

Aquí estoy, tratando de escribir un poquito y tratando de responder a tanto amor y estimulo recibido en los mails, no sólo de los amigos conocidos, sino de muchos hermanos que recién estoy teniendo el placer de conocerlos porque de alguna manera dieron con el blog o con las tarjetas y escribieron a mi correo…y se sumaron a los amigos que ya alberga el corazón.
Digo “tratando” de escribir, porque cada vez se hace más complicado. Estos días apenas estoy viendo los mensajes, la compu está encendida a la par de la cama y un sonido avisa cuando llega un mensaje nuevo, pero le pido a Damita que me los lea hasta que en algún momento tengo que levantarme un ratito, leo, doy gracias, me emociono, lloro, río…y vuelvo a dar gracias a Jehová por tanto cariño, estimulo y consuelo…y vuelvo a la cama.
No estoy haciendo nada…y es tanto lo que dan…Gracias por estar allí y acompañarme cada día.
No estoy haciendo nada…y es tanto lo que dan…Gracias por estar allí y acompañarme cada día.
Una de las cosas que suman dificultad para escribir, aparte de la debilidad muscular que no para de avanzar, es esta máscara del respirador, como tiene un soporte en la frente, tiene que ir sobre los anteojos y no me deja enfocar bien…sobre que ando medio ciega nomás, jaja. Y otra, es que necesito el cuello ortopédico, pero ya es mucho aparato para ponerme todo junto y así no puedo escribir porque no puedo bajar la mirada para ver el teclado. Pero como no me lo estoy poniendo al estar en la compu, después viene el ay cuando, al querer relajarme en la cama empiezo a saltar de los espasmos musculares en la espalda. Dice el Doc que es por la debilidad de los músculos del cuello, por eso necesitan el soporte, (siempre hago la aclaración que no es porque sea cabezona, jaja).
Esta semana estuve muy mal y no pude ir a la reunión, para colmo, regresó el frío y empeora todo. Por más que me preparo para cada reunión, no es lo mismo, nada reemplaza el poder estar en el Salón, con los hermanos y sintiendo el espíritu de Jehová que mora allí.
Cuando estoy en las reuniones, muchas veces me tildo en un pensamiento de gratitud y me quedo mirando todo alrededor: el texto del año (tan oportuno), el orador que esté al frente, mi familia, los hermanos…todo…y doy gracias por poder estar allí. Y siento que todo está bien. Estoy donde debería estar en ese momento. No sé si podré ir a la próxima reunión (estas plagas son así: un día mal y otro peor). Pero doy gracias por estar allí en ese momento. Y no puedo evitar que las lagrimitas se escapen solitas, pero de contenta. Me siento muy protegida en esos momentos, como si literalmente estuviera en un refugio, en los brazos de Jehová, de verdad. Por supuesto, uno lo siente así a nuestro Dios en todo momento que clamamos a Él, donde sea que estemos. Pero disfruto mucho de esos momentos en el Salón. Y comparto el sentir del salmista: “Porque un día en tus patios es mejor que mil en otro lugar”. (Salmo 84:10).
Un rayito de sol en estos días, fue la visita de Franco, el hijo de una amiga tucumana que ahora vive en España. Fue hermoso oír experiencias de la obra allí y saber de la familia. Graciela, la mamá, me envío un regalo sumamente útil: un pequeño soporte metálico, que luego de una pequeña adaptación, al fin me permite leer la Biblia más tranquila. Lo acomodo sobre un almohadón…y ¡¡listo!! Es una bendición porque estos brazos no pueden sostener nada, estoy muy agradecida.
Quise sacarme una fotito para enviarle a mi amiga para que viera lo útil que es su regalo, no se nota bien porque la sacamos con la camarita de la compu nomás, pero algo se ve. Claro que, con el tubo del respirador parezco un oso hormiguero, jeje, el de la Pantera Rosa, jaja…pero bueno…así estamos, cada vez más fea...pero doy gracias de estar cada día.
Les dejo esa foto y otra de Luly, nuestra gatita regordeta, saludando a Damy. Puede estar muy dormida la gordita, pero apenas Damita se le acerca le da besitos gatunos…creo que la adoptó como hija, jaja.
Hoy para la despedida no les dejo un poema, sino una anécdota de un tiempo atrás luego de una consulta con uno de los médicos, con el oculista. Él sabía que había pasado un tiempo internada y como conoce bien mi historia clínica….bueno…ya les cuento en este relato sobre el cuidado amoroso de Jehová…de cómo…
“Él procedió a oír mi voz”
-Una experiencia personal-
. . .Las sogas mismas del Seol me cercaron; los lazos de la muerte se presentaron delante de mí. En mi angustia seguí invocando a Jehová, y a mi Dios seguí clamando por ayuda. Desde su templo él procedió a oír mi voz, y mi propio clamor ante él por ayuda ahora entró en sus oídos. . .(Salmo 18:5-6)
“No pensé que volvería a verte en pie” – fue la exclamación de médico al abrazarme como se recibe a los amigos que hace mucho tiempo no se ven.Luego de una detallada explicación de futuras cirugías en los ojos y regresar a casa, a los rincones que amo y saborear un mate mientras Damita tocaba el piano…me embargó un llanto incontenible…no eran sólo los ojos los que lloraban…lloraba el corazón.
