miércoles, 1 de mayo de 2019

Una carta para acompañar…




A Paola Morales, con gratitud y admiración


Querida Amiga:


                      Hoy fue un día gris, frío y lluvioso…y sentiste que ése también era tu paisaje por dentro. Me quedé pensando en vos, en tu trabajo, que con tanta dedicación y vocación haces: enfermera de pacientes oncológicos, que brinda cuidados paliativos y ayuda a quienes llegan al final de su vida…algo de por sí muy difícil, y peor si le añadimos que esos pacientes…son sólo niños…

                     Envié, como suelo hacerlo, unas tarjetas con textos, poesías y paisajes y los agradeciste diciendo que te animaban y era lo que necesitabas. Luego dijiste algo que me movilizó muy hondo: “Hoy estoy un poco triste por personas que se fueron y por  personitas que partirán en algún momento”. Aunque es el trabajo para lo cual te preparaste y desempeñas con inmenso amor…somos humanos al fin y no somos inmunes al dolor de ver cómo se consume y apaga la vida de quien cuidamos.

                      Más tarde, cuando nos encontramos a la noche en el discurso de funeral de una querida hermana a quien también cuidaste, te pregunté por los pequeños que mencionaste en tu mensaje, tan breve y enorme a la vez. Tu rostro reflejaba el agotamiento, de esos que la sonrisa no logra maquillar. Me dijiste que dos niñitos se durmieron hoy, uno de cuatro y otro de 2 añitos. Y me dolió tanto, tanto…

                      No los conocí, ni siquiera sé sus nombres…¡pero cómo duele esta pesada herencia de Adán cuando ves o tan sólo te enteras de esas situaciones que son lo que vives cada día!  Me quedé con una opresión tan grande en el pecho y un nudo cerrado en la garganta y te dije que tenía que escribirlo para poder sacarlo…y decirte tantas cosas que es difícil expresar en el momento, porque se agolpan las emociones y los pensamientos están a empujones por salir y no logran acomodarse para hacerlo de manera ordenada…

                      De todos modos, no creo que logre en esta carta poder decirte cuánto siento, esta mezcla de gratitud infinita por tu trabajo, por el amor con que lo haces, y esta admiración inmensa porque yo jamás creo que podría realizarlo…y alguien tiene que hacerlo…
                      Gracias por tu valentía. Sí, me dirás que es tu trabajo. Pero no todos tenemos los recursos emocionales, mentales y de todo tipo que hace falta para hacerlo.

                     Vives todo el tiempo entre la vida y la muerte. Yo ni siquiera logro poder mencionarla porque es algo que, (quizás sea una falta de modestia, y pido perdón por esto si es así), pero nunca la considero una opción. Anhelo tanto ser sobreviviente a este sistema que se derrumba…poder estar el día primero después de Armagedón, cantando alabanzas de gratitud y júbilo a quién la vida debemos…aunque sé que la mía, ahora, cada día, también se apaga y soy una mecha de lino que humea…pero no quiero apagarme…no quiero…
Obviamente, nadie puede escapar a esta infame herencia de imperfección y muerte por ahora…pero… ¡cuánto anhelo no acortar nunca camino al Paraíso que ansiamos!…

                      Perdón porque hace mucho tiempo me pediste que escribiera una frase sobre esto, de acompañar a quienes están a punto de dormirse en la muerte, para  usarla en tus clases al enseñar a tus alumnos. Perdón porque, entre que, mi única neurona se pierde y olvida todo, y que es un tema del que particularmente me cuesta hablar…al final nunca te la escribí. Y ahora te estoy haciendo una carta sobre esto.
De todos modos, no es lo mismo una carta que una frase. Y aunque de veras que lo intento, es difícil contener el final de la vida en una frase, en una oración. A lo sumo, sólo alcanzo a escribir esto sobre ese trabajo tan abnegado, que es tu rutina, que es tu desgaste diario…pero que pronto ya no será más necesario, porque la muerte, el fin de todo, verá su propio fin…Porque el Dios del cielo, la Fuente de la Vida, así lo ha decretado: “La muerte ha de ser reducida a nada.” (1 Corintios 15:26)

                      Mientras ese día inminente llega, que Jehová te dé las fuerzas más allá de lo normal para sobrellevar cada momento y seguir acompañado a los que sufren hasta su breve final…

                      Ojalá estos breves versos puedan suplir en algo a la frase que pediste y pueda servir al hablar a tus alumnos sobre todo lo envuelve su diaria labor:



Siéntete en paz primero tú,
para poder acompañar,
dar serenidad y aliviar,
a quién llega al final de su camino,
con la certeza de que no está solo,
de que su mano sostienes
y que ya no hay más nada
que dolor pueda causarle,
sólo descansar sereno, sin temor,
en paz consigo mismo,
con sus afectos, con la vida, con Dios.
Aceptar el final con paz,
dormirse sabiendo que despertará…



Con amor y esperanza…

Nancy

1-5-19
4:35 a.m



      



3 comentarios:

  1. Nancyta, hermosa carta, todo los sentimientos en tus letras. Lo bueno es que falta un día menos y todos los que estan durmiendo despertarán. Solo pedimos a Jehová nos permita verlo.

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  2. Maribel de Luengo1 de mayo de 2019, 9:25

    Que hermosa carta.. me llega hasta lo más hondo, Nancy, Jehová te ha dado un don en forma de palabras de ánimo y consuelo... mus ánimos también para Paola

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  3. Hermosas palabras que estoy segura le darán el ánimo, el consuelo y la fortaleza que necesita para seguir adelante y esperar el día de nuestra liberación mediante Jehová y su hijo Jesucristo. Saludos

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