar el tumorcito y entregárselo a Damita en el frasquito para llevar al patólogo, dijo, con tono sobrio y guardando la compostura: “ Por este humilde acto hago entrega de parte de la Madre…parte del cuerpo de la madre”…¡demás está decir que nos arrancó una carcajada al unísono!…es que había que verle la cara al Doc…¡es terrible!...y lo queremos mucho. Ya a estas alturas, después de tantos años, se forman vínculos muy afectuosos médicos- paciente - familia, y ayudan a sobrellevar situaciones que normalmente serían de mucha preocupación. Y lo agradecemos profundamente.
En otras consultas, también hubo palabras de aliento al decir que para él era un ejemplo de vida, que está acostumbrado a ver casos de mucho menos gravedad, pero que se abruman y derrumban. Eso siempre ha dado pie para poder hablar de nuestra esperanza. Es muy gratificante oírles de su boca afirmar que es la fe lo que nos sostiene y ayuda. Estamos agradecidos de poder dar testimonio de toda forma posible.
No quiere decir que siempre estamos con la sonrisa de oreja a oreja. Hay momentos de mucha angustia. Pero con la ayuda de Jehová, sólo son eso: momentos. Como dijo el salmista: “Cualquier día que me dé miedo, yo, por mi parte, confiaré aun en ti.” (Salmo 56:3). Y así podemos seguir.
Un día como hoy, o mejor dicho, en una noche como esta, tres años atrás, escribí este poema que viene bien compartirlo ahora, en esos últimos días de verano…ahhh!!..si pudiera migraría como las aves para alejarme del invierno…Pero como no se puede mejor, disfrutar de esta
Noche de Verano
El Verano está preparando su equipaje.
El Calendario le indicó que le quedan pocos días.
Ya el Otoño, traviesamente, se animó a pintar algunas
hojas de amarillo, anunciando que espera su turno.
Ha llovido mucho estos días, tanto en el paisaje como en mi alma.
Pero esta noche la Luna se engalanó con su mejor traje de plata,
y las estrellas no han dejado de hablarle a mi corazón,
mientras alaban a su Hacedor.
Es tarde ya. Debería acostarme.
Pero me he quedado a solas con la noche en el jardín,
para disfrutar de un íntimo diálogo que refresca el alma.
Sé que aún quedan muchos días grises por venir
y que un Invierno de angustias
se cierne sobre la humanidad que ignora.
Pero sé también que luego vendrán infinitas
noches de Luna clara, libres de inquietudes…llenas de paz.
Y sé que una noche no lejana, compartiremos felices
momentos con los amigos que hoy están lejos y hasta con
aquellos que amamos y por ahora habitan el silencio.
Mientras tanto, gracias, Amado Padre, por esta clara
noche de verano, y por los mensajes
de tu amor y gloria sin par que en mi regazo dejó.
Dáleth
14-3-06
Gracias por compartir estos momentos.
Les dejo un puñado de estrellas y fragancia de rosas en el aire...
Con toda gratitud y cariño…
Nancy