No fue por lo que dijo el médico sobre mi estado, que ya lo conozco y tengo asumido, fue el dar gracias por estar viva y por poder estar en casa, escuchando a mi hija tocar su piano y poder transcurrir plácidamente la tarde mientras el sol comenzaba a recostarse detrás de los cerros.
Hasta lo más simple y cotidiano cobra un valor inmenso cuando no puede disfrutarse, cuando se atraviesa un valle de sombra profunda. Se hacen interminables las tardes y los días…cada hora en internación sin poder siquiera recibir a la familia. Pero Jehová acompaña y escucha cada mudo gemido en busca de fortaleza para seguir.
Lloraba por eso: por la felicidad de estar viva y porque sigo sintiendo cómo Jehová reclama mi vida del Seol. Por supuesto que Él no me debe nada y es por absoluta bondad inmerecida que estoy aquí. Pero cuánto agradezco la respuesta a tantas oraciones, no sólo las personales y de la familia, sino la de tantos amigos que acercaron mi nombre ante su trono.
Lloraba de felicidad y gratitud por cada instante de vida, por la esperanza cierta que es ancla del alma, por el amor y ternura del Dios Excelso, por el privilegio de vivir en este tiempo tan especial: el fin de una era y el inminente inicio del Paraíso sin fin.
Luego me sentí impotente por no poder hacer cuánto quisiera en el ministerio en esta etapa final, por no poder estar en las filas de los precursores, que cual sacerdotes de tiempo atrás, van a la vanguardia de esta vuelta final alrededor de los muros de este Jericó moderno.
Fue difícil encauzar los pensamientos para que la frustración no empañara la felicidad sentida.
Entonces acudieron a la mente recordatorios que trajearon calma: “El que haya aguantado hasta el fin es el que será salvo”. “La última asignación que todos tenemos es aguantar hasta el fin” (Mateo 24:13)… “El precursorado y la predicación en general son una respuesta al desafío de Satanás, pero no cubren todas las interrogantes que él hizo surgir… Si Dios le permitiera (al Adversario) llevar adelante su ofensiva, él haría de todos nosotros un pueblo de adoradores postrados. Pero hay mucho trabajo que hacer y Dios nos mantiene en pie de lucha. Sin embargo, uno de cada tantos es aceptado por Dios para responder a la otra acusación específica del desafío:...”sírvete alargar tu mano y toca hasta su hueso y su carne, y verás si no te maldice en tu misma cara”. (Job 2: 5).
La integridad probada en esas circunstancias, es una sonora bofetada aplicada al rostro burlón del adversario.” *
La integridad probada en esas circunstancias, es una sonora bofetada aplicada al rostro burlón del adversario.” *
¡Cuánto bien hizo recordar esas palabras! ¡Cuánto consuelo cuando las ansias de andar y de dar están limitadas por un cuerpo que no responde!
Y entonces uno comprende a cabalidad la respuesta dada al apóstol que pedía que se quitara la espina de su carne: “Mi bondad inmerecida es suficiente para ti; porque mi poder está perfeccionándose en la debilidad”. ¿Por qué es suficiente? ¿Por qué aceptar gustosamente las debilidades? “...Para que el poder del Cristo permanezca como tienda sobre mi” …“Porque cuando soy débil, soy poderoso” – respondió el apóstol. ( 2 Corintios 12: 7-10)
Y es realmente así. Y entonces se disfruta de cada detalle pequeño, de cada logro, por pequeño que sea, porque se tiene la certeza de que si algo aún puede hacerse, es sólo por el poder que es más allá de lo normal, porque hay Alguien que sostiene con su brazo desde arriba. Y se es feliz. Y hay gozo de corazón. “Porque el gozo de Jehová es su plaza fuerte.” (Nehemías 8:10)
Gracias amado Padre, por cada instante, por el privilegio de estar vivos hoy. Concédenos servirte de toda alma y danos por favor, las fuerzas para aguantar hasta el fin y dar una respuesta clara por tu Nombre santificado y tu Soberanía eternamente vindicada.
“Si no hubiera sido porque Jehová me dio auxilio, en poco tiempo mi alma habría residido en el silencio. Cuando dije: “Mi pie ciertamente se moverá con inseguridad”, tu propia bondad amorosa, oh Jehová, siguió sustentándome. Cuando mis pensamientos inquietantes llegaron a ser muchos dentro de mí, tus propias consolaciones empezaron a acariciar mi alma.” -Salmo 94:17-19
Dáleth
*“A una muchacha triste que no puede caminar”, Álef Guímel