A Paola
Morales, con gratitud y admiración
Querida Amiga:
Hoy fue un día gris, frío
y lluvioso…y sentiste que ése también era tu paisaje por dentro. Me quedé
pensando en vos, en tu trabajo, que con tanta dedicación y vocación haces:
enfermera de pacientes oncológicos, que brinda cuidados paliativos y ayuda a
quienes llegan al final de su vida…algo de por sí muy difícil, y peor si le
añadimos que esos pacientes…son sólo niños…
Envié, como suelo hacerlo,
unas tarjetas con textos, poesías y paisajes y los agradeciste diciendo que te
animaban y era lo que necesitabas. Luego dijiste algo que me movilizó muy
hondo: “Hoy estoy un poco triste por personas que se fueron y por personitas que partirán en algún momento”.
Aunque es el trabajo para lo cual te preparaste y desempeñas con inmenso
amor…somos humanos al fin y no somos inmunes al dolor de ver cómo se consume y
apaga la vida de quien cuidamos.
Más tarde, cuando nos
encontramos a la noche en el discurso de funeral de una querida hermana a quien
también cuidaste, te pregunté por los pequeños que mencionaste en tu mensaje,
tan breve y enorme a la vez. Tu rostro reflejaba el agotamiento, de esos que la
sonrisa no logra maquillar. Me dijiste que dos niñitos se durmieron hoy, uno de
cuatro y otro de 2 añitos. Y me dolió tanto, tanto…
No los conocí, ni siquiera
sé sus nombres…¡pero cómo duele esta pesada herencia de Adán cuando ves o tan
sólo te enteras de esas situaciones que son lo que vives cada día! Me quedé con una opresión tan grande en el
pecho y un nudo cerrado en la garganta y te dije que tenía que escribirlo para
poder sacarlo…y decirte tantas cosas que es difícil expresar en el momento,
porque se agolpan las emociones y los pensamientos están a empujones por salir
y no logran acomodarse para hacerlo de manera ordenada…
De todos modos, no creo
que logre en esta carta poder decirte cuánto siento, esta mezcla de gratitud
infinita por tu trabajo, por el amor con que lo haces, y esta admiración
inmensa porque yo jamás creo que podría realizarlo…y alguien tiene que hacerlo…
Gracias por tu valentía.
Sí, me dirás que es tu trabajo. Pero no todos tenemos los recursos emocionales,
mentales y de todo tipo que hace falta para hacerlo.
Vives todo el tiempo entre
la vida y la muerte. Yo ni siquiera logro poder mencionarla porque es algo que,
(quizás sea una falta de modestia, y pido perdón por esto si es así), pero
nunca la considero una opción. Anhelo tanto ser sobreviviente a este sistema
que se derrumba…poder estar el día primero después de Armagedón, cantando
alabanzas de gratitud y júbilo a quién la vida debemos…aunque sé que la mía,
ahora, cada día, también se apaga y soy una mecha de lino que humea…pero no
quiero apagarme…no quiero…
Obviamente, nadie puede escapar a esta infame
herencia de imperfección y muerte por ahora…pero… ¡cuánto anhelo no acortar nunca
camino al Paraíso que ansiamos!…
Perdón porque hace mucho
tiempo me pediste que escribiera una frase sobre esto, de acompañar a quienes
están a punto de dormirse en la muerte, para
usarla en tus clases al enseñar a tus alumnos. Perdón porque, entre que,
mi única neurona se pierde y olvida todo, y que es un tema del que
particularmente me cuesta hablar…al final nunca te la escribí. Y ahora te estoy
haciendo una carta sobre esto.
De todos modos, no es lo mismo una carta que
una frase. Y aunque de veras que lo intento, es difícil contener el final de la
vida en una frase, en una oración. A lo sumo, sólo alcanzo a escribir esto
sobre ese trabajo tan abnegado, que es tu rutina, que es tu desgaste
diario…pero que pronto ya no será más necesario, porque la muerte, el fin de
todo, verá su propio fin…Porque el Dios del cielo, la Fuente de la Vida, así lo
ha decretado: “La muerte ha de ser reducida a nada.” (1 Corintios 15:26)
Mientras ese día
inminente llega, que Jehová te dé las fuerzas más allá de lo normal para
sobrellevar cada momento y seguir acompañado a los que sufren hasta su breve
final…
Ojalá estos breves versos
puedan suplir en algo a la frase que pediste y pueda servir al hablar a tus
alumnos sobre todo lo envuelve su diaria labor:
Siéntete en paz
primero tú,
para poder acompañar,
dar serenidad y
aliviar,
a quién llega al
final de su camino,
con la certeza de que
no está solo,
de que su mano
sostienes
y que ya no hay más
nada
que dolor pueda
causarle,
sólo descansar
sereno, sin temor,
en paz consigo mismo,
con sus afectos, con
la vida, con Dios.
Aceptar el final con
paz,
Con amor y esperanza…
Nancy
1-5-19
4:35 a.m
Nancyta, hermosa carta, todo los sentimientos en tus letras. Lo bueno es que falta un día menos y todos los que estan durmiendo despertarán. Solo pedimos a Jehová nos permita verlo.
ResponderEliminarQue hermosa carta.. me llega hasta lo más hondo, Nancy, Jehová te ha dado un don en forma de palabras de ánimo y consuelo... mus ánimos también para Paola
ResponderEliminarHermosas palabras que estoy segura le darán el ánimo, el consuelo y la fortaleza que necesita para seguir adelante y esperar el día de nuestra liberación mediante Jehová y su hijo Jesucristo. Saludos
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